Los guateques de fin de curso, salvo justificadas excepciones, deben de terminar con el capitán del equipo y la chica que no llegó a ser animadora, ocupando el centro del gimnasio.  Siempre ha sido así desde Peggy Sue hasta Lisa "Boof" Marconi. Olviden, en este supuesto, los ademanes psicóticos, y justificados, de Carrie.

El parón (infamia) del All Star prepara a las parejas para un baile del Encantamiento bajo el Mar al que sólo llegarán dos.

En el cortejo previo al desenlace, Carmelo sigue marcando el paso en Nueva York al lado de Rose que, muy probablemente, se vaya a otro instituto el año próximo. Y la Gran Manzana, lo reconozcan o no, respira aliviada. Y feliz. Se lo recordarán a Jackson a final de temporada. George seguirá cortejando a las más hermosas de Indianápolis en los campos interminables de maíz; Rondo seguirá susurrando en el club de frikis de Chicago y Ricky, una vez más, tendrá que abrigarse para pasar una nueva primavera en los fríos bosques de Minnesota donde, por cierto, le adoran.

Una encuesta publicada por un periódico de Minneápolis cuestionaba a los seguidores de los Wolves acerca de sus preferencias. Más de un 70% apostaron por la permanencia del base de El Masnou. Y Ricky tan feliz y tan titular como desde el día que aterrizó allí. Los logros deportivos llegarán porque hay mimbres para ello. Primer paso, llegar a Play Off.

El caso es que se han hecho cientos de conjeturas sobre las posibles salidas, entradas, desbarajustes y nuevos big-three al amparo del mercado de traspasos. Y una vez más mucho ruido y pocas nueces. Porque el traspaso de Cousins, el único que afecta a una de las estrellas de la liga, era previsible y porque, aun compartiendo cancha con Davis, no suponen, de momento, una amenaza para los favoritos. Ibaka se fue al frío Norte donde hará equipo con DeRozan y Kyle. Son una amenaza, sí. En el Este. Poco más. Y Serge, que es muy bueno, no es una de esas estrellas que cambia el rumbo de una franquicia y el devenir de una competición.

Lejos quedan aquellos traspasos históricos que doblaron el mapa de la NBA a la mitad. Pau a los Lakers o Lebron a Florida previo paso por las luces del más cutre espectáculo televisivo. Nash y Howard camino de L.A. para desconsuelo y llanto de los aguerridos seguidores de Arizona. Carmelo de vuelta a casa y Lamarcus desfilando a Texas. El veto de la liga al cambio de aires de Chris Paul y KD levantando odios en Oklahoma. Entre muchos otros.  

Así que a un paso de la cita y estudiando para los finales, todo sigue, más o menos igual. El único que tal vez saque algo positivo de todo esto es el amigo Korver que, como buen estudiante y aplicado deportista, siempre está en el sitio adecuado, en el momento adeucado, para salir con las chicas monas del campus.

La NBA vuelve a girar. Que siga el baile