363 días atrás, Ray Allen se elevó para arrebatar en un suspiro el anillo cantado de los San Antonio Spurs y darle el doblete a los Miami Heat posteriormente en el séptimo. Casi un año con la herida abierta, ensangrentando la memoria de grandes campeones. Concienciados, mimando el juego colectivo que les ha encumbrado y amando el más puro baloncesto, los Spurs cuidaron sus opciones al máximo en la que fue su gran revancha, la redención esperada y culminada con un anillo ganado en casa como si nada, con un 104-87 en el marcador y un 4-1 categórico sobre unos Heat venidos a menos.

San Antonio consiguió la redención soñada, el anillo ante Miami

En el último encuentro, solventado por la vía rápida, San Antonio saboreó el éxito absoluto. Nada pudo hacer un rival atropellado en su globalidad, superado en todos sus niveles y tan solo defendido por un solitario –como si hubiera vuelto a Cleveland– LeBron James. Desde el banquillo, con 31 puntos, 10 rebotes y 5 asistencias a sus espaldas, el astro de Miami contuvo las lágrimas. La emoción se desbordó con la bocina final para los hombres de Gregg Popovich.

Miami asustó en el primer cuarto, pero San Antonio recuperó el tipo gracias a una de sus varias superioridades respecto a los de South Beach. El banquillo apareció al rescate del nefasto inicio del quinteto titular, que recibió un 6-22 de inicio (22-29 en el primer período) y contestó después con un 25-11 en el segundo cuarto.

Un solitario LeBron no pudo hacer nada contra la gran virtud de los Spurs, el equipo

La remontada la provocó el banquillo y sobre todo el joven y flamante MVP de las finales, Kawhi Leonard. El californiano tímido volvió a brillar por encima del resto con 22 puntos y 10 rebotes, integrando el componente de la juventud a un grupo experimentado y veterano formado por varios jugadores que pasarán al Salón de la Fama cuando acaben de escribir su historia.

Tim Duncan sumó 14 puntos, 8 rebotes y 2 tapones. Se retiró ante una sonora ovación para disfrutar desde la banda su quinto anillo, uno de los mayores campeones sobre el parqué y un jugador que, a pesar de que no lo piensan así la mayoría de aficionados, podría estar fácilmente entre los diez mejores de la historia. Entre abrazos, uno a uno, todos desfilaron al banquillo. Manu Ginobili, además de un recital con un mate de otra galaxia y varios triples clave, fue el que acabó de sentenciar con 19 puntos, 4 rebotes y 4 asistencias. Junto a Tony Parker, sonriendo en el banco, conquistó su cuarto anillo.

El francés, que no estuvo fino y que necesitó maquillar su actuación, concluyó con 16 puntos y las reverencias del público. Tan absoluto fue el dominio de San Antonio que no importó que fallara sus diez primeros tiros o que Danny Green, también titular, se quedara en un 0-5. Demasiados héroes para una sola crónica.

La estética y
dialéctica de la redención se impuso
a la de venganza

Patty Mills fulminó a Miami tras el descanso con cinco triples de ocho intentos y 17 puntos totales, Boris Diaw mantuvo su silenciosa aportación vital y jugadores como Tiago Splitter, con detalles como un tapón estratosférico a Dwyane Wade, aportaron pedacitos a la historia. La suma de todo consolidó la redención, que consolidó su mensaje por encima del de la V de Vendetta. La V, para los cinco títulos y para la Victoria en mayúsculas.

Sin emoción alguna, los Heat tuvieron tiempo de buscar sin respuesta los motivos de la cruda derrota. Más allá de LeBron, que empezó como un tiro (17 puntos de incio) y terminó frío, ni Wade (11) ni Chris Bosh (13) estuvieron a la altura. Tampoco el resto del equipo. Algo importante falló y se les escapó la dinastía.

“Todos recordamos el año pasado y este equipo se construyó sobre ello. Este título hace que lo de antaño no parezca nada” balbuceó Tim Duncan. Ahora los que recordaran, al menos por un año, lo que pudo ser y no fue, la ansiada dinastía, serán los Miami Heat.

El título de los Spurs es la victoria del 'fair play', el colectivismo
y el sacrifico
El baloncesto le debía una a la franquicia que lleva 15 años en la élite encajando victorias y derrotas con la misma deportividad y humildad. Y por encima de todo, les debía y debe mucho al equipo, al entrenador y al Big Three que han sido más fieles a su estilo –el fair play, el baloncesto colectivo y el sacrificio– durante más años consecutivos. Un equipo que pasará a la historia, un afición que rebosa de orgullo y alegría en Texas.

En el podio, los Spurs arroparon a un emocionado Kawhi Leonard, el más joven de todas las finales (22 años) y el más importante de todos. Carcajadas de Gregg Popovich, la voz quebrada de un eterno Tim Duncan y las sonrisas más sinceras para los nuevos campeones de la NBA 2014. No se despiden todavía, la leyenda proseguirá el próximo curso. De momento, las vacaciones se las merecen todos.

Fotos: Getty Images / @NBA / @ESPN