​Hace casi cuatro años que a Ciudad Real le arrebataron un equipo que vio nacer y crecer hasta llegar a lo más alto. Cuatro años que para los aficionados al balonmano en esa ciudad han supuesto una eternidad. Ellos no tuvieron la culpa de que las cuentas no cuadraran y, sin embargo, fueron los más afectados.

Todo sucedió muy rápido. Se sabía que el club cada vez recibía menos apoyos económicos, pero no se conocía la extremada situación. El barco se hundía y sus integrantes no tenían el más mínimo conocimiento. De repente, un verano cualquiera, después de que el BM Ciudad Real consiguiera tres trofeos en la temporada 2010/11 (Supercopa de España, Copa del Rey y Copa ASOBAL), se hizo pública la situación del club a la vez que se lanzaba un ultimátum a los posibles patrocinadores. Ninguno se atrevió a dar un paso adelante, algo normal en los tiempos que corrían -y corren- en nuestro país, y al parecer la directiva no contaba con ello, mejor dicho, contaba con un mecenas que nunca llegó. Se pensó entonces que en Madrid encontrarían ese apoyo que ya no les brindaba Ciudad Real y así, sin más, un equipo entero abandonó sus raíces, el lugar que se lo había dado todo, en busca de un sueño que no tardó en truncarse.

Y así fue como el hijo se despidió de la madre, con la certeza de que no se volverían a ver y sin tener tiempo para asimilarlo. Ciudad Real ya nunca sería la misma, le habían robado una parte de sí misma. La localidad manchega -de unos 75.000 habitantes- y el balonmano habían caminado de la mano por toda Europa, poniendo el nombre de la ciudad en la cima europea y mundial. Y de repente, todo parecía haber sido una mera ilusión. Todo había desaparecido en unas semanas.

Un equipo irrepetible

El BM Ciudad Real celebrando la consecución de la Copa de Europa. Foto: deporadictos.com.

El BM Ciudad Real fue un equipo que rayó la perfección jugando al balonmano. El comienzo de su hegemonía coincidió con su traslado al Quijote Arena, en el año 2003, aunque antes ya había logrado conquistar una Copa ASOBAL y dos Recopas de Europa. Su mejor época fue bajo la dirección de Talant Dujshebaev, cuando dominó el panorama internacional logrando tres Copas de Europa (ahora denominada 'Champions League'). El BM Ciudad Real consiguió juntar cada año en su plantilla a 18 estrellas reconocidas mundialmente que lideraban sus selecciones nacionales. Son jugadores como Rolando Uríos, Mirza Dzomba, Jonas Kallman, Jérôme Fernandez, Olafur Stefansson, Julio Fis, 'Jota' Hombrados, Alberto Entrerríos, Arpad Sterbik, Didier Dinart, Siarhei Rutenka, Julen Aguinagalde, Joan Cañellas, Chema Rodríguez, Luc Abalo... y muchos otros más. Y todo este elenco de superclases fue comandado por Talant y Raúl González, dos entrenadores por los que media Europa se peleó tras la desaparición del Atleti.

El BM Ciudad Real marcó una etapa del balonmano nacional e internacional. Durante mucho tiempo fue el referente de todos los equipos, hasta que desapareció. La mejor plantilla del mundo por aquel entonces abandonó su tierra de la noche a la mañana, y hoy en día muchos la siguen buscando. Y es que existía una simbiosis perfecta entre equipo y afición que propició que en las citas importantes el Quijote Arena fuera un infierno para los rivales. Además, en las celebraciones de los títulos, la ciudad entera abarrotaba la Plaza Mayor para recibir a su equipo. Ciudad Real era conocida en toda Europa gracias al balonmano.

Hombrados celebrando la Copa de Europa en la Plaza Mayor. Foto: www.rtve.es.

El renacer del balonmano en Ciudad Real

El balonmano se desangraba, o eso se empeñaban en difundir los medios, pero estaban muy equivocados. El balonmano se hacía más fuerte, el balonmano renacía de sus cenizas tras haber sido pisoteado y engañado y demostraba su singularidad y su pureza. Todo parecía indicar que Ciudad Real y el balonmano no volverían a cruzarse, pero nada más lejos de la realidad. Pocos días después de la desaparición del BM Ciudad Real, lejos de resignarse a quedarse sin su amado deporte, una parte de su afición comenzó a trabajar en la creación de un nuevo club. Decidieron adoptar una escuela que siempre había estado ligada a la base del balonmano en Ciudad Real y que había sido su pilar fundamental: el Colegio Prado Marianistas. Esta institución acababa de llegar a un acuerdo con el BM Miguelturra, el cual tenía un equipo en la 2ª División Nacional (la cuarta en orden de importancia), de manera que su plantilla encabezó el nuevo proyecto. En cuestión de semanas, la creación del nuevo club era una realidad. Poco a poco se fue estableciendo la estructura y llegó el momento de bautizar un sueño marcado por la ilusión, y los aficionados optaron por BM Caserío Ciudad Real, en homenaje al Caserío Vigón, precedente del BM Ciudad Real.

Escudo del BM Caserío. Foto: www.caseriocr.com.

Además, la nueva institución incorporó una sección femenina, algo que el equipo de Domingo Díaz de Mera no hizo. Y así fue como la afición de Ciudad Real -porque le tocó a ella, pero podría haber ocurrido en cualquier lugar de España- dejó bien claro que el balonmano en nuestro país permanecía intacto y que lo que se desangraba era su dirección, pues la hemorragia se situaba en los despachos. Los clubes desaparecían (Portland San Antonio, Antequera, Teka Cantabria...), pero el balonmano seguía erguido. Los directivos le cortaban las alas, pero el balonmano seguía volando.

Mientras, en Madrid, el equipo prófugo consiguió encontrar cobijo en la institución del Atlético de Madrid y el proyecto se consumó. Sin embargo, dos años más tarde, volvió a repetirse la historia y el equipo se quedó sin apoyos, lo que conllevó su desaparición definitiva. Esa noticia no provocó cierta alegría entre las gentes de Ciudad Real, como se podría pensar, sino que sintió como suya la estocada definitiva al hijo que tanto sufrimiento le había provocado pero que, como madre que era, nunca dejó de querer. Sin embargo, en la localidad manchega las cosas volvían a ser como en un principio: había un equipo modesto, que aún no contaba con mucho apoyo, pero que desbordaba ilusión. Además, ese equipo no estaba solo, sino que, tras la marcha total del BM Ciudad Real -el Atleti siguió entrenando en el Quijote Arena durante el primer año en Madrid y mantuvo su base en la ciudad manchega-, la cantera que había quedado desamparada y que también poseía un equipo en la 2ª División Nacional decidió igualmente fundar un nuevo club: el BM Alarcos Ciudad Real.

Escudo BM Alarcos. Foto: www.bmalarcos.com.

De esta manera se forjó una sana rivalidad que procedía de los enfrentamientos entre Marianistas y la cantera del BM Ciudad Real. Podríamos decir, en términos generales, que Caserío heredó la afición más fiel del BM Ciudad Real y Alarcos recibió su cantera. El tiempo pasó y ambos proyectos se consolidaron y, aunque las primeras temporadas fueron de asentamiento y a pesar de que los dos equipos militaban en una liga muy precaria, los derbis entre Caserío y Alarcos fueron presenciados por nada más y nada menos que 1.000 personas -la asistencia media en ASOBAL solo supera este registro por unas pocas centenas- y quienes resultaban vencedores acariciaban la gloria. ¿Y de verdad nos teníamos que creer que el balonmano en Ciudad Real y en España estaba muerto?

Los resultados no se hicieron esperar y el trabajo y la ilusión dieron sus frutos. En el verano de 2013, Ciudad Real dio un salto en el panorama del balonmano nacional tras haber sido arrojada al abismo más profundo: el Caserío se proclamó campeón de Liga y tras disputar la fase de ascenso consiguió subir a 1ª División Nacional. Además, el Alarcos, a pesar de no haber finalizado la competición en puestos de ascenso, fue invitado a participar en la misma liga que su rival debido a una remodelación de la base que provenía de la Federación, y el club aceptó el reto. Asimismo, el equipo femenino del Caserío logró ascender a División de Honor Plata, la segunda en orden nacional. Los clubes seguían creciendo en el aspecto económico y en cuanto al apoyo social que recibían. Todo funcionaba. Ciudad Real volvía a latir al ritmo de balonmano.

Dos años más tarde, han sido cuatro equipos de la provincia manchega los que han disputado la 1ª División Nacional, pues el BM Manzanares y el Cátedra 70 (Malagón) consiguieron ascender. Sin embargo, la situación ha dado un vuelco que ha separado el camino de Alarcos y Caserío. Solo han sido suficientes dos temporadas para que el balonmano de Ciudad Real vuelva a dar un paso de gigante hacia la cima nacional, pero ha surgido un imprevisto de última hora con el que nadie contaba: el Alarcos, tras disputar la fase de ascenso a División de Honor Plata por segundo año consecutivo, ha conseguido ascender al último escalón que le separa de su objetivo. Sin embargo, el Caserío no ha podido mantener la categoría y ha dado un paso atrás en su remontada. Se acabaron los derbis y se acabó esa rivalidad tan bonita cargada de sentimiento que distinguía al balonmano ciudadrealeño de cualquier otro. Por el camino se quedan pabellones repletos con ambas aficiones enzarzadas en una batalla de cánticos para alentar a su equipo, pero no es un adiós definitivo. La meta de ambos equipos es la Liga ASOBAL BAUHAUS, y tarde o temprano se encontrarán en lo más alto para repetir sus batallas a vida o muerte. Además, la base seguirá ofreciendo partidos espectaculares a base de 'miniderbis'.

El Alarcos celebrando el ascenso. Foto: www.lanzadigital.com.
El Alarcos celebrando el ascenso. Foto: www.lanzadigital.com.

A pesar de la desafortunada separación, el balonmano de Ciudad Real ha estallado y ya no puede haber nada ni nadie que lo detenga. En apenas tres años el Alarcos ha escalado dos posiciones en la carrera por llegar a la ASOBAL y la próxima temporada será crucial para involucrar a toda la ciudad en el ambicioso proyecto y darles un golpe de realidad a aquellos que dicen que el balonmano en España se desangra. El BM Ciudad Real tocó el cielo conquistando tres Copas de Europa y, aunque parezca desorbitado, el Alarcos y el Caserío pretenden restablecer la hegemonía del balonmano ciudadrealeño. El coraje y el orgullo devolverán a Ciudad Real al sitio que se merece y de donde nunca debió haber sido empujado.

La segunda vida del Quijote Arena

En medio de este ir y venir, el Quijote Arena ha permanecido estático, ajeno a la lucha que se estaba librando en Ciudad Real. El mítico pabellón que acogió la divinización del BM. Ciudad Real y lo defendió ante rivales llegados de toda Europa, fue inaugurado en 2003 para albergar los partidos del conjunto de la ciudad en sustitución del Pabellón Puerta Santa María, que se había quedado pequeño.

Desde entonces, 5.863 espectadores han acompañado a su equipo en remontadas épicas, en títulos que se escaparon en un suspiro, en bienvenidas, en despedidas... excepto en la definitiva. Sin embargo, el Quijote Arena sí que tuvo la oportunidad de despedirse de la vida, y tuvo un año entero para hacerlo, consciente del trágico final que acompañaría al cierre de la temporada. Y es que el BM Atlético de Madrid, durante su primer año, continuó entrenando en el fortín manchego y solo se desplazaba a Madrid para disputar los partidos.

El verano llegó y el Quijote cerró, y consigo quedaron guardados miles de recuerdos y de imágenes. Domingo Díaz de Mera entregó las llaves del pabellón al Ayuntamiento, pero este fue incapaz de

Así quedó el pabellón tras la fiesta. Foto: www.superhandball.com
Así quedó el pabellón tras la fiesta. Foto: www.superhandball.com

mantenerlo debido al gasto que conllevaba hacerlo y el Quijote murió, pero estaba condenado a mantenerse en pie y a luchar contra el paso del tiempo, pero perdió la batalla. Un año después, en el verano de 2012, en la feria de la ciudad los jóvenes ciudadrealeños profanaron el templo del balonmano improvisando en sus aledaños un botellón que se repitió también al año siguiente. Miles de recuerdos fueron pisoteados.

Sin embargo, cuando el Quijote Arena parecía no ser capaz de aguantar más y estar a punto de venirse abajo, el Ayuntamiento decidió reformarlo con una aportación de casi dos millones de euros. El pabellón volvió a abrir sus puertas en diciembre de 2013 para acoger el Mundial de fútbol sala femenino, pero que un estadio histórico del balonmano fuera 'reciclado' de tal manera era un primer paso muy tímido. Él quería balonmano, y lo consiguió. Meses después, poco antes del comienzo de la temporada que acaba de terminar, se anunció que el Quijote Arena sería la nueva casa del BM Alarcos. Por su parte, el Caserío rechazó trasladar sus partidos de lugar.

Esta fue la manera en la que el Quijote resucitó y se volvió a dar de bruces contra la vida. Dos años más tarde, el mítico pabellón vuelve a dar cobijo a un equipo de balonmano y a su afición. Han cambiado muchas cosas, pero el estadio sigue guardando esa magia, ese ambiente de leyenda que recuerda que tiempos pasados siempre fueron mejores. Además, no ha querido olvidar a quien fuera su familia y aún conserva el recuerdo de todos sus jugadores en sus paredes, con posters cargados de recuerdos y de cierta tristeza. Ahora, el Quijote Arena cruza los dedos para que nunca más le abandonen, para que la vida no le vuelva a decir adiós jamás.

Así lucía el Quijote Arena en el derbi de la pasada temporada. Foto: Brígido Fernández.
Así lucía el Quijote Arena en el derbi de la pasada temporada. Foto: Brígido Fernández.

Esta historia no se habría podido escribir de no haber sido por la constancia y el esfuerzo de los dos nuevos clubes. Ambas estructuras han trabajado para devolver la ilusión a Ciudad Real, y lo han conseguido. Juan Pablo Marciel, presidente del BM Alarcos, nos ha reconocido que el traslado del BM Ciudad Real fue "una tristeza" y que "pasar de disfrutar de lo máximo a la nada fue una pena para todos". A pesar del surgimiento de las dos nuevas entidades, no cree que la nueva situación haya beneficiado a Ciudad Real, pues "perder un equipo de élite mundial nunca puede ser un cambio a mejor".


"No hay equipo que venga al Quijote Arena y no se haga unas cuantas fotos"Respecto a la vuelta del equipo al Quijote Arena, el dirigente se ha mostrado muy agradecido: "Significa mucho para el club y para cualquier aficionado a este deporte. Es la meca del buen balonmano. No hay equipo que venga y no se haga unas cuantas fotos". En cuanto al reto que el club afronta de cara a la próxima campaña con el ascenso a División de Honor Plata, Marciel ha dejado ver la ilusión que le produce y ha manifestado su convicción de que el club también conseguirá ascender en el aspecto económico y social, ya que "la afición tiene ganas de buen balonmano, de balonmano de élite". De hecho, en el club se espera que la próxima temporada 1.500 alarquistas apoyen a su equipo en cada cita en el Quijote Arena. El presidente también se ha referido a los objetivos del equipo y, aunque a corto plazo la meta es "conocer la competición y mantenerse", no ha ocultado el sueño del club: "la ASOBAL".

Juan Pablo Marciel. Foto: www.lanzadigital.com.

Por último, Juan Pablo Marciel ha hecho alusión al descenso del Caserío y ha expresado su pesar por no poder asistir a más derbis ligueros en la próxima temporada, pues es "un partido de máxima emoción que atrae a mucha afición al pabellón y que se vive con intensidad". Sin embargo, también ha recalcado que este año habrá partidos contra "históricos como Valladolid, Antequera o Academia Octavio".

Por su parte, el presidente del BM Caserío, Antonio Caba, nos ha transmitido su "desacuerdo" con la forma en la que se solventaron los problemas económicos del BM Ciudad Real, pues "se podría haber hecho un proyecto más modesto". Sin embargo, aunque piensa que fue un cambio a peor, ha reconocido que la nueva situación ha beneficiado a la cantera, ya que "ahora puede jugar en categorías nacionales".

Antonio Caba. Foto: www.lanzadigital.com.

En cuanto a su negativa a trasladar sus partidos al Quijote Arena, Caba ha reconocido que se pensó en la "presión deportiva de los aficionados sobre rivales y árbitros", argumentando que el Príncipe Felipe -pabellón donde disputan sus encuentros- lleno es "una olla a presión", pero esa misma cantidad de aficionados sería "casi insignificante" en el Quijote. El presidente también ha hecho alusión a su relación con el BM Alarcos, la cual ha definido de "rivalidad deportiva en la cancha y de cordialidad fuera de ella". Respecto a la bifurcación del camino de ambos equipos, piensa que es una "mala noticia", porque "un derbi siempre es atractivo y mantiene el interés por el balonmano al menos durante dos semanas al año"; pero "a su vez es buena noticia porque significa que alguno de los dos clubes ha ascendido de categoría".

"El descenso nos ha hecho reflexionar y aprender de los errores"En relación al descenso del Caserío, Antonio Caba sostiene que les ha hecho "reflexionar y aprender de los errores en cuanto a la gestión del club", pero han puesto "remedios a esos problemas". Aun así, tanto el equipo masculino como el femenino, "serán equipos confeccionados para alcanzar grandes objetivos". Por último, ha calificado el apoyo de la afición de Ciudad Real de "aprobado", pero piensa que "si se le vende un buen producto, seguro que lo compraría", y ese debe ser su objetivo. "Incondicionales tiene todo el mundo, pero hay que tratar de conquistar a esos otros que no se decantan por ningún deporte al cien por cien", ha expresado Caba. En cuanto al apoyo de las entidades, se declara "muy agradecido", pues "hacen lo que pueden". Sin embargo, ha tachado la ayuda de las instituciones públicas de "insuficiente", pero ha reconocido que la disponibilidad ha estado "en muy buena sintonía".

Así pues, esta es la historia que cuenta cómo una ciudad entera ha conseguido levantarse tras haber sido privada de su bien más preciado. Una historia de hidalgos sin lanza; de vencedores, y no de vencidos. Una historia que ha sido escrita por una afición, y no por gente de corbata. Así ha sido como el balonmano en Ciudad Real ha vuelto al lugar en el que las hazañas se sucedieron, y es que hasta el Quijote Arena se ha querido sumar al plantón que este deporte le ha hecho a los críticos de su salud en España. El ejemplo del Caserío y del Alarcos demuestra que el balonmano es un deporte singular que se mueve por sentimientos y no por dinero, como muchos se empeñan en afirmar. Los equipos continuarán cayendo, los jugadores seguirán marchándose... pero el balonmano permanecerá impasible conservando su esencia. La mala gestión y la falta de apoyos económicos no conllevarán que este deporte decaiga, porque los éxitos del balonmano no se traducen en resultados deportivos. El balonmano habla en términos de valores, de pasiones indomables, emoción y diversión, y todo esto con un único objetivo: disfrutar del juego. El balonmano no se desangra, lo que se desangra es su dirección.

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Sobre el autor
Álvaro Merino
Periodismo en la UMA.