En la mañana del 3 de julio se citaban en el Argüelles las dos selecciones que habían resultado derrotadas en sus respectivas semifinales el día anterior.

En el caso del combinado español (segundo clasificado del grupo B), había claudicado tras haber sido superado con claridad por Rumanía (primera clasificada del grupo B) en la primera mitad del encuentro (18-11). El brillante parcial que consiguieron a la vuelta del descanso, que permitió neutralizar la ventaja rival y volver a poner las tablas en el marcador, abrió las puertas a la esperanza. La selección de Europa del Este reaccionó entonces, siendo perseguida en el marcador por unos 'hispanos' que querían culminar su gran segunda mitad. Sin embargo, la figura de Iancu emergió en los minutos finales para detener las acometidas rivales y dar el pase a la final a su equipo.

Mientras que el primer cruce había sido íntegramente europeo, la segunda semifinal enfrentaba a conjuntos asiáticos. Ambos combinados permanecieron prácticamente pegados en el marcador hasta el minuto final. Un arreón surcoreano (segundo clasificado del grupo B) acababa con el sueño de la primera clasificada del grupo A.

Al pertenecer al grupo B, los equipos ya se habían visto las caras previamente a la fase final. En la última jornada de la fase de grupos, los japoneses habían conseguido derrotar a la selección anfitriona por 28 unidades a 33, en un partido que tuvo como máximo anotador a Hiroki Hori. Los anfitriones no consiguieron mantener la renta de tres tantos de ventaja que llevaban al descanso (16-13) y sus rivales se hicieron con una victoria que significó su clasificación como primero de grupo.

La efectividad española en ataque encarrila la "final"

La meta 'hispana' iba a ser defendida en el inicio de la final de consolación por el guardameta del Balonmano Antequera, Francis Maireles. Japón deslumbró en los primeros minutos por la velocidad de sus ataques, circunstancia que dejó descompuesta la defensa rival y a su cancerbero. Los jugadores españoles también conseguían superar con facilidad la defensa japonesa. El resultado de esta situación consistió en el empate a siete que mostraba el tanteador del pabellón en apenas diez minutos de encuentro disputados.

Los hombres de ataque del cuadro asiático buscaban realizar rápidas transiciones entre el central y los laterales para encontrar huecos que permitieran dar paso a lanzamientos exteriores y conexiones con los extremos. El técnico español decidió dar entrada a Carlos Barbero en la meta buscando reducir el ritmo anotador del conjunto rival.

Adrià Figueras anotó más de la mitad de los tantos de su equipo (15 goles)

El equipo peninsular encontró la principal brecha de la defensa japonesa, y por consiguiente, su mayor activo en el plano anotador en los lanzamientos exteriores y en penetración de los laterales izquierdo y derecho, Borragán y Requena, que lograban quedar desmarcados o superar a sus pares creando un carril para acceder al área de portería. Poco podía hacer el meta Kato ante la llegada en carrera de los laterales españoles, logrando estos unos tantos que a la postre serían importantes para su equipo, pese a que no siempre su posición era la más favorable.

Aunque los primeros minutos se caracterizaron por las escasas intervenciones de los guardametas, una vez transcurrido el primer cuarto de hora y las dos selecciones se asentaron definitivamente en el campo, el ritmo anotador se redujo. Barbero empezó a realizar sus primeras detenciones y dejó estancado a su rival alrededor de la cifra de 10 goles, lo que permitió a los locales obtener su primera renta clara (16-10, minuto 23).

Tokuda, máximo anotador de Japón con 7 goles

La nota negativa de la primera mitad fue la expulsión del extremo José Cuenca en el minuto 15, a causa de una acción sobre el japonés Mizumachi, que dejó descolocada la nariz a este último.

Los asiáticos dieron un último arreón en los minutos finales de la primera mitad, gracias a certeros contraataques y las ya mencionadas dinámicas transiciones de balón, que creaban huecos que dejaban a los japoneses opciones de lanzamientos francas en el centro de la defensa española. Finalmente, el tanteador del Argüelles mostraba un marcador alto al final del primer tiempo (19-15, minuto 30).

Los 'hispanos' debían tratar de preservar una renta de cuatro tantos de cara al segundo tiempo para alzarse con la medalla de bronce del campeonato, distancia que no les debía hacer confiarse, ya que en el encuentro de la fase de grupos se habían ido al descanso con una ventaja similar, que finalmente había sido dilapidada.

Figueras decide y anula el acercamiento asiático

El buen inicio de segunda mitad por parte de los japoneses les permitió abrir una nueva dinámica de acercamiento a sus rivales en el marcador. Su juego atacante parecía encontrar los espacios necesarios para superar a la defensa española y plantarse en el área de portería. Una vez llegados ahí, realizaban lanzamientos en penetración que resultaban efectivos para batir al guardameta del Balonmano Guadalajara (22-19, minuto 38).

Buena actuación japonesa en la segunda mitad

Guillermo Plaza solicitó tiempo muerto para detener la pájara ofensiva que acusaban unos 'hispanos' que parecían haber perdido la contundencia del primer tiempo, acosados por la intensidad defensiva adversaria y los lanzamientos errados.

Los asiáticos seguían explotando la baza de la entrada en penetración por los carriles izquierdo y derecho. La distancia se redujo a un único gol.

Llegó entonces el punto de inflexión del ataque español, que logró desatascarse optando por las transiciones rápidas de balón y a la conexión con los extremos y el pivote, dejando por el momento de lado los lanzamientos exteriores de los laterales. Tras los tantos anotados por Figueras y David García, el luminoso volvía a mostrar una diferencia entre los dos conjuntos equivalente a la existente en el descanso (25-21, minuto 44).

Pese a la mayor soltura en el juego del combinado anfitrión, los japoneses no habían dicho ni mucho menos su última palabra. Un contraataque finalizado de manera certera les puso a un tiro de piedra de un nuevo empate (26-25, minuto 50).

Las paradas de Barbero en los siguientes minutos fueron trascendentales, si bien es verdad que el brazo de los artilleros asiáticos se vio superado por la tensión y falló a la hora de la verdad, mandando un penalti que podía haber puesto la igualada a las redes que protegen a los aficionados.

Pero sobre todo fue esencial la actuación de Adrià Figueras, que demostró que, como todo buen capitán y jugador estrella que se precie, es capaz de tirar de su equipo y de sus compañeros en los momentos más complejos. El jugador de la ciudad condal anotó tres tantos consecutivos que dieron la victoria a España. Consiguió perforar la portería adversaria combatiendo en los seis metros con sus defensores para revolverse de cara a portería. No le falló el pulso para transformar el siete metros que él mismo había conseguido provocar (29-26, minuto 59). 

Sus tantos fueron definitivos, y permitieron a la selección española "B" vencer a una selección ante la que habían caído derrotados pocos días atrás y llevarse así una merecida medalla de bronce del XXIII Campeonato Mundial de Balonmano Universitario de Antequera. Olvidado quedaba que unos jugadores de otra galaxia los habían apartado (a base de mucho esfuerzo) el día anterior de su camino hacia el título. Esta selección y estos jugadores prometen.

Jugadores y técnicos de la selección española masculina al final del partido.
Jugadores y técnicos de la selección española masculina al final del partido.
Clasificación de la categoría masculina del XXIII Mundial de Balonmano Universitario
1 Rumanía
2 Corea del Sur
3 España
4 Japón
5 Egipto
6 Rusia
7 Portugal
8 China Taipei