El Flensburg no se anduvo con tonterías ante el Rhein-Neckar Löwen e hizo gozar a la grada perteneciente a su afición en el O2 World de Hamburgo. La primera parte fue bastante igualada, aunque se veía un juego algo mejor de los de Flensburgo, los cuales cuajaron una segunda parte magnífica y evaporaron toda aspiración del equipo rival. 

Una primera parte vistosa e igualada

La primera parte comenzó de una manera realmente trepidante, obteniendo así una combinación realmente explosiva: juego rápido y vistoso, combinado con defensas dignas de la talla de estos grandísimos jugadores. Se llegó al ecuador de la primera parte, con el luminoso marcando el 8-7 a favor del Rhein-Neckar Löwen, tras haber hecho un parcial de 2-0. El partido se veía a ser denominado como el gran partido del día, entre dos equipos y aficiones que lo dan todo por su elástica.

Transcurría el partido con 12-14 en el marcador a favor del Flensburg. El equipo dirigido por Ljubomir Vranjes conseguía remontar y poner una diferencia de dos tantos en cinco minutos. El “efecto Moller” comenzaba a surtir efecto. Concluía el final de la primera parte con un 16-18 a favor del Flensburg, y con todo el pescado por vender en la segunda parte, o al menos, eso parecía.

En  esta primera parte fueron de elogiar las grandes actuaciones que brindaron los porteros de ambos equipos (Mikael Appelgren, por parte del Rhein-Neckar Löwen, y  Kevin Moller, por parte del SG Flensburg-Handewitt, el cual saltó al terreno de juego en el minuto 16 para sustituir a Mattias Andersson).

El Flensburg aumentó su ventaja durante la segunda parte

Visto lo visto en la primera parte, la segunda se avecinaba espectacular. Y así lo fue durante los primeros diez minutos, en los cuales los dos equipos aún disputaban el encuentro. En el minuto 41, Nikolaj Jacobsen pidió tiempo muerto para intentar enderezar el partido, ya que a su equipo se le veía falto de ideas en ataque.

Éste no surgió mucho efecto en sus jugadores, ya que al pedir Ljubomir tiempo muerto en el 45, el luminoso seguía marcando una distancia de tres goles respecto al Flensburg. A partir de este instante, el equipo de Flensburgo se dedicaría a disfrutar de lo que restaba de encuentro, y ni el tiempo muerto en el 46 de Jacobsen pudo detener la sangría del equipo que va líder en La Liga Alemana.

Con un marcador de 21-27 en el minuto 50, el Rhein-Neckar Löwen tiró la toalla por intentar conseguir el triunfo que le hubiese llevado a disputar la final contra el THW Kiel (el cual había pasado tras ganar al Leipzig por 32 a 35). El Flensburg continuó a lo suyo y siguió ampliando la ya amplia (valga la redundancia) distancia que mantenía con los de Mannheim. Al final, el encuentro acabó con el sorprendente marcador de 23-33 y con un Rhein-Neckar Löwen que había sido eliminado en dos semanas de dos competiciones distintas (primero fue la EHF Champions League y después La Copa).

Kevin Moller, fundamental

La segunda parte tuvo un nombre propio: Kevin Moller (aquí la explicación del ya antes mencionado “efecto Moller”). Cada vez que el Rhein-Neckar Löwen tenía la opción de acortar distancias y venirse arriba para intentar remontar el marcador, ahí estaba el portero del Flensburg para desmantelar opción alguna.

Como dato curioso, el cual demuestra la deportividad y la razón de porque es tan grande la afición alemana, a falta de dos minutos del final del encuentro, todo el pabellón del O2 World (tanto la afición del Leipzig, del Kiel, del Flensburg o del Rhein-Neckar Löwen) se puso en pie para aplaudir la gran gesta que había conseguido el SG Flensburg-Handewitt.