La apertura de la primera secuencia acerca nuestra memoria al tipo de película en la que el superhéroe encabeza el relato. Al principio nos puede recordar a "Cien años de perdón" al presentarse como lo que parece una trama policial, pero Kike Maíllo (Goya a la dirección novel en 2012) empleará toques y cambios de trama que la distanciarán enormemente de este filme y de otros que siguen esta trama.
Los roles están claramente estereotipados: la dulce voz del futuro, con tintes de heroína y romántica empedernida; la mala influencia y el personaje débil. Estos últimos suponen una autentica olla a presión, capaz de desviar la atención de lo que en principio parecía la tradicional trama de un robo, hacia una historia más personal con tintes de comedia. Un Daniel Guzmán metido en su papel de “rebelde sin causa” (Charlie) y un Adrián Lastra temeroso y sumiso (Tomi), bajo seudónimos cuidadosamente seleccionados: cabra y oveja. Maíllo no ha querido arriesgar y ha perpetrado los roles que sus protagonistas acostumbran a interpretar, haciendo una genial elección del reparto.
Michelle Jenner, como una voz digna del “Big Brother” de 1984, ve y controla todo. Este punto produce confusión, ya que mezcla lo posible y lo increíble. Aun así, sirve como enlace entre las partes y crea un halo de misterio.
El líder marcará el giro que pondrá rumbo a la nueva trama. Su revelación le da un aire ficcionado, de forma poco creíble pero aceptable. El director muestra un humor ácido de la mano del traicionado Adrián Lastra, de nuevo un contrapunto que agiliza la trama en un punto sin retorno.
La última parte está marcada por la intertextualidad. Otro punto a favor de la obra. La mencionada reminiscencia y el desconocimiento en torno a lo que ocurrió en esa elipsis son alicientes para el interés del espectador. Si algo hay que destacar es la utilización del contrapunto entre la imagen y la música aguda y alegre, que confunde al espectador entre la tensión y la comedia. Lo acompaña con pausas en los momentos idóneos, que no necesitan más que un off y una imagen congelada.
Lo peor: La mezcla presente-futuro es arriesgada, no resulta negativa pero puede no agradar. Sin duda, es una forma original de presentar una historia. Por último, ese “continuará” que llega justo a tiempo para no enseñar más y enganchar al mismo tiempo. Un riesgo que el director asumió al dividir su película en tres cortos.
Lo mejor: La propuesta de otorgar visibilidad a través de un canal abierto a la producción de cortos made in Spain, una industria que prolifera. Sin duda, es una apuesta bien adaptada que busca su nicho entre Internet, el cine y la televisión.
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