La NBA busca, cada año, mejorar su imagen y competitividad. Revisitando sus reglas, leyes, e interacción con jugadores y fans, la liga de baloncesto norteamericana, es capaz de mantenerse siempre en lo más alto gracias a no caer nunca en el conformismo. Es su capacidad de autocrítica y su habilidad para reinventarse lo que les permite estar siempre en la cima y mantener a los aficionados siempre al filo de sus asientos.

El ya no tan nuevo comisionado, Adam Silver, no está teniendo ningún problema en cambiar leyes internas, normas y procesos que llevaban lustros vigentes. Desde revolucionar el sistema del All-Star Game, pasando por mejorar la relación de la liga con sus jugadores, Silver no permite que ninguna norma arcaica frene una liga que siempre está a favor de avanzar.

Desde hace días ya, se está comentando la eliminación de una de las normas básicas de la NBA; la “obligación de pasar por la universidad”.  Hay que matizar que la normativa no exige exactamente eso, aunque sí exige unos mínimos de edad y de margen tras el instituto que hacen prácticamente obligatorio que los jugadores "no internacionales" pasen algún tiempo en college. Al parecer, muchos directivos y jugadores no están de acuerdo con la norma, y la liga sopesa abolirla. Tras años con una ley como esta, ¿qué debería hacer la liga?

Pongamos fin a los problemas de la NCAA y dejemos que el salto desde el instituto vuelva a ser posible (Juan Pedro Belmonte @JuanPe_BG)

La relación entre la NBA y la liga de baloncesto universitario no atraviesa sus mejores momentos. Desde que David Stern pusiera fin a la posibilidad de pasar de manera directa del instituto a la mejor competición del mundo, se ha abierto una brecha importante entre ambas instituciones. Y es que, la obligación de jugar al menos una temporada en el baloncesto universitario, ha dado lugar a prácticas que repercuten negativamente al nivel de esta competición. Son realizadas por aquellos jugadores que tienen un potencial lo suficientemente bueno como para rendir a buen nivel en la NBA y que desean protagonizar un corto plazo por sus respectivos equipos colegiales.

Hace varios años, el término one-and-done no era tan común como ahora. Las mejores promesas del país que se ven forzados a seleccionar una universidad a la que representar, suelen jugar una sola temporada antes de presentarse al Draft. Muchos lo consideran una pérdida de tiempo pero deben cumplir las reglas. La gran mayoría de jugadores que son elegidos en los primeros puestos de cada noche del Draft, suelen ser aquellos que únicamente juegan una campaña con sus respectivas universidades. Esta decisión favorece al crecimiento y formación del jugador para que puedan llegar a la NBA con un nivel apto que les permita luchar por minutos en una franquicia.

"Muchos lo consideran una pérdida de tiempo, pero deben cumplir las normas."

Sin embargo, para otros suele ser un gran problema. En los Estados Unidos, la legislación del deporte a nivel universitario es bastante estricta y no permite, por ejemplo, obtener compensaciones económicas de ningún tipo durante su paso. Esto lleva a muchos jugadores a salir de su país para transcurrir esa temporada de rigor en un club internacional. Existen muchos casos de jóvenes promesas que se ven en la necesidad de ayudar a sus familias económicamente y deben buscarse las castañas en otro país. Mientras sus “compañeros de clase” se dedican a exponer su nombre y su juego en la mayor ventana existente para ser seleccionado posteriormente en el Draft, ellos se dedican profesionalmente al baloncesto en otros clubes.

Podría mencionarse el caso de Emmanuel Mudiay o Brandon Jennings. Ambos tuvieron que dar un gran paso a una edad muy temprana para poder ganar dinero mientras se dedicaban a ejercer su profesión. Mudiay se marchó a China y Jennings a Italia. Debido a esto, sus posiciones en el Draft descendieron pero pudieron cumplir sus objetivos y poner fin a esos problemas que tenían. Otro dilema relacionado con el dinero sería el gran caso de corrupción destapado recientemente en la NCAA. Técnicos y asistentes de diversas universidades como Arizona, Southern California, Auburn y Oklahoma State, estuvieron cobrando a expensas grandes marcas deportivas como Adidas por guiar a sus mayores promesas a firmar contratos publicitarios con ellos cuando llegaran de manera definitiva a la NBA.

Jerry LODRIGUSS / INQUIRER
Kobe Bryant es uno de los grandes nombres que saltaron del insituto a la NBA. | Foto: Jerry Lodriguss / Inquirer
 

Se desviaba dinero a familiares llegando a cifras que rondaban los 100.000 y 150.000 dólares. A parte del mero hecho de ahorrar tiempo a aquellas promesas capaces de dar el precoz salto a la liga, se podría poner punto y final a todos estos problemas que arrastran las estrictas leyes que rodean a la NCAA. En el pasado hemos visto claros casos del éxito que puede llegar a tener este método. Kevin Garnett, Kobe Bryant, LeBron James, Tracy McGrady, Monta Ellis, Dwight Howard, Shaun Livingston, Lou Williams, Amar’e Stoudemire, Rashard Lewis… la lista sigue y sigue. Todos ellos consiguieron disfrutar de exitosas carreras en la NBA sin pasar por la universidad aunque no fue esta la tendencia. Algunos lo intentaron sin éxito, y esa falta de madurez les llevó al fracaso absoluto. Por ello, pienso que esta es una decisión que se debe tomar con cabeza, pero debe volver a existir esta posibilidad.

El nivel competitivo en la NCAA por parte de algunos jugadores ha decaído, y solo interesa firmar con las grandes universidades del país como Duke, Kentucky, North Carolina, Kansas, Louisville… Todo para poder cosechar buenos números individuales en los mejores escenarios para las futuras estrellas de la NBA. Debe ponerse fin a todas estas prácticas que perjudican al baloncesto universitario y permitir de nuevo la posibilidad de dar el gran salto desde el instituto.

No es sobre la universidad, es sobre la competición (Santiago Arxé Carbona@santi_arcar)

Pasar por la universidad, eso es lo que exige la norma a todos aquellos jugadores locales que quieren acabar en la NBA… ¿Pero es eso cierto? La liga exige una serie de condiciones base para poder acceder a ella, eso es cierto, pero no deben confundirse con lo que no son.

En primer lugar, es necesario hablar de los jugadores internacionales. Dichos jugadores necesitan cumplir 22 años durante el año en que se celebra el Draft, o tener un contrato firmado con un equipo profesional, básicamente lo que ocurre siempre. Los jugadores no internacionales, sin embargo, tienen que cumplir unas normas muy diferentes. Los jugadores que viven en Norteamérica y han completado instituto allí, deben cumplir 19 años durante el año natural del Draft de manera obligatoria. Tras eso, hay dos caminos diferentes. El primero es que haya pasado, como mínimo, un año desde que terminaron el instituto. El segundo es que se hayan marchado a jugar con un equipo profesional, la misma condición que los internacionales.

La primera norma es, aunque no lo parezca, la que causa toda la problemática. Si tiene que pasar un mínimo de un año entre instituto y universidad, un jugador no puede permitirse estar parado. Esta situación acaba resultando en él acudiendo a la universidad durante solo una campaña; el famoso one-and-done. Pocas más opciones tienen los jugadores americanos que no sea acudir a la universidad. Sí, pueden irse a jugar fuera durante un año, pero no es lo mismo. Algunos jugadores como Brandon Jennings o Emmanuel Mudiay tomaron la decisión arriesgada de hacer las maletas y marcharse a jugar a Italia y China respectivamente. Una decisión que, en su caso, fue la correcta, pero que es más peligrosa por el simple hecho de que la competición universitaria está mejor vista que algunas ligas profesionales.

Brandon Jennings llegó a la NBA desde el otro lado del charco. | Fotografía: Luca Sgamelloti / EB  vía Getty Images
Brandon Jennings llegó a la NBA desde el otro lado del charco. | Fotografía: Luca Sgamelloti / EB vía Getty Images

¿Pero qué busca la NBA con estas reglas? Su objetivo más básicos y natural no es obligar a los jugadores a ir a la universidad, sino darles tiempo para que maduren su juego y mejoren como atletas y profesionales. La liga universitaria es, sin duda, una de las mejores opciones para crecer como jugador y aprender al lado de algunos de los mejores entrenadores del mundo. Ya sea por el sistema de juego más parecido al de la NBA ,o por el aspecto físico de la competición americana, es cierto que la universidad es la opción más habitualmente escogida por jugadores y la que las franquicias NBA miran con mejores ojos, pero no es la única opción.

Es cierto que antes de 2006, cuando esta norma entró en vigor, llegaron muchos jugadores desde el instituto a la NBA. Jugadores que han acabado siendo grandes estrellas y demostrando que tuvieron razón al arriesgarse. Más allá de Moses Malone y algún otro gran jugador que hizo el salto antes de los años 90, el gran líder de este movimiento fue Kevin Garnett. Al presentarse al Draft en 1995 desde el instituto y ser escogido en la quinta posición, abrió las puertas para Kobe, McGrady, Stoudamire, LeBron, Dwight Howard y tantos otros que triunfaron en la NBA. Pero también ha habido fracasos.

Cuando un jugador se presenta al Draft desde el instituto, es porque cree que tiene algo especial; eso es indudable. Sin embargo, lo que el crea que es mejor para él, no siempre lo es. Muchos se precipitaban y llegaban a la NBA algo verdes. El talento y el potencial pueden estar ahí, o pueden haber llegado ya a su techo. Y eso es algo imposible de saber a nivel colegial. A riesgo de atrasar la entrada de alguna de estas estrellas en la liga, la NBA lo que prefiere es  asegurarse de que llegan jugadores ya formados y preparados para la competición que se encontrarán allí.

“Lo que busca la NBA es que los jugadores que llegan estén listos para su exigente competición.”

Desde que se aplicó esta regla, se ha visto una explosión de talento impresionante en la NBA, donde han llegado jugadores que habrían marcado época en otros momentos de la historia. No es baladí el nivel de preparación con el que aterrizan y que les permite competir y ser importantes desde el primer día. Una regla como esta es muy favorable para el desarrollo de la liga y para que esta mantenga un nivel mínimo de competitividad tan alto como se ha visto en la última década.

Lo que sí es un problema para ellos, es la cantidad de normas contractuales que hay en la NCAA. Los jugadores universitarios no están capacitados para ganar dinero por su cuenta con patrocinios o utilizando su imagen, lo cual les limita demasiado. Es por eso que algunos se muestran reticentes a “perder” un año como profesionales en la universidad. La solución a este problema no es eliminar la norma, sino proporcionar otras opciones. Si la G League continúa con el gran crecimientos que está demostrando ahora mismo, ese podría ser un escaparate para jugadores que tienen claro su futuro y quieren dedicar su vida al baloncesto desde el minuto uno. Es ovio que la NBA necesita proporcionar más opciones a sus promesas que, hoy por hoy, se ven limitados a ir a la universidad o marcharse a otros países. La competitividad en la liga debe mantenerse, lo que es discutible es como conseguirla.