Era difícil de superar el 2014 de Vincenzo Nibali. Cuatro victorias de etapa y victoria global en el Tour de Francia para certificar la triple corona tras vencer en la Vuelta a España en 2010 y en el Giro de Italia en 2013. Bien es cierto que ha terminado el año ganando, con tres victorias prácticamente consecutivas y con un Monumento: el Giro de Lomabardia. Unido al triunfo en La Toussuire, se podría decir que ha salvado la temporada.

Pero echando la vista atrás comprobamos que el italiano apenas ha podido competir de tú a tú en su gran objetivo de la temporada: el Tour de Francia. Tampoco lo pudo hacer en Omán, Tirreno o Dauphiné. Además, el curso 2015 ha estado marcado por ciertas polémicas. Primero la sombra del dopaje en Astana y la incertidumbre de saber si el equipo podría formar parte del World Tour. Posteriormente, ya en el mes de septiembre, la polémica estuvo servida: ¿quién sería el líder de Astana en la Vuelta? La sombra de dos jóvenes se cernían sobre un Nibali que no había dado el nivel esperado. Y, finalmente, en la segunda etapa de la carrera española era expulsado de la carrera por una maniobra ilegal. Un año polémico.

Poco a poco

Nibali acostumbra a empezar a carburar en las Ardenas (abril)

La temporada de Nibali empezó en el Tour de Dubái. Una carrera para velocistas, con mera intención de coger ritmo en las piernas en jornadas frenéticas, entre el calor del desierto árabe. Posteriormente, llegaba Omán y los favoritos medían sus fuerzas en la Montaña Verde. Pero no todos quieren, o pueden, mostrar sus cartas desde el inicio. Nibali se tomó las primeras vueltas como entrenamientos, para coger fondo, simplemente. Pero la cosa fue siendo cada vez más preocupante.

El siciliano es un ciclista que siempre corre para ganar. No le vale terminar en el podio. Como le pasa a Alberto Contador, o están tremendamente bien y ganan o no están en el nivel adecuado y no acaban ni siquiera en el podio. Eso parece que le ha ocurrido a Nibali. Tras no mostrar una buena versión en una clásica que le debería venir bien como Strade Bianche, tampoco estuvo fino en Tirreno-Adriático. El primer gran test que disputaba, con rivales como Quintana, Contador, Urán o Pinot y Nibali acababa como el peor de los favoritos. Se dejó algunos segundos ente las colinas de Castelraimondo y refrendó su baja forma en Terminillo, entre la nieve que conquistó Nairo Quintana. El líder de Astana terminó en el puesto 22, a más de dos minutos del vencedor. Finalmente, acabó en el puesto 18 en la general, gracias a una buena crono final.

Peligro, peligro... el Tour anda cerca

No estaba fino, para nada. Pero quedaban varios meses hasta el Tour de Francia, el gran objetivo. Tampoco estuvo fino en las Ardenas, una 'promesa por cumplir' para el 'Tiburón de Messina'. Acabó fuera del top 10 en las tres carreras, al igual que casi le ocurre en el Tour de Romandía. Se acercaba la 'Grand Boucle' y Nibali seguía sin coger el ritmo adecuado. Fuera de la lucha en la etapa reina, cedió casi un minuto con el ganador, Thibaut Pinot, y más de medio minuto con respecto a Froome, Quintana o Bardet, para acabar décimo en la general.

Llegaba el Critérium du Dauphiné, la última gran prueba de cara al Tour de Francia. Nibali debía espabilar, pues la salida de Utretch estaba cerca. Pero seguía sin dar el nivel esperado. Se le veía algo más enchufado, su equipo hizo una buena crono (segundos tras BMC) pero llegó la primera llegada en alto, Pra Loup, y otra vez lo mismo. Cedía casi dos minutos con Bardet, perdiendo prácticamente todas las opciones a la general.

Amago de recuperación en una jornada para valientes | Fuente: AFP.

Bonita etapa la que nos dejaron en la escapada Rui Costa, Nibali, Valverde y Gallopin, poniendo en jaque al pelotón

Parecía recuperar terreno y ambición al día siguiente. En una jornada lluviosa, se marchó junto con Rui Costa, Valverde y Gallopin en una escapada que puso en jaque al pelotón. Segundo en meta, todo indicaba que podía recuperarse, que había llegado el mejor Nibali. Pero las etapas finales, en torno al Mont Blanc, devolvieron al italiano a la dura realidad del 2015. Fuera del top 15 en ambas llegadas montañosas, Nibali acabó la carrera duodécima, a 4:32 del ganador Chris Froome. Además del británico, Van Garderen, Bardet, Pinot, Quintana, Contador,. Valverde, Purito... todos parecían llegar en mejor forma. Hasta vueltómanos de segunda fila como Rui Costa, los hermanos Yates o Bauke Mollema llegaban con mejor forma.

¿Reedición del 2015? No, rotundo

Pero pocos fueron los que se alarmaron. Es cierto que el nivel de Nibali debe estar muy por encima pero ya hizo lo mismo en 2014: apenas brilló hasta finales de junio, cuando se llevó el Campeonato Italiano en ruta. Y, en 2015, parecía haber elegido el mismo camino. Volvió a enfundarse la 'tricolore', a escasos siete días de la 'Grand Depart' de Utrecht. Volvía el optimismo. Los cuatro fantásticos, Froome, Quintana, Contador y Nibali estaban listos.

Nibali volvió a ganar el nacional | Fuente: Roberto Pisoni - Bettini Photo.

El inicio de Tour le venía bien. Jornadas nerviosas en el norte, con lluvia, adoquín, colinas... las dificultades en las que se crece Nibali. Pero la segunda etapa fue clave para el devenir de la carrera. Los abanicos dejaron a Froome, Contador y Van Garderen en ventaja con respecto a Quintana, Purito, Valverde y el propio Nibali. A partir de aquí, aunque salvó el resto de la primera semana, todo fue cuesta abajo.

Definitivamente, no estaba fino

Solo estuvo entre los mejores en contadas jornadas de montaña

Y más cuesta abajo se pusieron las cosas en la primera jornada de alta montaña. La Pierre Saint-Martin se encargó de sentenciar, aún más, la clasificación general. Exhibición de Chris Froome que le metió más de un minuto a Quintana y, sucesivamente, la sangría de tiempo fue aumentando con respecto a otros. El siciliano, 21º aquel día, se dejó 4:25 y gracias a la ayuda de su gregario Kangert no se dejó más tiempo. Nibali no estaba. Volvió a ceder casi un minuto (respecto al líder) en Cauterets, y varias decenas de segundos en Mende. En Gap, aprovechó sus buenas dotes como bajador para ganar algunos segundos en el Col de Manse. Cerraba la segunda semana octavo de la general, a casi ocho minutos. El podio, objetivo a alcanzar para esa última semana, estaba a más de cuatro minutos. Pero su nuevo objetivo era la victoria de etapa. No quería irse de vacío.

Y en la tercera semana llegó la mejor versión del italiano. Salvó, junto con los favoritos, las llegadas en Pra Loup y Saint-Jean de Maurienne, para pasar al ataque en La Toussuire. Una jornada agitada desde lejos, por los intentos de Contador y Nibali en cada resquicio, aprovechando la debilidad mostrada por el Team Sky en la última parte de Tour. El ataque definitivo llegaría al coronar el Col du Mollard. Nibali se unía con Rolland para cabalgar juntos hasta que, en la subida final, a falta de 16 kilómetros, el italiano lanzó el ataque definitivo hacia la victoria. Fue 15º en Alpe d'Huez y acabó la carrera en cuarta posición. No se cumplía el objetivo pero Nibali sumaba a su palmarés una nueva victoria francesa y un top 5 que pocos esperaban viendo su mal año y su pésimo arranque de Tour.

Triunfo de Nibali en La Toussuire | Fuente: ASO/B.Bade.

Una carrera 'enVuelta' en polémica

No volvería a competir hasta la Vuelta a España. La carrera española llegó con polémica. Vinokurov quería a los tres líderes en la salida de Marbella, iba a por todas tras no haber podido conquistar ni Giro ni Tour. En principio, iban a ser Landa y Aru los encargados de liderar al equipo pero el kazajo quiso que Nibali estuviera a toda costa. La polémica volvía a cernirse sobre Astana.

Fue expulsado de la carrera por una maniobra ilegal

Finalmente, sin saber a ciencia cierta quién tendría más galones llegados los momentos clave, Astana partía en la CRE inicial. Y, al día siguiente, Nibali era expulsado de la carrera. Sí, sí, como lo oyen. Nibali se vio involucrado en una caída masiva que le dejó descolgado del grupo de favoritos en un terreno pestoso, con subidas, en el que era difícil recuperar. Pero, de repente, cuando el siciliano encabezaba una fila de descolgados, desaparecía de la imagen y aparecía mucho más adelante. ¿Un ataque, un cambio de ritmo? No, se había agarrado al coche de su equipo y este le había llevado varias centenas de metros a su favor. Llegó a meta perdiendo solo un minuto, pero, horas después, se conoció su 'lógica' descalificación.

Lombardia en la mirada

Entonces, Nibali miró más allá. ¿Y qué vio? El Mundial y Lombardia. Ahí se centraron sus esfuerzos. Las clásicas italianas son multitud en el mes de septiembre y Nibali se apuntó a todas. Segundo en la Coppa Agostini, primero en la Coppa Bernocchi, tercero en el Memorial Marco Pantani y quinto en el GP Industria e Comercio di Prato. Estaba enrabietado y buscaba la ofensiva en cada resquicio. Este sí es el mejor Nibali.

Nibali logró su primer Monumento en Como

En el Mundial de Richmond no pudo pelear por la victoria. Desconectó y acabó 42º a 40 segundos de Peter Sagan. Pero sus miras seguían puestas en Lombardia. Su región de entrenamiento. Lo conoce a la perfección pero aún no había levantado los brazos. Se preparó bien y volvió a ganar en la Tre Valle di Varesine y, se plantó en Bergamo, y lo tuvo claro. Su equipo trabajó a la perfección y él lanzó su ataque en el terreno en el que no tiene rival: los descensos. Se lanzó hacia abajo tras coronar Ceviglio. Sacó unos 40 segundos que fueron definitivos y ni Pinot ni Moreno pudieron alcanzarle. Victoria a lo grande para rematar un año desafortunado para Nibali. Su competición acabaría en Abu Dhabi, finalizando noveno en la general y en la etapa reina.

Nibali alza los brazos y celebra la victoria en Como | Fuente: Il Lombardia.

De cara a 2016, sus miras están puestas en el Giro de Italia y en los Juegos Olímpicos de Río. Parece el mejor camino, aunque esquives el Tour. Hacer el Tour e ir a por la victoria puede ser demasiado desgastante de cara a Brasil. Así que tener dos picos de forma, en Giro y JJOO, aprovechando el Tour como preparación, puede ser el camino ideal para esta temporada. Nibali buscará su segundo triunfo en la carrera de casa y, por qué no, un oro olímpico histórico.