Los sardos llegaban a Florencia con la confianza que les daban las cuatro victorias consecutivas. Pero algo pasa en esa ciudad que hace que se les atragante. Alguna extraña maldición que les ha hecho volver a caer en esa en el mismo lugar. Desde 1994 no gana el Cagliari en el Artemio Franchi. El año pasado escaparon mínimamente a la maldición y consiguieron el primer y único punto en estos doce años. Doce derrotas y un empate.

A los seis minutos de partido Cossu tuvo la oportunidad de poner por delante al Cagliari gracias a un centro de Thiago. Pero no acertó a rematar entre los tres palos. No pudo ser. La maldición tenía que cumplirse un año más. Sólo catorce minutos tardó Gonzalo en reafirmarla. Se alzó por encima de la defensa y remató de cabeza un balón centrado desde la derecha. Testarazo ejecutado a la perfección. Fuerte, picado y cruzado. Imposible para Agazzi. El argentino conseguía así su segundo gol de la temporada. Buen centro medido de Valero.

El gol no amedrentó a los sardos que se sacudieron la pena y se lanzaron en busca del gol del empate. Pero el equipo de Montella se defendía con solvencia. Es por algo que no habían recibido ningún gol en casa en las últimas cuatro visitas recibidas.

La Fiore es uno de los equipos que mejor trata el balón en Italia. Pero Pulga llevaba puesto el traje de Ferguson, con sus gafas y mascando chicle, y los suyos le disputaban el juego y la posesión a los locales. Ambos equipos tocaban el balón e intentaban sacarlo siempre jugado. Pero apenas había ocasiones de gol en las áreas. Y el árbitro no dejaba jugar gran cosa, señalando 25 faltas soló en la primera parte.

Cuando parecía que se llegaba sin más sorpresas al descanso llegó la jugada rara de la jornada. Casarini enganchaba una bolea preciosa y colocaba el balón en el fondo de la portería de Viviano. El árbitro anuló el gol por fuera de juego. El fuera de juego no existía. Había tres jugadores en fuera de juego, pero ninguno intervenía en la jugada. Nadie lo entendía, todos protestaban, el árbitro consultaba con el linier y finalmente daba el gol… lío, lío gordo. Lío que será olvidado dado su escaso peso en el resultado final.

La segunda parte sería la parte de la Fiorentina. Comienza con un gol de Jovetic. El capitán, que no estaba cuajando un buen partido, aprovechó un fallo de marcaje de la defensa y marcaba el segundo gol para los suyos. Segunda asistencia de Borja Valero.

El gol no acobardó al Cagliari que quería seguir puntuando para acercarse a Europa. El encuentro estaba en su fase más entretenida para el espectador. Las dos escuadras luchaban por el dominio del esférico y las jugadas de ataque se sucedían en ambas porterías. Hasta que en una de estas Llama sacó con pasmosa sangre fría una peligrosísima ocasión que Sau no consiguió definir. Llama sacó el balón jugado, inició la contra, y el gigante Luca Toni la finalizó. Gol del delantero que remata a placer una venenosa entrada por la banda de Jovetic. Minuto 54, 3-1. La Fiorentina sentenciaba el partido y alargaba un año más la maldición.

Dos goles en cinco minutos fue demasiado para la moral de los de Pulga, que tiraron la toalla. A partir de ese momento Valero y Pizarro se hicieron por completo con un centro del campo por el que habían peleado duramente durante una larga hora. Cuadrado y Rómulo se encargaron de acabar de destruir la resistencia de la defensa rival y hacían un daño terrible en cada ataque.

El partido estaba firmado y sellado. Visto para sentencia. Pero aún quedaba tiempo para un último error del Cagliari que redondearía la goleada. Dessena, héroe hace dos jornadas, perdió un balón en la frontal del área y Cuadrado lo situaba en la espalda de Agazzi con una sutil vaselina. 4-1.

Un resultado que habla de un entretenido espectáculo, de una gran Fiorentina. Pero excesivo castigo para el Cagliari, que hizo un buen partido ante un gran rival.