La jornada del día 2 de julio del XXIII Campeonato Mundial de Balonmano Universitario comenzó con tres encuentros que buscaban dictaminar la clasificación comprendida entre la quinta y octava posición en el cuadro femenino.

Japón reacciona y destroza a Chequia en la segunda mitad

La lucha por el quinto y el sexto puesto enfrentaba a las selecciones de República Checa y Japón. Los combinados habían accedido al cruce tras vencer el día anterior a los equipos colistas de la fase de grupos, India (37-12) y Uruguay (34-18) respectivamente.

Ambas selecciones habían terminado la fase de grupos en tercera posición de los grupos Y y Z, tras obtener una única victoria en tres partidos, lo que las alejaba de la lucha por las medallas, pero dejaba en suspenso la posibilidad de realizar una buena actuación en lo que quedara de torneo.

El conjunto checo tuvo un inicio fulgurante, que se tradujo en el 0-4 que en apenas tres minutos campaba por el tanteador del Argüelles. Buena parte del mérito de ello lo tuvieron las recuperaciones de balón y la actuación de su lateral izquierdo Gabriela Nygrýnová.

A la fiesta checa fueron convidadas la extremo izquierdo Verónika Malá, segunda máxima goleadora del torneo, y la extremo derecho Katerina Novotná; pese a lo cual la bancada japonesa mostró un repunte en su juego ofensivo, que se topó con el buen momento de forma de la guardameta Lucie Satrapová (3-8, minuto 17).

Sin embargo, la selección japonesa fue entrando poco a poco en el partido al clarificar sus opciones e ideas en el plano ofensivo, que empezaba a estar guiado más por acciones efectivas que por la garra, por lo que empezaron a tomar un ritmo anotador semejante al checo (8-13, minuto 25), capitaneados por Miki Mita. La primera mitad culminó con una ventaja  polaca equivalente a su fulgurante parcial obtenido en su entrada en el terreno de juego (10-14).

La actuación de Nygrýnová y Malá, de lo mejor de Chequia en la fase final

La dinámica que habían seguido ambos equipos durante la primera mitad continuó tras la reanudación. El cuadro europeo pareció alejarse en el marcador poniendo los siete tantos de diferencia (14-21, minuto 40), pero las japonesas reaccionaron a tiempo, anotando un parcial de 9-1 gracias a varios contraataques y ataques intensos y certeros (23-22, minuto 50) y a una mejora en la labor defensiva en el robo de balón y en portería con buenas intervenciones de la guardameta Atsuko Baba.

La ventaja que las checas venían amasando desde el pitido inicial se había esfumado, en lo que mucho tuvo que ver la práctica desaparición en el juego de las artilleras que habían tirado del conjunto en la primera mitad. Adrianna Nowicka rompió la racha de sequía anotadora de su equipo, en un mensaje claro y evidente para sus rivales: mientras siguieran sobre la pista, lucharían por la victoria, puesto que sus opciones de vencer aún permanecían intactas.

La incapacidad de frenar la reacción japonesa condenó a Chequia

La igualdad se rompió con un nuevo parcial de 3-0 a favor de las niponas, que las ponía a un solo paso del triunfo y de la consecución de la quinta plaza (26-24, minuto 58). Las asiáticas no erraron el ataque decisivo y se alzaron con una victoria fundada en una gran actuación en los últimos quince minutos (28-26).

Por otra parte, el partido que enfrentaba a las dos selecciones femeninas que aún no habían ganado partido alguno, India y Uruguay, se resolvió a favor de las asiáticas al imponerse en los últimos minutos por un 22 a 23, que les permite acabar en la séptima plaza de la clasificación. Su triunfo es ciertamente sorprendente, debido a la lacra numérica y a la importante cifra de goal average en contra que arrastraban. Otro importante logro obtenido por las indias ha sido conseguir batir su récord anotador del torneo.

Polonia se impone con más problemas de los esperados

El encuentro que buscaba discernir qué selección se llevaba a casa la medalla de bronce del torneo enfrentaba a Rusia y Polonia, las dos selecciones clasificadas en el grupo Z y que habían caído derrotadas en el cruce de semifinales del día anterior ante Rumanía (21-18) y la selección anfitriona (19-21), respectivamente.

La selección polaca había realizado una fase de grupos impoluta, al contar sus partidos por victorias y desarrollar un gran juego. Sin embargo, en su camino hacia la victoria final se toparon con la efectividad ofensiva y defensiva de las Guerreras, en un partido que se decidió por pequeños detalles.

Por otra parte, Rusia había obtenido la segunda plaza de su grupo al vencer a Chequia y Uruguay y caer derrotada por la propia Polonia en un partido con el ajustado resultado de 24 tantos a 27; por lo que se trataba de un precedente que daba alguna que otra pista acerca de los cauces por los que se iba a desarrollar el encuentro.

El inicio del partido estuvo marcado por una mala noticia para los intereses polacos: la jugadora Tereza Kubackova tuvo que salir del campo lesionada, cogida en brazos por el equipo médico, cuando apenas había pasado un minuto del partido. La igualdad fue otra constante que se impuso; los primeros minutos fueron un festival de goles por parte de las dos selecciones, que venía a demostrar por qué se han quedado a las puertas de disputarse el título en la gran final. Las pérdidas de balón eran sinónimo de letales contraataques y veloces ataques que se traducían en un ritmo de consecución de tantos elevado (7-7, minuto 10).

El "dúo Aleksandra" y Noga sobresalieron en el ataque polaco

Polonia aprendió del marcaje individual realizado sobre Zych en el fallido encuentro de semifinales ante España, y probó durante varios minutos a ejercer esta defensa sobre Victoria Divak, manteniéndola aislada del juego a la altura de la mitad de la cancha. Sin embargo, pronto comprobó que no constituía un gran impedimento para el ataque ruso, por lo que desechó esta opción y volvió a enrocarse en el 6:0.

El trepidante ritmo anotador de los diez minutos iniciales disminuyó cuando los dos conjuntos se asentaron en el campo. Polonia tomó la manija anotadora y consiguió su primera ventaja clara en el ecuador de la primera mitad (9-12, minuto 17), tras unos buenos tantos del “dúo Aleksandra”, conformado por la lateral derecho Zych y la pivote Dorsz.

Polonia continuó con su dinámica positiva y ensanchó su ventaja en dos tantos más (10-15, minuto 25). La selección femenina rusa contaba con un importante apoyo en el graderío, puesto que la selección masculina se había desplazado al Fernando Argüelles para animarlas durante el encuentro.

Finalmente, la ventaja polaca al llegar al descanso era de cuatro goles (13-17); una renta que se esfumaría en la segunda mitad.

Aunque la guardameta Adriana Placzek, la pivote Noga y la primera línea Reshetnikova se echaron a cuestas el equipo, su labor fue insuficiente para frenar el buen momento de las rusas, que consiguieron empatar el encuentro (20-20, minuto 40), a lo que contribuyó la buena actuación ofensiva de jugadoras como Chigrinova, Divak o Nosikova.

Tras la remontada momentánea, el cuadro exsoviético se mantuvo siete minutos sin anotar, momento que aprovechó su adversario para obtener un parcial de 4 a 0 con el que volvía a poner tierra de por medio (20-24, minuto 47).

Las posibilidades rusas permanecieron intactas hasta el final

Polonia volvió a optar entonces por ejecutar una defensa individual para mantener aislada del juego, en esta ocasión, a Karpacheva. El resultado llevaba varios minutos prácticamente estancado, a causa de la intensidad defensiva que mostraban ambos equipos. El reloj del tanteador del Argüelles avanzaba y el conjunto ruso se mantenía a una distancia reducida de goles con respecto a su rival (25-26, minuto 57).

Las líderes del grupo A erraron su último ataque, por lo que Rusia contaba con la posesión del balón para buscar el empate cuando quedaban 20 segundos de partido. Sus rivales realizaron una gran defensa y ninguna de las jugadoras vio una acción factible de lanzamiento. El encuentro finalizó con un último intento ruso desde el golpe franco, que no consiguió traspasar una muralla humana polaca que se tornó inexpugnable (26-27).