Crítica de 'Nunca digas su nombre': destellos de luz en la oscuridad
El personaje principal de la película afronta un panorama nada alentador (Foto: STX Production)

Que el cine de terror se ha devaluado en los últimos años es algo que las últimas cintas parecen constatar (véase 'La bruja' o 'Ouija'). Vanos intentos se han sucedido para meter al espectador el miedo en el cuerpo, pero la mayoría se han quedado en una sucesión de jumpscares sin sentido. 

El juego psicológico que descoloca al espectador hace creer, por un momento, que podemos estar ante una de las mejores cintas de miedo de los últimos meses'Nunca digas su nombre' (o como se debió llamar sin traducir el nombre 'Bye bye man') parte con los mismos ingredientes que toda la infinidad de películas que adolecen de estas mismas características. Y no será recordada como la cinta que rompió con estos moldes. Sin embargo, tiene ciertos destellos que hacen recordar al espectador lo bien que se puede hacer una película de terror. 

El juego psicológico que descoloca al espectador hace creer, por un momento, que podemos estar ante una de las mejores cintas de miedo de los últimos meses. Sin embargo, se queda en un destello ensombrecido por un comienzo pobre y un desenlace sin ningún interés. 

Pero no todo son malas noticias. Consiguen explotar de una manera adecuada la trama planteada y aunque podrían (y deberían) haber profundizado algo más en el plano psicológico, el guión consigue dar a la cinta un ritmo alto y entretenido para que la película no se haga larga. 

Un largometraje siempre se ve favorecido por un buen elenco. En este caso no se consigue esta ventaja a pesar del nivel aceptable de Douglas Smith. Además, cuesta llegar a conectar con los personajes debido a su actitud nada natural a pesar de todos los acontecimientos que les ocurren. A pesar de todo el tiempo que se les dedica en pantalla, los tres protagonistas no consiguen demostrar una buena química ni traspasar la pantalla para empatizar con el espectador.

Lo mejor: Esos 30 minutos. Durante un buen periodo de tiempo, la película da un giro total y comienzan a desarrollarse una serie de hechos donde el espectador pasará a ver una película totalmente diferente. Con mucha inteligencia deciden introducir en ese momento la explicación y giro del guión. 

Lo peor: El final. Es tan malo que ni siquiera se le podría llamar final o desenlace. Porque precisamente lo que no aporta es desenlace o conclusión. Con todo a favor para concluir la cinta o dar un toque que pueda llevar a una hipotética secuela, no hacen nada y dejan unos últimos minutos bastante pobres, más aún, viniendo después de los mejores minutos de la cinta.

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