Se avecinaba el partido más importante de la historia del Cuatro Rayas. Tras luchar por títulos europeos y por posiciones de Liga de Campeones en los últimos tiempos, el conjunto vallisoletano se citaba en Huerta del Rey para jugarse en un solo partido su permanencia en la Liga Asobal. 60 minutos para desafiar a la historia en un encuentro en el que también se decía adiós al mayor estandarte que ha dado el deporte del balonmano en Valladolid: Juan Carlos Pastor. O mejor, Don Juan Carlos Pastor que, tras 18 temporadas y 696 partidos como primer entrenador del cuadro pucelano, iba a despedirse del equipo de su vida rumbo a Hungría, más concretamente al Pick Szeged.

Por ello, durante toda la semana se había mentalizado a la gente para que asistiera a Huerta del Rey y hiciese del polideportivo una auténtica caldera dado la importancia del partido. Esto se debía a que el Cuatro Rayas, si quería depender de sí mismo debería ganar el partido. Sino, habría que esperar al termino del resto del partidos y a las cabalas. El público respondió y la tensión estaba servida.

Después de un más que merecido homenaje al Aula Cultural femenino por su reciente ascenso a división de honor comenzaba el partido. Como era de esperar, los nervios llegaron a orillas del Pisuerga lo que se tradujo en un 1-3 a favor de los rojiblancos. Puro espejismo ya que el Cuatro Rayas se soltó, y basado en una sólida y solidaria defensa igualó y superó en el marcador a los visitantes ayudado, en parte, por las exclusiones del Atlético de Madrid.

Con una gran efectividad, García Vega manejaba el ataque local a su antojo teniendo en Gonzalo Porras a su mejor acompañante. Esto hizo que los vallisoletanos pusieran tierra de por medio con un 9-7 de ventaja en el marcador. Además, Marko Krivocapic volvió a demostrar la profesionalidad que le caracteriza dejando hasta el último segundo todo el sudor sobre el campo. A pesar de una leve reacción madrileña, el Cuatro Rayas se fue al descanso con una leve ventaja en el marcador que hacía soñar a los suyos 15-14.

La reanudación volvió a poner los nervios en el cuerpo de los pucelanos. Con uno menos, los de Juan Carlos Pastor no podían parar a Julen Aguinagalde. El irundarra volvió a demostrar una vez más porque está dentro del cupo de mejores jugadores del mundo y aniquilaba en la línea de seis metros a los locales. A él se le unió Ivano Balic. Impresionante la calidad del croata que cada vez que la muestra su equipo baila sobre el parque.

Pero el Cuatro Rayas no podía dejarse llevar. Volvió a mostrar su gran defensa y unido a los continuos fallos del conjunto de Talant Dujshevaeb hicieron que los locales se pusiesen de nuevo al frente del encuentro. Una ventaja que ya no iban a dejar escapar hasta el pitido final. Con un parcial de 5-0 y un 26-21 en el marcador los pupilos de Juan Carlos Pastor empezaban a saborear la permanencia y con ello llegaban los primero abrazos en el banquillo.

Al final, en un continuo intercambio de golpes acababa el partido 30-25 y certificaba la permanencia del conjunto amarillo en la Liga Asobal. Pero no todo había acabado. El club vallisoletano quiso rendir homenaje a una de las personas más importantes de la institución. Juan Carlos Pastor decía adiós ante un Huerta del Rey abarrotado y dejó la frase que todo el mundo quería escuchar: "No es un adiós, es un hasta siempre".