Camino a los Goya 2017: Mejor guión original
Camino a los Goya 2017: mejor guión original

Engendrar un guión se trata de llegar a convertir ideas en un papel en emociones que traspasen la gran pantalla.  Es el gran enemigo, puedes odiarlo y amarlo a partes iguales, soñar con las tramas e incluso desestimar cientos de ideas que en un principio parecían estar hechas para el cine. Ser guionista no es tarea fácil y no suele ser valorado, sin embargo, una buena historia puede elevar cualquier película de mediocre a obra maestra. En los Goya 2017 esa tarea está más que superada. Eso sí, con tintes policíacos y de acción social.

En dúo o en solitario, los guiones originales
En dúo o en solitario, los guiones originales llegan pisando fuerte

Comenzamos con un viejo amigo. Jorge Guerricaechevarría es el genio que trajo al mundo el guión de El Niño o Celda 211 (entre muchos otros) mostrando historias conocidas y polémicas con un toque siempre diferente. En Cien años de perdón se pone en tela de juicio una trama basada en el idílico robo al magnate. Siguiendo las señas de Heat (Michael Menn, 1996), no se trata de la ya conocida ficción de un atraco a un banco, sino que se crea una tela de araña que avanza a medida de la película y consigue meterse en la mente del público y hacerle dudar.

Las tramas de tensión suceden en cadena hasta el final del filme | Foto: Cuatro
Las tramas de tensión suceden en cadena hasta el final del filme | Foto: Cuatro

La siguiente película también pide perdón. Que dios nos perdone es otro de los films que se centran en un aspecto real, un momento concreto y más que conocido por los españoles. Pero lejos de potenciar el resplandor del 15-M y la visita del Papa, Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña se unen para crear un guión de descripción más que de relato. Durante dos horas descubrimos historias perturbantes de unos personajes que se alzan como el claro anti-héroe que nos presentó Zorrilla con su Don Juan. Si hay algo que define este filme es “realismo” y “tensión violenta”, algo difícil de sobrellevar en un guión.

Álamo y de la Torre encarnan a la perfección una pareja policial perturbadora
Álamo y de la Torre encarnan a la perfección una pareja policial perturbadora

Raúl Arévalo se ha destacado como un diamante en bruto durante los últimos años, y esta vez se atreve a dirigir y tratar de crean un guión complicado junto a David Pulido. Si hablamos de realismo y tensión violenta en sus contrincantes, Tarde para la ira está definida por la venganza. Lo que se consigue en este filme es que suframos con el protagonista, le temamos e incluso lleguemos a comprenderle, tres fases difíciles de ensamblar en apenas una hora y media. Lejos del cine creado para sorprender, Tarde para la ira invita a pensar, sin ningún camino otorgado. Deja vía libre al espectador, para que se compadezca o rechace a los personajes y en ciertos momentos se sienta identificado con sus propias luchas internas.

El filme de Raúl Arévalo trastorna la definición entre el bien y el mal
El filme de Raúl Arévalo trastorna la definición entre el bien y el mal

Con aires de cuento, El olivo se descarta de la trama de acción que siguen las anteriores cintas, pero tiene mucho que ver con la sociedad actual y la humanidad que guardan las personas. Paul Laverty es capaz de tocar una enfermedad tan dolorosa como el Alzheimer haciendo ver el sufrimiento ajeno al cuerpo enfermo, el de su familia. Entre sus múltiples interpretaciones, toma la trama de la búsqueda del tesoro y la mezcla con la decisión y el ahínco de una joven que luchará por su abuelo pase lo que pase. Toda una hipérbole del amor y del esfuerzo aplicada con sencillez y delicadeza a partes iguales. 

Iciar Bollaín vuelve a tocar nuestro lado sensible
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