“This is why we play (Esto es por lo que jugamos)”, es el eslogan más usado en torno a la NBA y sus espectaculares condimentos. Suele aparecer en las redes sociales luego de una estelar actuación de una estrella. También está ahí cuando uno de esos jugadores descollantes se involucra en un acto de beneficencia o con una causa social. Una frase bastante similar pero con distinto destino podría adecuarse a la renovación del Philips Arena de Atlanta, en el que los Hawks hacen de local desde 1999. “Esto es por lo que juegan aquí” no es precisamente lo que dijo el alcalde de la ciudad Kasim Reed, aunque la felicidad que demostró en sus declaraciones bien representada estaría de esa manera. “Estoy maravillado de anunciar que la ciudad de Atlanta ha acordado un principio de acuerdo por 192,5 millones de dólares para la renovación del Philips Arena y que los Hawks jueguen en nuestro downtown por muchas décadas más”, comentó el político.

Semejante cifra da la idea de que el rédito que esa zona obtiene por el simple hecho de contar con una franquicia NBA es inconmensurable. La liga estadounidense de básquet es una inmensa fábrica de sueños y de dinero, y las ciudades que entre sus atracciones ofrecen a un equipo corren con ventaja en casi todos los rubros. En tanto, a más de 20 mil personas les será posible ocupar un asiento por las siguientes temporadas en el estadio que diagramó el equipo diseñador HOK Sport. En el Philips Arena también son locales los Thrashers de la NFL y las chicas del Atlanta Dream de la WNBA. Allí se celebró el All-Star Game de la NBA en 2003. La renovación es sin dudas una buena noticia para los aficionados de los Hawks. Pero aún mayor para los políticos de Atlanta.