El espectáculo no defrauda nunca en el país que inventó las historias a lo grande, la fábrica de sueños que es Hollywood. La fórmula 1 no es y no fue menos en su paso por Austin, Texas. Y eso es decir mucho en un año que ha estado monopolizado por una escudería, a pesar de la revolución prometida antes de arrancar los motores en Australia hace ya 7 meses. El show fue completo y en horario de prime time dominical en España. Una genialidad del líder del mundial e infinidad de cuerpo a cuerpos entre los grandes nombres de la parrilla deleitaron a los espectadores en una de las mejores carreras, sino la mejor, del presente curso.

Hamilton ganó y, sobre todo, dio
un zarpazo moral
a Rosberg

El fin de semana parecía brillar, como el sol de justicia sobre el asfalto, sobre el monoplaza del alemán Nico Rosberg, poleman del sábado y dominador de los primeros compases de la carrera. Incluso Lewis Hamilton pareció descolgarse unos instantes, como si luchara por encontrar el ritmo de su colega. Fue un espejismo, ya que el británico estaba afilando los colmillos. Todo ocurrió tras la primera cita con los boxes. El depredador se colocó a pocos metros de la presa después del decimosexto giro. Esperó, calculó y atacó en la 24. Un zarpazo moral.

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Lewis se abalanzó sobre Nico en los metros finales de recta más larga (curva 12) del magnífico trazado diseñado por Hermann Tilke. Un interior como una catedral, arriesgado y descarado. Nada pudo hacer su compañero, que se dio cuenta demasiado tarde y tuvo que abrir su trayectoria. El líder del mundial se fue en solitario y escapó a una cómoda distancia que supo gestionar hasta la bandera de cuadros. Fue su quinta victoria consecutiva y otro golpe más que le coloca a 24 puntos del enemigo.

Hamilton ha dejado de cometer errores y ha conseguido forzar los de su compañero

Hamilton está en su momento más dulce mientras que Rosberg está sumergido en un pantano de dudas, a pesar de demostrar que puede ser más rápido. Queda claro, eso sí, que le falta constancia y concentración, pecado original del antiguo Lewis. Todo apunta a que tan solo un milagro en la carrera de los 50 puntos –en Abu Dabi, después de pasar por Brasil– podrá dar el título al alemán. Sería un desenlace polémico, ya que no hay motivo cristalino para justificar que una carrera como cualquier otra tenga el doble de valor, por muy última que sea.

El británico es más líder, pero más importante que eso, conduce como si conociera ya su designio, el de repetir campeonato del mundo. Volviendo a los hechos, plasmados con 32 victorias en su trayectoria profesional, hablan ya del británico más laureado de la historia –ayer superó a Nigell Mansell–.

Austin fabricó emociones a base
de duelos entre los mejores de la parrilla

Una vez sentenciada por delante, la carrera ofreció una buena dosis de diversión para quiénes ya no se juegan más que el honor, un contrato para el próximo curso o, en el caso de los equipos, unos millones de más según la clasificación del mundial de constructores. En el centro de la lucha entre los despechados estuvieron los grandes nombres privados de gloria en medio de la supremacía de Mercedes.

Fernando Alonso quedó sexto, “mantener la posición ya era un reto”, comentó. Protagonizó alguno de los adelantamientos más bonitos de los últimos meses ante otros campeones como Jason Button o Sebastian Vettel. Grandes nombres reducidos a luchar por puntos, por pequeños objetivos. Quedar por delante de los McLaren representó una satisfacción para el asturiano, “decenas de millones de dólares al final de temporada”, especificó.

Ricciardo sigue madurando
su condición de campeón del futuro

Entre el divertimento volvió a colarse Daniel Ricciardo, que tras una desafortunada salida que le hizo caer de la cuarta a la séptima posición, remontó hasta el tercer cajón del podio, puesto de honor reservado a él casi también en exclusiva. Por detrás quedaron Felipe Massa –en una de sus mejores actuaciones del año– y Valtteri Bottas, que flirtearon sin éxito con el podio. Sergio Pérez jugó a los autos de choque y condenó la carrera de Adrian Sutil, que había conseguido y celebrado su primer paso a la Q3 el sábado. En un día, todo puede pasar del blanco al negro.

Vettel adelantó a ocho rivales en siete vueltas

En el plano de las estrategias destacó la de Sebastian Vettel, que pasó cinco veces por el carril de boxes. Una última parada a falta de ocho de la conclusión resultó el movimiento estratégico más brillante del fin de semana, ya que con las gomas más frescas el alemán adelantó a ocho vehículos en siete giros. Una cifra más que reivindica el espectáculo que ofreció Austin. Y sin tener que hablar de vaqueros, sombreros y famosos en el paddock. Una cita imprescindible en el calendario.