Las películas de superhéroes no serían nada sin los villanos. Es más, los héroes no serían nada sin los villanos. Porque... ¿quién necesita un héroe si no tienen a un villano al que derrotar? La verdad es que nadie. Es por eso que uno depende del otro y el otro hace grande al uno.

Batman sería simplemente un tipo con miedo a los murciélagos, con un coche muy molón y con mucha pasta si Joker no hubiese existido. Spiderman si no fuese por el 'Duende Verde' tan sólo hubiese sido una persona con alergia a las arañas y un gran repartidor de pizzas. Superman sin Lex Luthor sería un simple periodista muy forzudo y con una novia muy guapa.

Es decir, el villano hace grande al héroe y es por eso que para que exista uno debe de convivir con el otro. Pues bien, Paul Pierce es Darth Vader. Uno de los mejores villanos de la historia del cine y probablemente uno de los más queridos. Nadie odia al bueno de Darth... tiene sus cositas (como todos), pero odiarle es imposible. Paul Pierce fue Darth Vader y Kobe Bryant fue Luke Skywalker. Ayer se pudo ver. Pero no os confundáis, esto no es para menospreciar al '34' de los Celtics, ni mucho menos. Anoche, cuando Pierce quedó eliminado y su carrera deportiva puso punto y final, Kobe Bryant escribió un tweet en el que le felicitaba por su gran carrera, meritoria de un Hall Of Fame.

Y la verdad es que tiene mucho sentido que le felicitase Kobe Bryant. Paul Pierce fue su villano, su archienemigo, su archinémesis. Uno de los principales motivos por los que su leyenda y la de Pierce serán eternas. Uno necesitaba al otro y uno hizo grande al otro. Porque al igual que Batman sería mucho menos sin el Joker, Kobe Bryant sería mucho menos sin Paul Pierce. Porque todo héroe necesita su villano. Y da igual si ves a Pierce como un héroe y a Kobe al contrario, la cosa es que el uno no podría haber vivido sin el otro. El '34' de los Celtics fue el hombre de verde. Un asesino en serie al que no le temblaba el pulso y con el mejor clutch que se recuerda en toda la historia de la NBA.

Hasta siempre Paul

Hay personas que se ponen tristes cuando el malo muere. Un hecho que significa el fin. Que pone el punto y final a la historia. Un cuento que lo pudiste ver con ojos amarillos u ojos verdes, porque la vida se limita a los ojos con los que la ves. Lo que está más que claro es que Pierce fue un protagonista más de este cuento llamado NBA. Una leyenda que verá su camiseta descansando en el TD Garden (lugar del que nunca debió haber salido). Hasta siempre, Paul, la NBA te da las gracias por ser uno de los mejores villanos de toda su historia. Tu legado y tus acciones serán eternas.