Nadie podría cuestionar que estamos ante un boxeador excelente, que consigue resultados innegables a través de un boxeo defensivo muy efectivo. No, desde luego que nadie podría cuestionar eso. Sin embargo, un sector cada vez más grande del público comienza a hablar de los tediosos combates del púgil. Es cierto que gana, y que eso debería ser lo más importante para el boxeo, pero en un mundo donde mandan los contratos televisivos, las apuestas y un público que demanda peleas sangrientas, que puedan recordar y hablar de ellas con sus amigos en el trabajo, quizá el trabajo de Guillermo este de alguna forma incompleto.

Es desde luego un boxeador muy rápido atrás, muy bueno a la contra, escurridizo en la lona y muy difícil de encontrar con los puños. Sin embargo, le falta agresividad. Hay una gran diferencia entre boxear en la distancia al rival, pegándole elegantemente sin recibir daño, y tirar puñetazos al rival desde la esquina y corretear alrededor lanzando jabs que no llegan a su objetivo y acabando combates a los puntos sin un mísero corte en el labio. La gente se aburre y si la gente se aburre, deja de ver esos combates, lo que supone que los verdaderos dueños de este deporte, que ojalá fuesen los propios boxeadores pero que por el contrario son los que llenan sus bolsillos de dinero, dejen de patrocinar estos combates que pecan en falta de espectáculo.

Foto de ESPN Rigondeaux - Nolito

Rigondeaux, un púgil que ya ha controlado el ámbito deportivo del boxeo, tiene un largo camino por recorrer si quiere abrirse paso a través del cruel mundo del espectáculo. Tene que ofrecernos unos combates más agresivos, que pongan los pelos de punta al respetable, lo cual a la larga le dará más y mejores combates.

Esperemos que el doble medallista de oro olímpico encuentre la manera de ofrecer mejores combates sin abandonar su estilo completamente y que empiece de nuevo a llamar la atención no solo por combates de buen boxeo sino también por un buen espectáculo.