Son los claros favoritos para vencer, de eso no hay duda. Sin embargo, un fantasma se pasea por el garaje de Toyota. Sí, el de las averías. Porque semejante fatalidad o falta de tacto les ha costado la victoria las dos últimas ediciones de esta mítica carrera, que en ambas ocasiones acabaron siendo para Porsche, la indiscutible dominadora de la prueba con hasta 18 victorias.

La falta de fiabilidad es algo que el propio Alonso conoce de primera mano por su experiencia en Fórmula 1 los últimos años. Sin ir más lejos, el español volvió a sufrir otra avería, después de la de Montecarlo, que le obligó a retirarse del Gran Premio de Canadá en su carrera número 300. No obstante, el piloto llega con la máxima ilusión a la famosa cita del WEC para conseguir alzarse con la victoria, lo que le dejaría muy cerca de su objetivo de ganar La Triple Corona del Automovilismo (Campeonato de Fórmula 1, 24 Horas de Le Mans y las 500 Millas de Indianápolis).

Pero para conseguirlo, la FIA se lo ha puesto un poco más difícil a Toyota, a quien le ha limitado su rendimiento. Como ya avisaron desde la organización, la Equivalencia de Tecnología se mantendrá este fin de semana en Le Mans, Esto significa que los bólidos no híbridos, con el fin de lograr una mayor igualdad en la categoría LMP1, tendrán una energía máxima de 205 megajulios por vuelta. Con estas medidas, el coche número 3 de Rebellion se ha quedado a siete décimas del mejor Toyota en los primeros entrenamientos libres.

Por su parte, Alonso sabe que esta es una oportunidad de oro, no solo por conseguir la victoria sino por volverse a sentir competitivo, algo que no ha logrado estos últimos años en la Fórmula 1 con Toyota. Sabe que tiene la calidad suficiente, prueba de ello fue su conducción en Spa, donde consiguió la victoria junto a Buemi y Nakajima, sus compañeros de equipo.  Aunque por otro lado, la victoria, que siempre es increíble en Le Mans, sería menos eufórica al no estar Porsche presente.

Nada está asegurado ni mucho menos, pero los japoneses vuelven a tener todo a su favor para, salvo error mecánico o nervios de Nakajima, conseguir vencer por fin en Le Mans. Quizás Alonso sea el amuleto que les hacía falta para romper su particular maldición francesa.