Con paz y sin prisas, el diablo apareció por Macao para llevarse con él a un tímido Chris Algieri, que quiso correr y correr para evitar el final que sabía, no iba a tardar en llegar. Finalmente el tridente de la bestia atravesó a su víctima, que levántandose del suelo media docena de veces, acabó por cruzar las puertas del infierno y convertirse así en una nueva víctima de alguien cuyo palmarés no hace más que crecer y crecer.

Estrella emergente e invicto. Ese chico soñador de Nueva York que soñaba con ser campeón mundial ante una leyenda del deporte de las dieciséis cuerdas y que podría protagonizar cualquier película norteamericana encarnando al ídolo local que a base de trabajo y esfuerzo obtiene su recompensa derrotando a los más temibles rivales. Sin embargo el guión de esta película lo debió de escribir el más macabro Tarantino, porque el sueño de la estrella se convirtió en una pesadilla de doce asaltos que terminó con el sonido de una campana que lo llevó de vuelta a la realidad, aquella en la que su rival ocupa un trono en la historia difícil de suplantar.

Con más corazón que boxeo y con más miedo que valentía quiso Algieri escapar de las garras de Manny Pacquiao, pero el filipino ya aguardaba tranquilo y siguiendo al pie de la letra su plan, a que su víctima cediese a su poder.

Bailar con la más fea, una y otra vez

El plan de Chris Algieri era simple a su modo de ver. Correr y cansar a Manny para, posteriormente, intentar noquearle. Sin embargo ese plan tan poco brillante no contaba con un detalle, el rival era Manny. Algieri intentó bailar los primeros rounds evitando los golpes, pero en el primer asalto ya recibió el sabor de la zurda de Pacquiao, famosa por su precisión y velocidad. A partir de ahí el combate fue un calco asalto por asalto en el que Algieri intentaba correr y escapar de una bestia que, sin cerrar muy bien el ring, encontraba a su presa y la golpeaba hasta caer, así hasta seis ocasiones.

Manny se mostró tranquilo durante todo el combate, sin cometer errores ni forzar en exceso. Lució lo que pudo ante un rival que nada quiso hacer para brillar. Dice el refrán que "dos no pelean si uno no quiere" y esta vez, Algieri no quiso hacerlo, se conformó con escapar, pero nadie le avisó que en un ring no escapa nadie.

Finalmente, los jueces otorgaron unas tarjetas resultantes de 119-103 (x2) y 120-102. Un resultado nada común y bastante humillante el mundo del boxeo.


'He's got to fight me?'

Gritaba Manny al acabar, entre risas, cuando Kellerman le preguntaba por Floyd Mayweather. El grito, correspondiente a un anuncio que el propio Manny ha protagonizado esta semana no dejaba lugar a dudas, Pacquiao sigue queriendo pelear con Floyd, pero es el norteamericano el que, mientras sube imágenes y vídeos a sus redes sociales alardeando de sus bienes, prefiere no saber nada por el momento del filipino, quién sabe si está esperando, a que ambos se retiren.

Con todo lo sucedido, que podéis rememorar minuto a minuto aquí , Manny Pacquiao ya solo aguarda impaciente el momento de poder volver a subirse a un ring para enfrentarse esta vez al único demonio que paradójicamente atormenta la cabeza del diablo filipino, esperando así poder llevarle al lugar al que llevó esta noche a Chris Algieri, la lona.


 

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Sobre el autor
Daniel Martin
Encargado sección boxeo, colaborador en F1. Viajante gracias al noble arte.