No hay más ciego que aquel que no quiere ver. Negar la realidad, por mucho que diste de tus ideales, es sinónimo de aferrarse a lo propio, a lo adoctrinado. Es sinónimo de no disfrutar, de no emocionarse.

Una noche para la historia

A falta de cuatro partidos de temporada regular, el chico de UCLA quería el récord. La imagen que dio ante los Phoenix Suns, el peor equipo del Oeste, no fue la que uno espera del MVP de la NBA. Cierto es.

Russell Westbrook, animal competitivo que siempre antepone el equipo a su rendimiento individual, se había obsesionado con batir el récord de Oscar Robertson.

¿Y quién le culpa? La NBA es muy distinta a la de hace 50 años y lo que ha conseguido Westbrook escapa a toda comprensión. Escapa al baloncesto que se enseña en categorías de formación. Escapa a los ideales que muchos seguidores atañen a este deporte.

Se puede negar la forma, pero no se puede negar el resultado.

Westbrook batió anoche uno de esos récords que parecen inalcanzables, como los 100 de Wilt Chamberlain. Números de otras épocas que se presentan inmutables al paso del tiempo, a la evolución del baloncesto.

Se puede no compartir la destructora forma en la que Russell juega, un caos absoluto. Pero no que las victorias de Oklahoma dependen de muchos más factores que los números de un jugador, por muy candidato al MVP que sea.

La realidad es que anoche Westbrook quiso el récord, que le persigue ya desde hace días, y quiso la victoria. Consiguió ambas y fue el líder, ejecutor y verdugo de unos Nuggets que aún soñaban con los playoffs.

Oklahoma no es solo Westbrook

Westbrook es el centro de los Thunder, pero no lo es todo. El vacío que dejó Kevin Durant en verano se intentó reemplazar con Victor Oladipo. Mero retoque de marca blanca. Pero mejor Dipo que nada.

Un sistema defensivo que debería haber optado por volver a sus inicios, cuando Westbrook, Durant, Harden e Ibaka compartían vestuario. Una defensa de élite.

La realidad, sin embargo, deja a unos Thunder sin tiro exterior (peor equipo en porcentaje de triples) y una defensa que no entra entre las cinco mejores de la competición (novena).

Pocas armas alrededor de un monstruo.

La realidad también enseña lo obvio, que sin Westbrook en pista Oklahoma no es mejor. Cuando Russell está en pista, los Thunder registran 111.5 puntos por 100 posesiones, lo que sería un ataque top diez. Mientras que cuando Russell se sienta la cifra disminuye hasta los 101, lo que sería el peor ataque de la liga. Por debajo incluso de los Sixers.

Y en defensa las cifras no mejoran. Un apartado que Westbrook ha descuidado más este año, ante la aguda necesidad de asumir su papel anterior y expandirse para suplir el de Durant.

Con Westbrook, Oklahoma registra una mejora defensiva, de 107.6 puntos encajados por 100 posesiones a 107.3. Lo que sería la quinta mejor marca de la liga. Sin el base encajan 109.4, la decimocuarta defensa de la NBA.

Imposible contener a la bestia | Foto: NBA
Imposible contener a la bestia | Foto: NBA

Un jugador capaz de batir el récord de Robertson; capaz de unirse a the Big O como el único con un promedio de triple-doble; de superar a Chamberlain como tercer jugador con más triples-dobles con una diferencia de 378 partidos (casi cinco temporadas); de anotar en tres ocasiones más de 50 puntos con un triple-doble (récord); de superar en ocho ocasiones los 40 puntos con triple-doble (récord); de ostentar la mayor anotación, con 57, en un triple-doble; de añadir incluso una noche perfecta, sin fallos el 22 de marzo; a un ritmo frenético, la estampida como diría Andrés Monje, con 14 triples-dobles en tres cuartos o menos; y de destrozar a 27 equipos esta temporada con al menos un triple-doble.

Todo esto, y mucho más, con un 33-9 de balance para Oklahoma cuando Russell somete con un triple-doble. Histórico y trasladando sus números a victorias. No es estadística vacía.

La historia contra el reconocimiento

La carrera más cara y sangrante por el MVP tiene lugar esta temporada. La dimensión histórica que alcanzan Russell Westbrook y James Harden, con la retaguardia de Kawhi Leonard y LeBron James, prepara el camino para una decisión que asegura controversia.

Se decida por quién se decida, venza quién venza, la polémica y las críticas se harán notar. Si Westbrook es el elegido se alzarán los gritos pidiendo un MVP de un equipo de élite; si es Harden el vencedor, se exigirá más reconocimiento a la mejor temporada individual de la historia.

Y en el caso de que se opte por el MVP compartido, una solución intermedia para algunos, el galardón perderá valor. Debe recompensarse más la temporada de uno, sin desmerecer la del otro.

A pesar de la monstruosidades de Westbrook, la manera en que James Harden maneja a unos Houston Rockets que apuntan a cambiar el baloncesto parecía imponerse en la carrera por el MVP desde hace meses. Números también históricos en un equipo de élite.

De no ser por la existencia del otro, el MVP sería una garantía en cualquier otra temporada | Foto: NBA
De no ser por la existencia del otro, el MVP sería una garantía en cualquier otra temporada | Foto: NBA

"Pensaba que esto se trataba de ganar."

Esas fueron las palabras de Harden anoche. Razón no le falta. De nada sirve acumular estadísticas si tu equipo no gana. El MVP es el mejor jugador de un gran equipo. Ahí Harden toma la delantera.

Pero también es cierto que Oklahoma es equipo de Playoffs en el Salvaje Oeste. Imposible no considerar el contexto. Un equipo que pierde a Kevin Durant y Serge Ibaka, emblemas de la franquicia durante años, y afronta un cambio estructural importante.

Poco se habla, igualmente, de la Barba. Si Westbrook promedia un triple-doble por encuentro, Harden es el jugador que más puntos genera en la historia de la NBA. Muchas veces se antepone la estadística simple, en este caso los triples-dobles, por muy impresionantes que sean, al hecho de profundizar un poco más.

Harden, además, lo hace en un equipo que por mucho que se diga es, nombre por nombre, inferior al de Oklahoma. Al menos en cuanto a talento.

Nadie, muy pocos, veían a los Rockets en Playoffs. Todos, incluido un servidor, apostaban por un equipo ofensivo y veloz, pero con una defensa completamente inexistente.

Mike D'Antoni hace lo que mejor se le da y ha instaurado en Harden la máxima visión de su estilo de juego. Como en su día hizo con Steve Nash. Un sistema idílico para explotar los puntos fuertes y esconder las debilidades de una estrella y sus acompañantes.


La decisión se tomará antes, aunque no se desvelará hasta después del Draft. Westbrook emociona y te acelera. Le amas o le odias. Le quieres en tu equipo o en el contrario. No deja a nadie indiferente.

Harden se redime de la pasada temporada. Con su estética, su zurda. Uno de los jugadores más plásticos del planeta. Engancha hasta a los que repudiaban a los Rockets en verano.

Sea quién sea, se elija a quién se elija, la decisión será polémica. El MVP de este año traerá odio y amor a partes iguales. La barbaridades históricas de dos jugadores se preparan para hacer frente al reconocimiento de los especialistas.

Pero ocurra lo que ocurra ningún galardón, ganado o no, podrá borrar las emociones que despierta Westbrook en los aficionados. Porque anoche Russell pudo ganar el partido, el récord e incluso ya el MVP, pero se gana un lugar en la historia del baloncesto imposible de borrar.