Los primeros segundos del partido se convertían en el mejor resumen de lo que iba a deparar la tarde de sábado en la Fonteta: dos triples consecutivos de Dubljevic se convertían en los primeros puntos locales, canastas a las que contestaba un Guipuzkoa Basket que no iba a aguantar el ritmo del Valencia Basket. El montenegrino, con 13 puntos al descanso, se convertiría en una de las figuras del partido. Valencia Basket llevaba el primer cuarto a ritmo de triple por minuto, y cuando todavía quedaban cuatro para acabar el primer cuarto, la estadística local ya era de 6/7 desde más allá del 6,75.

Volvía el timón a la Fonteta

Sam Van Rossom, tras tres partidos fuera del equipo por lesión, volvía a tener minutos al final de un primer cuarto que los locales ya tenían encarrilado. El belga se estrenaba anorando un triple y una bandeja en los dos primeros ataques que vivió desde el parqué. Entre tanto, Valencia Basket seguía engordando la estadística, y acabó el primer cuarto con una estadística de 8/9 en tiros de tres. Los primeros 10 minutos acabaron con el resultado de 34-18, y con una bandeja que Lucic falló de manera inexplicable sobre la bocina.

El segundo cuarto confirmaba la tendencia del primero, un Valencia Basket inspirado en ataque no tuvo problemas en llevar el partido a su antojo, hasta el punto de permitirse descuidar un apartado defensivo en el que los de Carles Duran todavía no han encontrado la regularidad. Van Rossom y Dubljevic seguían a lo suyo, convirtiéndose en los mejores jugadores del partido, mientras que Guipuzkoa Basket dependía de las manos de Jordan, cuyas asistencias representaban la máxima y prácticamente única amenaza de su equipo.

Pese a que los locales, como es normal, no pudieron aguantar la estadística casi impuluta del primer cuarto, llegaban al descanso con 71% en triples, y con el cómodo resultado de 55-37. La vuelta de Van Rossom suponía el primer ensayo de la rotación exterior de Carles Duran, que cuenta con cinco jugadores para dos posiciones. Antes de llegar al descanso, ya quedaba claro quien iba a ser el damnificado: Nedovic, que con una participación casi residual en el encuentro, y con el individualismo como bandera, no llegó a estar cómodo en ningún momento del partido.

Mismo patrón tras el descanso, en el que Carles Duran incorporó una significativa variante: Van Rossom entraba en el quinteto titular en lugar de Guillem Vives, siendo la única diferencia con el quinteto inicial. El entrenador quiso transmitir el mensaje de sobriedad para que el equipo empezara enchufado desde el primer segundo la primera parte, una consigna que se vio en las primeras defensas locales del tercer cuarto. Pasados los minutos, volvió la irregularidad defensiva, que seguía viniendo alimentada y permitida por una gran inspiración en ataque.

Fue en el tercer cuarto cuando los visitantes tuvieron su única y tímida reacción: un parcial de 2-9 que coincidió con los minutos de descanso de Van Rossom, el belga dejó una renta de +21 cuando se fue al banquillo, y esta llegó a rebajarse hasta los 14 puntos. Reacción que se quedaba en susto para los locales, que rápidamente volvían a asentar la renta de 20 puntos de la que dispusieron en gran parte del partido.

El último cuarto empezaba con 79-59 en el marcador, unos minutos en los que, con todo el pescado venidido, el luminoso pasaba a segundo plano. Sorprendían los pocos minutos de Dani Díez, jugador que ronda los 30 minutos por partido, participación que se vio reducida prácticamente a la mitad. Hubieron minutos también para Pablo Pérez, joven base de la cantera del Valencia Basket. La victoria acerca los Playoffs a un Valencia Basket que se pone el techo en la cuarta plaza, mientras que deja con las dudas a un equipo vasco que todavía necesitará alguna victoria para asegurarse la permanencia.

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Sobre el autor
Sergio Zarco
Periodismo En la Universidad Jaime I de Castellón