Ha sido uno de los grandes movimientos de este verano dentro del mundo NBA. Kevin Durant abandonaba los Thunder para poner rumbo hacia Golden State Warriors, nave dirigida por la superestrella Stephen Curry desde hace ya un par de años. Para los fans de Oklahoma no ha sentado nada bien la marcha de su máximo exponente a uno de los grandes rivales por la lucha en las finales todos los años. Quema de camisetas, insultos y demás gestos poco deportivos, son los menos dirigidos hacia uno de los estandartes del Dream Team americano.

Dos años desde que Stephen Curry ligara su nombre a la enorme lista de los grandes jugadores del plantel americano, desde que en la temporada 2014/2015, fue responsable de uno de los mayores hitos alcanzados en la NBA por los Warriors, el de encadenar una brillante racha de 28 victorias consecutivas, tan solo superados por los Ángeles Lakers de la temporada 71/72, cuando encadenaron 33 victorias seguidas.

Durant promedió la temporada pasada una media de 19 puntos por partido, frente a los 20 que vino anotando, de media, Curry. Así pues, este asegura que su compañero está totalmente capacitado para ajustarse a la dinámica de su nuevo equipo, en el cual no tendría problemas de adaptación con sus compañeros, aseverando que su presencia no le restará anotación respecto a temporadas anteriores, pues cada cual está especializado en una diferente pizarra (estrategia). Saca a pasear sus aires ególatras al entrever como cada cual se define a sí mismo como el mejor en su posición, algo que el propio Curry, con sus palabras, se encargaría de matizar dejando claro que eso solo podría reportar un mayor nivel deportivo al equipo (“Según las estadísticas todos parecemos los mejores… hasta que miramos las de los demás”). De este modo, y cumpliéndose con lo previsto, los Warriors desarrollarían un potencial de casi 40 puntos por partido, tan sólo contando con la presencia de Curry, Durant y Klay Thompson.

No sabemos lo que van a deparar este año los Warriors, con total certeza sean uno de los máximos candidatos a volver a ponerse el anillo de campeón de la NBA, pero lo que sí parece certero, es que la presencia de dos gallos en un mismo corral no va a dejar indiferente a nadie y, como mínimo, el espectáculo  está asegurado. De ellos depende que este sea tan solo dado en la pista.