El continente americano, tierra de oportunidades para los viajeros que acudían a él en busca de fama, dinero y prestigio. Así acudieron Lewis Hamilton y Nico Rosberg a Brasil con ganas de tener una brillante oportunidad, pero con distintos objetivos. El de Nico Rosberg no era otro que no fuese ser Campeón y el de Hamilton todo lo contrario, hacer que no lo fuese. Con esta receta dio comienzo el Gran Premio de Brasil, aunque hubo un invitado muy especial y querido: la lluvia.

La lluvia pudo cambiar el devenir del Campeonato del Mundo

La carrera empezó con el Safety Car, como era previsible y con una pérdida increíble de espectáculo por culpa de este. Con un Romain Grosjean fuera de carrera antes de empezar (choque contra las protecciones en la vuelta de calentamiento) se dio el pistoletazo de salida. En la vuelta ocho Fernando Alonso pasó a Sergio Pérez, Max Verstappen se quitó de encima a Kimi Räikkönen y se fue directo a por Nico Rosberg. Cuando se habían disputado pocas vueltas los pilotos comenzaron a poner intermedios. Fue precisamente con esas gomas con las que se sale de pista Marcus Ericsson y de nuevo en pista el  demasiado protagonista coche de seguridad. Previamente Sebastián Vettel luchaba por mantenerse en pista con su Ferrari, mientras reclamaba una y otra vez bandera roja. 

Con Hamilton primero, Rosberg segundo y Verstappen tercero, se reanudaría el GP tras una bandera roja por un incidente de Kimi. En cuanto a la armada española, sexto Sainz con los neumáticos que empezó y duodécimo Alonso con intermedios. Bien para el madrileño, mal para el asturiano. Porque además los comisarios obligan a salir con los compuestos de lluvia extrema. Hasta la vuelta 29 aguanto el Mercedes de seguridad, perfectamente escolado por las balas plateadas (Hamilton y Rosberg).

Un Verstappen muy valiente 

Verstappen salió como un obús y se comió por fuera a Rosberg, Alonso se puso en posición octava y Sainz puso pimienta con Ricciardo. Max fue directo hacia la carrera, pero un error casi le hace besar los muros brasileños y Nico Rosberg se acercó a él mientras el británico se escapaba. El Mundial daba una sensación de que podía ocurrir absolutamente de todo y un error podía hacer que Hamilton o Rosberg marcasen la diferencia de cara a ser Campeones del Mundo.

Lewis Hamilton y Max Verstappen | Foto: Getty Images
Lewis Hamilton y Max Verstappen | Foto: Getty Images

El tramo final de la carrera fue una gran agonía para los garajes. Un simple error te podía mandar al infierno de Interlagos y un acierto catapultarte al Olimpo de la tierra de Senna. Nico Rosberg fue el que más sufrió, además de ser el que más tenía que perder, y pidiendo la hora por radio finalizó este bonito encuentro. Será el desierto el que tenga la última palabra, el que escriba las últimas líneas de esta bonita historia llamada Fórmula 1. Ya solo queda esperar para que la caravana del Circo de la F1 se traslade a Abu Dhabi y ver si en el final de este precioso cuento está escrito Lewis Hamilton o Nico Rosberg.