Larga, muy larga se ha hecho la espera de la resurrección de Ferrari. Con Mercedes ejerciendo su total e impune dictadura en 2016 y Red Bull arramplando las escasas migajas, se echaba de menos un cambio de decoración al rojo en lo más alto de los podios del Gran Circo.
El cambio de reglamentación comienza a dar sus frutos a tenor de lo visto sobre el asfalto australiano del Albert Park. Pole y victoria han sido competidas de tú a tú entre Mercedes y Ferrari: el resultado, sin ser excepcional, carece de la falta de emoción que ha venido marcando el dominio de los alemanes durante los últimos años. ¡Ya iba siendo hora!
Lo había avisado Ferrari durante la pretemporada: su nuevo monoplaza no iba a conformarse con luchar por el tercer escalón del podio, asistiendo impunemente a la lucha por la victoria de los Mercedes y, eventualmente, aprovechar los errores de los alemanes. Algunos se negaban a aceptar tal progreso por parte de los italianos. Muchos veían en los tiempos del cavalino un maquillaje. Lo cierto es que pocos creían que Ferrari, tras las decepciones acumuladas durante años, pudiera al fin alumbrar un monoplaza competitivo capaz de ganar carreras en condiciones normales. Solo hacia el final de los test de Montmeló las dudas comenzaron a despejarse: los de Maranello habían dado con la tecla. Esta vez sí.
Australia dictaría sentencia final. En la clasificación, cuando ya nada se esconde, Ferrari plantó cara a Mercedes. Sebastian Vettel consiguió colarse en primera fila, a apenas 268 milésimas de la pole de Lewis Hamilton. Un año antes y en el mismo escenario, la diferencia fue de 838 milésimas. Los números hablan por sí solos. El teutón evitó así el enésimo doblete de Mercedes, ya que Valtteri Bottas solo pudo ser tercero en su debut en clasificación con Mercedes. Kimi Räikkönen, el segundo Ferrari, a más de medio segundo de su compañero, parece no haber encontrado aún el ritmo.
La carrera se planteaba verdaderamente interesante en la lucha por la victoria entre Mercedes y Ferrari por primera vez en mucho tiempo. La salida dejó la situación en tablas, ya que las posiciones se mantuvieron en una calma tensa hasta el primera paso por boxes. Para entonces, llegaría un error grosero tanto de Lewis Hamilton como de los estrategas de las flechas plateadas.
Sebastian no se despegó de la aspiración de Lewis durante el primer stint y, hacia el final de este, el inglés comenzó a quejarse amargamente de falta de agarre. A la sazón, un error de Mercedes que solo se puede entender desde el “desentrenamiento” en estrategia consecuencia de sus años de totalitarismo. Antaño, salir detrás de un monoplaza tras una parada no era un gran problema para los Mercedes, ya que podían adelantar valiéndose de su velocidad punta, el DRS y los neumáticos nuevos; pero todo eso (parece) ha pasado a mejor vida.
Incapaz de sobrepasar a Max Verstappen, Lewis vio desangrarse sus neumáticos, sus opciones de victoria y su paciencia. Mientras, Sebastian y Ferrari salivaban ante la oportunidad que el insumiso neerlandés les estaba ofreciendo. El alemán, que rodaba más rápido que sus perseguidores, abrió el hueco necesario y, al salir de su cambio de ruedas, logró mantenerse por delante del dúo Max-Lewis. Ya nunca abandonaría esta situación, alejando cada vez más al británico, que a punto estuvo de tener que luchar para defender su segundo puesto con su compañero, Valtteri Bottas.
Sebastian cruzaba la meta con el dedo el alto, ese que durante cuatro años también fue el gran dictador de la Fórmula 1. Ferrari volvía a sonreír por primera vez desde Singapur 2015. Kimi no pudo acercarse a su compañero y terminó cuarto, a 22 segundos. No obstante, el finés se llevó la vuelta rápida, la 44ª de su carrera deportiva, apartado en el sigue siendo el segundo de la historia, solo por detrás de Michael Schumacher (77).
La temporada 2017 se presenta muy diferente a lo que lleva acostumbrando la Fórmula 1 desde hace años. Quizá desde el inicio de la campaña de 2013 no se vivía una situación similar, cuando luchaban Lotus, Ferrari y Red Bull. A pesar de ello, no hay que lanzar las campanas al vuelo. Mercedes aún no ha tenido derecho de réplica y ya se sabe cómo se las gastan en Brackley. El circuito de Shanghái, más parecido a lo que espera durante el resto del año, ayudará a hacerse una idea más acertada de la situación.
¿Estamos en los albores de una nueva época de la Fórmula 1?
