Joseph Gilles Henri Villeneuve se marchó trágicamente hace treinta y seis años, este 18 de enero de 2018 hubiera cumplido 68 años.
Villeneuve nació en Richelieu en el año 1950, un pequeño pueblo de la provincia de Quebec, en Canadá. Un hombre de familia, ya que se los llevó a todas las carreras de Fórmula Uno que disputaba, a su mujer, Joan Barthe, con quien se casó en 1970, y sus dos hijos Jacques y Melanie.
Realmente, el canadiense decía que había nacido en el año 1977, año en el que consiguió la licencia para ser piloto de la categoría reina del automovilismo. En ese mismo año, llamó la atención de James Hunt, campeón del Mundo en el año 1975, y de McLaren, equipo con el que debutó, pero con el coche del año anterior en el Gran Premio de Silverstone. Quedó undécimo, debido a un problema en su motor, firmando la quinta vuelta más rápida.
Era un tipo peculiar, firmó con McLaren por cinco carreras como tercer piloto, como se enteró de que no contarían con él al año siguiente, rompió el contrato. Esa misma temporada, 1977, es contratado por Enzo Ferrari para correr las dos últimas carreras del Mundial para sustituir a Nicky Lauda, quien había sido campeón. En la última carrera, en el GP de Japón, Villeneuve estuvo involucrado en un accidente en la primera curva con Ronnie Peterson, su coche voló por los aires y aterrizo sobre un grupo de espectadores, donde murieron dos personas y diez resultaron heridas.
Lauda habló de él: “Era el diablo más loco que jamás llegó a la Fórmula 1, pero a la vez, era un personaje sensible y amable. Durante el infierno que resultaba la carrera y la salida, se lo tomaba muy en serio, eso es lo que le hizo un único ser humano”.
El año 1978, fue su año. Su primera temporada completa en Fórmula Uno a bordo de un Ferrari, donde se descubrió que era un piloto rápido, valiente y que iba al límite en cada vuelta. Villeneuve consiguió dos podios, uno de ellos en forma de victoria, en su casa, Canadá.
Las demás victorias llegaron en el año 1979, donde aceptó ser el escudero de Jody Scheckter para que fuera campeón esa temporada y finalmente él fue subcampeón, en Rusia y dos en Estados Unidos. 1980 no fue un buen año para Villenueve, ningún podio, ninguna victoria, se retiró seis ocasiones y el mejor puesto que hizo fue un quinto, en Canadá. En 1981 gana en Mónaco y España, y con estas dos, se cierran sus seis victorias dentro la Fórmula Uno.
Además, Gilles Villeneuve coincidió con su hermano en F1 en dos ocasiones. Jacques Villeneuve. Intentó correr en 1981 el Gran Premio de Canadá y en 1983 lo volvió a intentar con un RAM, ayudado por Bernie Ecclestone, algo que tampoco consiguió.
En el año 1982 llega el trágico accidente en Bélgica. Villeneuve sufrió un grave accidente durante la sesión de clasificación de ese Gran Premio. A falta de ocho minutos para que acabara dicha sesión, el canadiense se encontró en pista a Jochen Mass en la curva Terlamenbocht, quien iba mucho más lento. Mass vio acercarse a Villeneuve a gran velocidad y se movió hacia la derecha para darle paso, pero Villeneuve también optó por girar a la derecha.
El Ferrari golpeó la parte trasera del coche de Mass y chocó a una velocidad aproximada de 200 a 225 kilómetros por hora. Su coche voló más de 100 metros, antes de tocar tierra y desintegrarse. Villeneuve, sin asiento, ya que se rompieron los tornillos de los cinturones de seguridad, y sin casco, fue lanzado otros 50 metros.
Varios pilotos se detuvieron en la zona del accidente, un médico llegó 35 segundos más tarde para certificar que Villeneuve no respiraba, aunque su pulso era continuo, fue intubado y ventilado antes de ser trasladado al centro médico del circuito y luego en helicóptero al Hospital, donde se le diagnosticó una grave fractura en el cuello.
Villeneuve se mantuvo vivo con respiración asistida, en muerte cerebral. Cuando su esposa a Bélgica, se le desconectó el respirador artificial. Tras su muerte, el autódromo actualmente usado para el Gran Premio de Canadá pasó a llevar su nombre: Circuit Gilles Villeneuve.
En el día que hubiera sido su 68 cumpleaños se le recuerda como una autentica leyenda, a pesar de no ser campeón.