Quedaban menos de veinte kilómetros de la París-Roubaix y las fuerzas ya estaban muy justas entre todos los que aún aguantaban en el grupo de los favoritos, demasiado nutrido de grandes nombres y peligrosos outsiders. Jurgen Roelandts, con el honor de abrir la carrera en la entrada del último tercera categoría, el Carrefour de L'Arbre, rezaba para que los líderes, diez segundos atrás, pecaran de conservadores y le permitiesen más metros en el único tramo de pavés donde las diferencias pueden ser decisivas. También lo probó Borut Bozic, de Astana, antes rápido en las llegadas masivas y ahora gregario de Boom en las piedras y de Guardini en los sprints, que corrió la misma suerte que su rival belga cuando se pusieron las cosas serias.

Etixx, como en la Omloop del mes de marzo, no aprovechó bien a sus ciclistas en la parte final de la pruebaApenas aguantaban gregarios al salir del último máxima categoría de la prueba francesta. Los Sagan, Van Avermaet, Degenkolb o incluso Wiggins estaban solos y con las orejas tiesas, muy vulnerables ante ataques de segundos espadas. Solo Etixx y sus tres representantes, Terpstra, Lampaert y Stybar, parecían tener la carrera controlada. Y fueron ellos los que decidieron romper la carrera por medio del más joven de los tres, Lampaert, "el nuevo Tom Bonnen" según su director, Patrick Lefevere. Greg van Avermaet le siguió en su efectiva aceleración, a doce de meta, que no encontró más respuestas entre la veintena de ciclistas.

El único que se movió aprovechando el parón fue Bart de Backer, compañero del a la postre ganador, John Degenkolb, que acercó al alemán cuando este, a diez kilómetros de meta y viendo que la diferencias subía y su posible victoria peligraba, decidió marcharse a por los dos belgas aventajados. La persecución, metro a metro y segundo a segundo, acabó tres kilómetros más tarde, a la salida del penúltimo tramo de adoquines. La posterior presión de ser el más rápido del tercero la asumió con enfado incluido ante un Lampaert que se reservaba para una posterior ayuda a Stybar y un Van Avermaet inferior a él en una hipotética llegada al sprint.

Degenkolb, tercer hombre en la historia en ganar Milán-San Remo y París-Roubaix en el mismo añoLa llegada del checo de Etixx-Quick Step no puso nervioso al alemán, que guardaba fuerzas mientras, con la calculadora, asumía el ritmo del cuarteto, y posteriormente grupo de siete, tras unirse, cuando solo faltaba dos kilómetros, Martin Elmiger, Lars Boom y Jens Keukeleire. Etixx, con dos hombres y superioridad numérica frente a sus rivales, dominaba antes de entrar en el velódromo de la ciudad francesa, que pocas veces vio tanta gente (siete ciclistas) entrar junta para jugarse la victoria del tercer Monumento de la temporada. La jugarreta de Stannard en la Omloop Het Nieuwsblad se volvería a repetir, aunque con distinto ganador.

Pocas veces se vio una llegada así, tan abierta en cantidad de corredores y tan cerrada a la vez con la presencia de John Degenkolb entre ellos, llamado a hacer historia en ese pasado doce de abril. Pocas veces, también, el ganador de la París-Roubaix, casi solo, gestionó tan bien sus pocas fuerzas en unos brillantes últimos diez kilómetros de prueba, aprovechando a De Backer, su único gregario, de la mejor forma posible, en un ataque conjunto. Roubaix solo ha visto, en sus 113 ediciones, a dos ciclistas -Cyrille van Hauwaert, en 1908, y Sean Kelly, en 1986- ganadores de la Milán-San Remo y la París-Roubaix en el mismo año. John Degenkolb, con una insultante demostración de fuerza e inteligencia, se convirtió en el tercero.

Vídeo de la victoria de John Degenkolb