A capela. Así decidieron jugar los Knicks contra los Golden State Warriors. La razón no fue un problema técnico o de respeto a una persona fallecida. El motivo por el que los Knicks y los Warriors decidieron jugar la primera parte sin música fue meramente deportivo. El Madison decidió que era buen día para escuchar. Para escuchar el baloncesto. El bote del balón, los gritos de los jugadores o los aplausos de los aficionados.

A principio de temporada Derrick Rose hizo unas declaraciones en las que afirmaban que los Warriors y sus Knicks eran unos “súper equipos”. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que el base no tenía razón. Y es que, mientras los Warriors lideran la Conferencia Oeste, los Knicks se arrastran entre el ‘tanking’ y las ilusiones de vivir los Playoffs. El silencio mostró un Madison Square Garden más que frío. Porque quieran o no, la ciudad de New York se hunde. Un proyecto que no funciona y con unos jugadores que tampoco lo hace. Con Joakim Noah que sigue sin jugar y con un Derrick Rose haciendo lo que puede, comenzó un encuentro que no iba a dejar indiferente a nadie.

Un inicio muy errático

Los diez jugadores que comenzaron el encuentro se mostraron fríos en el primer cuarto. Con un Stephen Curry que continuaba en crisis desde la línea de tres y un Carmelo Anthony que no aparecía empezó el espectáculo en ‘La Ciudad de los Sueños’. Por parte del equipo de la Bahía, los Warriors contaron con las aportaciones de Klay y el siempre activo Draymond Green. Con esta fórmula, los Warriors consiguieron la primera ventaja del partido y la duda se quedó si los de New York aguantarían mucho tiempo en el partido.

Willy antes del partido I Foto: Knicks.com
Willy antes del partido I Foto: Knicks.com

Aunque en la segunda parte, los Knicks demostraron que tienen más baloncesto que el que demuestran en muchas noches. La fórmula fue jugar con el banquillo. Un banquillo de los Knicks que siempre demuestra estar un paso por delante en defensa que los titulares y que estuvo muy bien acompañado por Kristaps Porzingis. No sólo los suplentes consiguieron reducir la distancia de diez puntos, sino que se pusieron por delante. Gracias entre otras cosas a Ron Baker y al ya mencionado jugador letón. Sin embargo, la salida de los titulares no cortó el ritmo de los locales. Así pues, con un tiro sobre la bocina del unicornio, los dos equipos se marcharon al túnel de vestuarios.

La vuelta de la actividad en la cancha no sólo supuso la vuelta de los jugadores, sino la vuelta de la música al Madison Square Garden. Al son de los acordes transcurrió un tercer cuarto que estuvo marcado por la igualdad. Una igualdad que estuvo provocada por un constante intercambio de canastas entre los Knicks y los Warriors. Por parte de los Campeones de la NBA de hace dos años destacó Stephen Curry. Un propio Curry que superó a Billups en la tabla de máximos triplistas en la NBA. Los Warriors dieron un estirón en el último cuarto y dejaron la diferencia en un más nueve puntos. La culpa la tuvo Stephen Curry, que demostró que tiene mucha magia y nueve puntos seguidos hizo que los Knicks empezasen el último cuarto remando.

Los Warriors matan el partido

Con esta victoria los Warriors cortaron la racha de dos derrotas consecutivas

El acto final en el Madison comenzó con los dos equipos con sus titulares en el parqué. Los Knicks repitieron el quinteto que les hizo remontar en el segundo cuarto y encomendados a Porzingis se dispusieron a obrar el milagro. Sin embargo, en esta ocasión no tuvo resultado y los Warriors se escaparon un poco en el marcador. Aunque en esta ocasión fueron los titulares liderados por Derrick Rose y consiguieron volverse a meter en el encuentro a falta de seis minutos. Momento en el que Steph Curry, Klay y Green tomaron las riendas y ganaron el partido.

Así se saldó este duelo de “súper equipos”. Un partido en el que los Knicks jugaron como nunca, pero perdieron como casi siempre. Los Warriors volvieron a la senda de la victoria y se deshicieron con muchos problemas de unos correosos Knicks. Con Curry tocándose la rodilla se cerró una vez más el telón del Madison Square Garden.