Golden Sate Warrios arrasa. Con ese único objetivo ha encarado los Playoffs. La serie ante Portland Trail Blazers fue la primera exposición del poderío de un equipo que, durante toda una temporada, ha visto pasar por su mente aquella imagen de los Cleveland Cavaliers levantando el trofeo de las pasadas Finales NBA. A partir de ese ego herido es que los Warriors respiran en esta nueva pelea por el título. Llenos de rabia deportiva. Curtidos por la experiencia que dan ese tipo de derrotas, tan inesperadas. Y pobre del que se les cruce por el camino. Por eso barrer la serie de primera ronda les resultó un simple formalismo. Un escalón más para estar en lo más alto y nuevamente citarse con la gloria.

Tal fue la facilidad con la que Golden State vapuleó a Portland que ni las bajas lo amedrentaron. Kevin Durant fue el máximo anotador del primer encuentro. Luego, los miedos acarreados de la lesión que lo dejó fuera de una gran porción de temporada regular le impidieron estar en los dos juegos siguientes. Volvió para sentenciar la serie, pero desde un papel secundario por una restricción de minutos en cancha. El pasado les sirvió a los Warriors para aprender. Y para recordar. Antes de Durant, quien se adueñó del estrellato durante la primera mitad de la temporada, ellos ya eran una franquicia de temer. La que consiguió más triunfos que cualquiera en un curso. Así que la ausencia del alero hizo emerger en toda su brillantez a Stephen Curry. El base trajo al presente su pasado reciente de MVP unánime y de componente imposible de neutralizar. Promedió 29,7 puntos, 6,5 asistencias y casi cinco triples por partido en la serie y el equipo volvió a gravitar alrededor de su figura. 

Pero hubo más bajas. Quizás no de la resonancia del ex Oklahoma City Thunder, pero sí de aquellas que desbalancean a los planteles que las sufren.  Shaun Livingston, guardia suplente por excelencia y fulminante en sus apariciones saliendo de la banca, pudo jugar sólo en el primer partido. Un golpe en su mano no se lo permitió. Tampoco ocupó un lugar en las planillas Matt Barnes, diezmado por un esguince de tobillo que lo marginó de la serie entera. Sin embargo, la solvencia de actores secundarios como David West y la solidez del quinteto titular tacharon cualquier incertidumbre. Mucho Warriors para los Blazers, acostumbrados a caer en la lona cuando chocan con los de California.

La ausencia de Steve Kerr es, tal vez, la más dura para el plantel. Severos problemas en la espalda del entrenador lo alejaron del banco, hasta el punto de que exista la posibilidad de no ser capaz de dirigir en lo que queda de postemporada. Noticias como esa pueden tirar abajo a un grupo.  Por ahora, no hay indicios de aquello. Golden State desfila por las canchas con Mike Brown en el banquillo como lo hace normalmente bajo la mirada de Kerr. Y no es casualidad, sino fruto de un sistema que ya funciona por naturaleza, como si fuera el idioma nativo de los jugadores.

En las Semifinales de la Conferencia Oeste se medirán ante Utah Jazz o Los Angeles Clippers. Protagonistas de una serie que llegará, al menos, hasta el sexto juego.  Desde la lógica, que en ciertas ocasiones decide no intervenir en el deporte, cualquiera de estos  equipos es para los Warriors lo que fue Portland: un escalón más. Otro paso hacia lo que vinieron a buscar. Eso con lo que sueñan y tienen pesadillas desde junio del año pasado.  Fuertes en los números, como su lema lo indica. Pero más fuertes de la mente.  Así enfrenta Golden State estos Playoffs, en los que parecen ser ellos los únicos que pueden boicotearse. Hasta que LeBron James intente volver a demostrar lo contrario.

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