Brendon Hartley está a escasas horas de comenzar su primera temporada completa como piloto oficial de Fórmula 1. El neozelandés no ha tenido nada fácil su llegada al Gran Circo y él mismo lo ha contado en la página oficial de la categoría. Llegar a la máxima categoría del automovilismo no es fácil, requiere de mucho esfuerzo, perseverancia y una pizca de suerte. La historia de Hartley está llena de esos ingredientes, pero también de decepción y superación.

El neozelandés explica que la pasión por los coches le viene de familia y desde bien pequeño. Hartley cuenta que cuando ganó su primera carrera de karts, proclamó en el podio que quería ser como Jean Alesi, por una camiseta que su padre le había regalado con una imagen del piloto. Y desde entonces Hartley no se ha cansado de perseguir su objetivo. Después del colegio, si alguien quería encontrar a Hartley tenía que ir a su garaje, donde tenía el kart construido por su padre.

Brendon Hartley de pequeño son su kart y su número 28. Fuente: F1
Brendon Hartley de pequeño son su kart y su número 28. Fuente: F1

A los 14 años, Hartley participó en la Fórmula Ford donde comenzó a recibir el respaldo económico de un grupo de personas. Poco después llegó el primer momento de inflexión en la vida del neozelandés: “Por casualidad un día obtuvimos el email de Helmut Marko. Más o menos conocíamos quién era, pero no lo importante que era. Le enviamos un email en el que le pedíamos 10.000 dólares de esponsorización, estábamos desesperados. Habíamos visto algún casco de Red Bull en la serie, así que pensábamos que quizá estaba ojeando la categoría”, cuenta Hartley.

A las pocas semanas, Hartley se despidió de su familia y voló hasta Portugal, donde participó en unas pruebas del Red Bull Junior Team en el Circuito de Estoril. La jugada le salió bien al neozelandés. Ganó la Fórmula Renault 2.0 con Red Bull y en 2009 se convirtió en piloto reserva de Toro Rosso y como él mismo dice, “en ese momento fue cuando todo empezó a derrumbarse”. Lo que parecía un sueño para cualquier piloto, se convirtió en una pesadilla para Hartley.

Foto del programa de jóvenes pilotos de Red Bull donde estaba Hartley. Fuente: Red Bull
Foto del programa de jovenes pilotos de Red Bull donde estaba Hartley. Fuente: Getty Images

La oportunidad perdida

Con 19 años, Hartley corría en dos categorías europeas, mientras asistía a cada Gran Premio de F1 a la espera de tener que subirse al coche. Hartley cuenta que: “Estaba agotado, perdido. No encontraba mi lugar en el paddock, no se que esperaban de mí. Mentalmente no estaba preparado. Sabía que era rápido, pero estaba perdido en mi cabeza y eso afectó a mis resultados en las otras dos series”, explica el neozelandés.

A final de temporada Hartley cuenta que recibió una llamada de Marko, al que describe como un hombre de pocas palabras y le dijo: “Lo siento, vamos a darle el asiento a Jaime Alguersuari”. Ahí empezó el final de un sueño para Hartley. Un año después se quedó sin el patrocinio de Red Bull, sin dinero y sin equipo donde correr. Su ahora esposa, Sarah y su familia y amigos de Nueva Zelanda, ayudaron a que levantará cabeza: “Había llegado demasiado lejos, mi familia había sacrificado mucho para que ahora yo me rindiera”, cuenta.

Hartley con sus compañero en el podio de LeMans. Fuente: LAT
Hartley con sus compañero en el podio de LeMans. Fuente: LAT

Así que con el dinero que él y su esposa habían ahorrado compró un casco y un traje de carreras y ambos se fueron a un test de LMP-2 que se realizaba en Francia. Hartley se presentó a todos los jefes de equipo y consiguió una oportunidad en un equipo llamado Boutsen Ginion. “Ahí empecé a salir de la oscuridad y me enamoré de la resistencia”, explica. El neozelandés consiguió reinventarse y, junto a Porsche, ha ganado LeMans y dos veces el WEC. Pero cuando a mediados de 2017 el equipo alemán anunció que dejaba la categoría, Hartley volvió a acordarse de cuando perdió su contrato con Red Bull. Volvía a estar sin ningún plan.

La llamada que lo volvió a cambiar todo

Brendon Hartley no dudó en llamar de nuevo a Marko: “Helmut, soy un hombre diferente al que era hace ocho o nueve años. Y si hay una mínima oportunidad [de volver a la F1] estoy preparado”, le dijo al austriaco. Marko, siendo parco en palabras, le cortó; “Ok, he recibido el mensaje”, le dijo. Hartley cuenta que correr en el WEC fue increíble, pero que nunca olvidó el sueño de ser piloto de Fórmula 1.

Hartley con Franz Tost en Albert Park, Melbourne. Fuente:Getty Images
Hartley con Franz Tost en Albert Park, Melbourne. Fuente:Getty Images

“[Después de la llamada] No supe nada durante meses. Un día mi teléfono sonó, mi pulso se aceleró y de repente estaba de camino al Reino Unido al simulador de Red Bull. Dos semanas más tarde estaba en el Gran Premio de Estados Unidos. Por fin era un piloto de Fórmula 1”, cuenta Hartley. El camino del neozelandés ha estado lleno de luces y sombras, pero si ha llegado a la máxima categoría ha sido por esfuerzo y talento.