El coche número ocho de Toyota se llevó las 24 Horas de Le Mans. En él se subieron Sebastien Buemi, Fernando Alonso y Kazuki Nakajima, pero les ha costado muchísimo llegar hasta ahí. Es la primera vez que ganan esta mítica carrera, pero en 2016 estuvieron muy cerca.

Aquel año, Nakajima iba en el coche y, cuando iba a cruzar la línea de meta para disputar la última vuelta, su coche se quedó sin potencia y tuvo que dejarse doblar por el Porsche, que este terminara su vuelta para poder terminar la carrera y quedar segundo, porque si hubiera dado la última vuelta no hubiera clasificado debido al tiempo mínimo para completarla.

Es por eso que Toyota decidió que el último relevo lo tenía que hacer el japonés y, de acabar en primera posición, iba a ser el broche de oro a una carrera y a un trabajo durante muchos años. “Estaba más tranquilo que en 2016”, admitía Nakajima.

“Prefería estar en el coche que tener que mirarlo desde fuera, mis compañeros lo saben. Por supuesto pensaba en lo que pasó en 2016, pero todo el equipo supo estar concentrado hasta el final de la carrera”, continuaba.

Muchos años de trabajo, Kazuki los ha vivido muy de cerca y la victoria no es una más, Le Mans siempre es especial: “No tengo palabras. Mis compañeros son fantásticos y Toyota nos ha dado un coche muy bueno. Hemos podido terminar la carrera sin ningún tipo de problema con ambos coches. Siento que lo merecíamos, hemos tenido un poco más de buena suerte, creo, pero ganar la carrera es un sueño en todos los sentidos. Ha habido mucha gente involucrada en el proyecto y estoy feliz de estar aquí representando a todos ellos”.

Muchos hablan de Alonso, y con razón, pero Nakajima culminó la remontada del asturiano con el adelantamiento a Kobayashi durante la noche en Le Mans y en su último relevo hizo grandes tiempos para mantener la distancia e incluso para aumentarla.

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Sobre el autor
Jaime Chico Dueñas
Coordinador de F1 VAVEL. Me podéis encontrar en @JaimeCD4