Este verano, cuando Kevin Durant anunció que firmaba por los Golden State Warriors, muchos estaban expectantes por ver cómo reaccionarían los Thunder y sí serían capaces de sobreponerse a este duro golpe. De algunos jugadores se puede argumentar que han bajado su rendimiento, pero no se puede dudar del paso al frente de uno de ellos, y ese jugador es, sin duda, Russell Westbrook.

Nadie dudaba de que el base asumiría el liderato del equipo como un reto mayúsculo para demostrar su valía en la liga. Está realizando la mejor temporada de su carrera por el momento, con un poderío físico que le permite arrasar a todos los defensores que se le pongan por delante.

La noticia es que el jugador, tras haber jugado 19 partidos de liga regular, promedia un ‘triple-doble’, algo que no se veía desde hace 52 años cuando lo hizo Oscar Robertson, pero podríamos atrevernos a decir que tiene más mérito hacerlo en la actualidad, ya que la liga en los años 60 tenía un estilo diferente y menos profundo. Por esa época, existían jugadores que eran capaces de promediar 50 puntos por partido o 25 rebotes de media por su inmensa superioridad sobre el resto.

En la NBA que vivimos ahora esto no pasa y ya (casi) todos los jugadores son atletas con un nivel, una calidad y un físico prodigioso. Sin embargo, Russell Westbrook es distinto. Pelea todos los balones, le roba rebotes a los pívots con su potencia de salto, está dando algunas asistencias espectaculares, y en penetración, tiene más fuerza que muchos pívots, y es casi imposible taponarle.

Con el promedio actual de 30.9 puntos, 10.3 rebotes y 11.3 asistencias, mucha gente sostiene que es el mayor candidato para ganar el MVP. Dependerá mucho del récord que consiga su equipo, porque Oklahoma City ha empezado bastante fuerte pero con cierta irregularidad en el resto de sus jugadores (Adams, Oladipo…) Si terminan en torno al 3º o 4º de la Conferencia Oeste, es más que probable que reciba el premio al jugador más valioso de la temporada.