Crítica de "Malditos Vecinos 2"
Crítica de "Malditos Vecinos 2"

El director de comedia Nicholas Stoller ha contado en todos sus proyectos hasta la fecha con bastante respaldo de la crítica y casi también del público, siempre desde el difícil y criticado terreno de la comedia ácida. Ha sabido construir interesantes conflictos románticos que desencadenan gags visuales y de guión, siempre soportados por grandes actores como Jonah Hill o Jason Segel (Marshall en la serie de TV Como Conocí a vuestra madre). Realmente, mirando a su anterior filmografía se pueden encontrar los ingredientes de su último proyecto: la picardía dañina de la juventud

(Paso de ti, 2008), la yincana de salvajadas (Todo sobre mi desmadre, 2010) y el matrimonio unido y peculiar ciertamente patosos y poco idealizado (Eternamente comprometidos, 2012).

Con estos ingredientes surgió en 2014 Malditos Vecinos, una comedia acidísima llena de lenguaje sin restricciones (ni en lo verbal ni en lo visual) con un ritmo constante y salvaje, como una fiesta que no para y en la que no te aburres. Con esta fórmula acertada y el éxito que cosechó, la pregunta era: ¿por qué no una secuela? La respuesta no es tan fácil como aparenta, ya que ni el director ni el actor protagonista (alguien domina tantísimo este estilo de comedia como Seth Rogen) se habían embarcado nunca en una secuela. Entonces, ¿cuál es la razón de que esta crítica trate sobre Malditos Vecinos 2? Algunos alegaría la conocidísima táctica de Hollywood de “si algo da dinero, repítelo hasta la saciedad”. Nada más lejos de la realidad (de hecho, la película no ha funcionado del todo bien): estos creativos dominan la comedia y si han decidido continuar una idea es porque tienen algo más que interesante y efectivo que contar, y una buena manera de hacerlo.

Ya era de extrañar que Seth Rogen no se hubiera implicado en el guión de la primera parte como viene haciendo en sus últimos films (donde incluso se atreve en la dirección). A los dos certeros guionistas de la primera entrega, se les han unido Rogen, su fiel compañero fílmico y personal Evan Goldberg y el propio director Nicholas Stoller. Normalmente, cuando uno ve tantos guionistas en una película aparentemente simplona, ya se asusta del cacao que pueda haber salido. Fuera temores, la combinación de todos estos guionistas es la clave del éxito del film: el guión. La historia de base

Uno de los estupendos diálogos de la película. Foto: sensacine
Uno de los estupendos diálogos de la película. Foto: Sensacine

es simple, la misma que se vio en Malditos Vecinos, solo que cambiando chicos por chicas, y añadiendo una pequeña subtrama más sentimental del comienzo de la universidad, los amigos, los padres y demás vivencias adolescentes, lo cual en la anterior se limitaba al colegeo típico de machotes. Sin embargo, en esta secuela no se busca una historia novedosa con grandes giros, que amplíe el universo creado… lo interesante no es tanto qué se cuenta, sino cómo se cuenta. El contexto contemporáneo en el que se sitúa la película se aprovecha al máximo, con una infinita retahíla de chistes gags, que tratan temas tan polémicos y actuales como la sexualidad en su punto álgido, el feminismo, el racismo, las redes sociales (Twitter, What’s App, Instagram) y sus derivados (como el palo selfie), multitud de referencias culturales (los Minions, anime japonés… si por curiosidad alguien mira la ficha de la película en IMDb, encontrará algunas de estas múltiples referencias) y demás recursos que hacen sentir al espectador (sobre todo a los más jóvenes, target potencial de la película) una comodidad y complicidad que traspasa la pantalla. Han insuflado un fondo atrevido, polémico en consecuencia, que da potencia al film y que realmente hace casi imposible distinguir en qué momento se están riendo de ese tema tan tabú o en qué momento lo están enfocando crítica y sagazmente. Frank Capra y Howard Hawkes se echarían las manos a la cabeza ante esta comedia que tanto se aleja de su estilo sofisticado de los años 20, mientras que los pioneros de la screwball comedy se impresionarían de hasta qué límite se puede llevar el género.

La pareja protagonista y sin tapujos. Foto: YouTube
La pareja protagonista y sin tapujos. Foto: YouTube

Sin embargo, en el guión no todo es añadir. Se han decantado por un camino que aporta novedades donde no caben algunas fórmulas de la primera entrega. Una de ellas es la parte más sexual. Malditos Vecinos estaba llena de testosterona, tanto juvenil como más adulta (toque siempre característico de Seth Rogen), con varias escenas de sexo y bromas sobre el mismo. Este tono que le daba un toque bastante salvaje a la película, en esta segunda entrega ha quedado reducido a una escena inicial que enlaza con la primera y que vuelve a servir como una declaración de intenciones, por si alguien se ha confundido de sala o no sabe qué esperar de la película. Otro de los apartados recortados ha sido el de las yincana de bromas y contraataques de la primera entrega, donde Zac Efron y Seth Rogen daban rienda suelta a su ingenio más pícaro. En esta también hay grandes jugarretas, pero había que dejar hueco para desarrollar más trama y más diálogos, para ser diferente y tener la sensación al final de sí, haber visto una secuela, pero haber disfrutado también de una película que te ofrece algo nuevo y propio.

En un plano más audiovisual, Stoller cuenta con el apoyo de estar implicado en el guión para poder moverse con soltura en la dirección. Todo ese fondo insuflado en el guión debe mantenerse con ritmo constante y frenético, lo cual es un doble reto, ya que como se señalaba antes, la historia de base no da para una yincana como la de la primera entrega, y la escasa duración del film tampoco ayuda. Pocos momentos de caída se pueden encontrar, más allá de una insulsa conversación al principio del film entre los dos compañeros de trabajo sobre la paternidad (donde además se pueden encontrar muy fácilmente claros fallos de raccord). Si el contexto actual tan posmoderno era la base de todos los gags de guión, en la realización no se queda lejos: adiós al trípode, la cámara en mano está presente

Uno de los momentos más movidos de la película. Foto: Antena 3
Uno de los momentos más movidos de la película. Foto: Antena 3

desde los planos con más acción hasta la más pausada conversación. Eso sí, de esto último la película escasea, ya que la rapidez no solo está en la duración de los planos, sino en los propios diálogos: no te deja descansar, te engancha y no te suelta, un gag tras otro, un cambio de plano tras otro, una acción tras otra… No es una película de metraje encontrado como Project X (Nima Nourizadeh, 2012) pero logra su mismo ritmo de película fiestera.

A pesar de todo el trabajo detrás de las cámaras, al final tiene que haber buenas caras visibles que transmitan todas esas intenciones. El equipo original está más que a la altura: Seth Rogen ya ha demostrado en reiteradas ocasiones que no tiene absolutamente ningún problema en cualquier tipo de diálogo o gag, Zac Efron vuelve a retomar el personaje que para muchos críticos fue uno de los más destacados de su carrera y lo hace mostrando una clara evolución del personaje (el mejor punto de todo el conflicto dramático, que además juega muy bien entre los dos bandos), y por último Rose Byrne, que al igual que en el caso de Rogen, tirando de filmografía, se puede ver cómo está siempre a la altura en el terror, el drama, la acción o la comedia más llana o ácida. Sin embargo, su personaje es el que más ha sufrido en el guión, ya que el poco drama que le añaden se queda corto en comparación con la subtrama del personaje de Zac Efron, y su personaje no es tan ácido y alocado como en la primera entrega. En cuanto a las adversarias, Chlöe Grace Mortez releva a Zac Efron y, aunque hay que volver a repetir que las comparaciones son odiosas, le ocurre como le pasó recientemente en La Quinta Ola (J. Blakeson, 2016): no puede sostener el peso protagónico/antagónico de un film, y menos aún cuando está rodeada de protagonistas que brillan más que ella y secundarios que se la comen (Ike Barinholtz y su

Las jóvenes antagonistas de la película. Foto: huellalince
Las jóvenes antagonistas de la película. Foto: huellalince

tronchante payaso). En conjunto con el resto de chicas de la hermandad, y sobre todo con el trío principal, hay bastante química, que aunque no está a la altura de los chicos de la primera, por lo menos no tratan de copiarse de ellos (de hecho, sus decisiones se basan en ser todo lo contrario a ellos). Dentro de los actores y también como cierta referencia pop, se agradece la breve aparición de Selena Gómez, una pena que en montaje hayan cortado parte de su ya escasa aparición.

¿Habrá Malditos Vecinos 3? Probablemente no, ya que la taquilla no ha acompañado demasiado a esta más que acertada continuación. Pero lo que sí es seguro es que, si Nicholas Stoller, Seth Rogen y el resto del equipo culpable de esta reseñable obra siguen en su línea, siempre renovándose, el género de la comedia en pleno siglo XXI podrá presumir de una vertiente que desde luego tendrá muchos detractores que no soporten este tipo de humor pero que hará las delicias de aquellos que sepan verle la inteligencia y complicidad que sustentan muy buenas películas, como lo es Malditos Vecinos 2.  

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