Podría haber sido una carrera más, otra victoria genial y clave de Lewis Hamilton de cara a la lucha fratricida por el mundial que se disputa mano a mano con Nico Rosberg. Otra paliza de los Mercedes, insultantemente superiores desde la primera carrera, y que lo serán hasta la última cita ante la impotencia del resto. Podría haber sido todo eso, y un soponcio bajo la lluvia torrencial provocada por un tifón previsto, pero no evitado. Y fue todo eso, pero nada importa cuando aparece el desastre y sorprende a todo el mundo.

Podría haber sido una carrera más, bajo un tifón previsto pero no evitado

Jules Bianchi se encuentra en estado grave después de haber sufrido un accidente terrible y desafortunado, cuando la tormenta volvió a arreciar con fuerza en Suzuka. Un choque espeluznante y desconcertante en directo, ya que la realización no ofreció imágenes y los comentaristas tardaron en comprender la envergadura del asunto.

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Bandera amarilla, Adrian Sutil accidentado y la grúa retirando su monoplaza de una zona relativamente segura. Relativamente ya que Bianchi fue directo a la grúa que estaba rescatando el Sauber del alemán, después de haber perdido el control de su bólido a unos 210km/h en condiciones de visibilidad menguantes –por el agua y el ocaso del día–. Nadie se dio cuenta, menos los espectadores, el otro piloto y los comisarios. Salió el Safety Car y le avanzó a toda prisa el coche médico.

Bianchi desapareció del radar, y entonces todo el mundo se dio cuenta del problema

Nada parecía haber cambiado, hasta que en el radar se echó de menos el puntito rojo del Marussia del francés. No lo vieron los telespectadores probablemente por la dureza de la imágenes, confirmada después por fotografías de un monoplaza trinchado, que llegó a levantar las toneladas de peso del vehículo de asistencia. Caras largas en el pit lane, preocupación in crescendo, el helicóptero médico haciendo pruebas de despegue… Congoja, una mala sensación en el cuerpo que invadía a cualquiera que estuviera viendo el desarrollo de la carrera, terminada con bandera roja.

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Hace 20 años que no fallece un piloto durante la competición

Todos los pilotos a los boxes, sin celebrar. Era evidente, la fatalidad había vuelto, algo que la fórmula 1 ha sabido evitar –y que todavía es así– durante muchos años. El último fallecido fue el legendario Ayrton Senna, y de eso hace ya 20 años. Jules Bianchi está crítico, pero se golpeó la cabeza con la grúa, en un impacto brutal y directo, sin guardarraíles ni protecciones del monoplaza de por medio. Tan solo el casco y el metal firme a una velocidad imposible. Que esté en el hospital luchando por su vida ya es un milagro.

Bianchi podría haberse golpeado la cabeza directamente contra la grúa,
a más de 200 km/h

Está vivo, y eso es a día de hoy la buena noticia. Aunque la reflexión es necesaria. La fórmula 1 nunca ha dejado de ser un deporte peligroso, muy arriesgado. Así lo recordó Niki Lauda, que conoce de cerca el lado oscuro de esta competición, y lo lleva estampado en su rostro. “Nos acostumbramos cuando nada ocurre y de repente todos estamos muy sorprendidos, pero siempre debemos tener presente que el deporte de motor es peligroso”, declaró el domingo.

La FIA deberá investigar los procedimentos de seguridad, aunque no se hizo algo extraordinario para provocar el incidente. Fue, lo más seguro, un cúmulo de circunstancias que empezó días antes de la propia carrera. El tifón se podría haber evitado, pero el negoció imperó. El retraso del inicio por la climatología empequeñeció la ventana de luz para terminar la prueba. “En los quince que he participado en las carreras, estas condiciones fueron las de mayor oscuridad que jamás he visto”, comentó Rob Smedley.

La poca visibilidad, el aguacero y una bandera amarilla arriesgada desencadenaron el accidente

Lluvia a borbotones, poca visibilidad y un accidente a escasas vueltas del final. En seco, hemos visto la grúa retirar a monoplazas en posiciones complicadas con el fin de no adulterar la competición en su clímax. Incluso la prensa y aficionados han sido críticos con ciertas apariciones del coche de seguridad, aunque ahora casi todas parecen justificadas. Y sí… Eso ocurrió ayer, ¿y si alguien se estampa contra los ‘marshall’ –han fallecido varios en el pasado reciente–, el coche del rival o los vehículos de asistencia? El resultado, se comprobó en el nublado y oscuro domingo de Suzuka, es funesto.

Marussia, la escudería del francés de 25 años accidentado, ha pedido durante la mañana del lunes respeto y comprensión por la escasez de novedades. El piloto fue operado al llegar al hospital universitario de Mie y, dentro de su estado grave, se informó de que respiraba por si mismo. Estaba inconsciente, con heridas muy severas en el cráneo. Más tarde, de madrugada, se le realizó una nueva intervención y ha trascendido que ahora necesita la ayuda de una máquina para respirar.

Hamilton es más líder, Alonso está abandonado, Button es pez y Massa, gato

Para terminar, y cumplir con la función de la pieza, otros datos sobre la parada en Japón. Fernando Alonso está fuera de Ferrari, y parece que hasta el monoplaza haya decidido dejarle en la cuneta en el final de esta temporada. También que Jenson Button se siente como pez en el agua y que Felipe Massa sufre como un gato bajo el aguacero. Poco más que el desastre –y el adelantamiento clave por el mundial de Hamilton sobre Rosberg–, eso fue lo que nos dejó el Gran Premio de Japón 2014. ¡Recupérate Jules!