Una escarapela, en realidad, en sentido estricto, no es más que un trozo de tela enrollado y plegado formando un círculo. Tan simple elemento, sin embargo, se viene empleando desde antiguo en ámbitos militares, como complemento del uniforme: la posibilidad de fabricarlo en el color que se quisiera era muy útil en una época en la que el uso de banderas nacionales no estaba tan extendido como en la actualidad, para que los soldados pudieran identificar a compañeros y enemigos. La costumbre, generalmente, dictaba colocarla en el sombrero, con el fin de que fuera bien visible.

Con el tiempo su uso sobrepasó el mundo castrense y se extendió al debate político, como forma de identificar a los defensores de tal o cual partido. Así, en la Francia de finales del siglo XVIII, una escarapela tricolor azul, blanca y roja indicaba que el portador simpatizaba con los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad. El emblema hizo fortuna y se extendió por toda Europa, así como por las nacientes naciones de Sudamérica, como símbolo revolucionario.

Italia, con su convulsa historia del siglo XIX, no quedó al margen de la tendencia. La Península, después de las invasiones napoleónicas, permaneció dividida en numerosos reinos, incluida una extensión vastísima de terreno dominada directamente por el Papa. Surgió un movimiento, años después triunfador, que clamaba por la unificación, y que usaba un distintivo parecido al francés, pero cambiando el color azul por el verde. Así nació la escarapela tricolor italiana (con el rojo por fuera y el verde en el centro, aunque a veces, erróneamente, se vea al revés), que daría lugar a la bandera y se convertiría en uno de los símbolos del nuevo país.

Años después llegaría el fútbol, y con él, el campeonato nacional. El Genoa, uno de los equipos más exitosos de principios del siglo XX, tuvo la idea, tras proclamarse campeón nacional en 1924, de presumir de su hazaña colocándose durante el año siguiente un pequeño escudo, el scudetto, con los colores patrios. La ocurrencia gustó bastante y, de ahí en adelante, todos los equipos que lograron el título nacional lo llevaron.

En 1958, con el segundo resurgir de la Coppa Italia, se creyó conveniente que el ganador luciera algo que lo acreditara, sobre todo teniendo en cuenta que iba a representar a Italia en la Recopa de Europa que estaba a punto de crearse. Por eso, a la Federación se le ocurrió recuperar la escarapela, llamada en italiano coccarda, que desde entonces lucen en el pecho (o, en algunos casos de excentricidad en los últimos años, en la manga), los campeones del torneo del KO.

Sin ley de estrellas

La escarapela es el distintivo que se entrega oficialmente al campeón de Copa, igual que el scudetto se le da al campeón de liga. No hay ningún otro indicativo aprobado oficialmente, en ninguno de los dos casos. Entonces, ¿por qué algunos equipos llevan estrellas sobre su escudo?

Volvemos a remontarnos a 1958, año en el que no sólo se creó la Coppa, sino que la Juventus ganó su décimo título de Serie A, convirtiéndose en el primer equipo del país en alcanzar tal logro. El presidente de la época, Umberto Agnelli, consideró que ese acontecimiento merecía ser recordado, así que solicitó a la Federación la inclusión de algún distintivo específico. Tras un mes de deliberación, los directivos indicaron que podían colocarse una estrella dorada de cinco puntas.

Quedó así establecido que el equipo que ganara 10 campeonatos podía incorporar una estrella de oro a su camiseta; de momeno, sólo lo han conseguido la propia Juventus (que tiene dos), el Milan y el Inter; los que más cerca están de conseguir otra son el Genoa, que tiene 9 títulos, y el Torino, que lleva 8, aunque dada su situación deportiva actual, parece improbable que lo logren, al menos a corto plazo. La innovación gustó tanto que otras naciones (Alemania, Países Bajos, Rumanía, Suecia, etcétera) copiaron el sistema, e incluso la FIFA lo adaptó para los campeonatos del mundo de selecciones.

Pero hay un detalle importante: si bien aquel lejano 1958 fue la Federación la que decidió que el símbolo fuera una estrella, la iniciativa se ha mantenido sólo por costumbre. Nunca se promulgó una norma oficial que lo estableciera (lo que dio lugar a no pocos problemas hace poco, cuando la Juventus quiso contar los campeonatos que le retiraron tras el escándalo Calciopoli para sumar 30 y contarse la tercera estrella).

Asimismo, tampoco hay norma alguna para quien consiga 10 títulos de Copa. De momento no ha hecho falta, porque nadie llega a tal cantidad, pero tanto la propia Juventus como la Roma están a punto, con 9 trofeos cada una. De hecho, la propia Roma podría llegar a 10 si vence a la Lazio en la final de este domingo.

Cuando la Juventus jugó (y perdió) la final del año pasado contra el Nápoles se especuló con la idea de que, si los turineses hubieran ganado, se habrían podido poner en la camiseta una estrella de plata. Este año en Roma se plantea la misma posibilidad. Hasta el momento nadie se ha pronunciado oficialmente al respecto, pero si se da el caso, sería o bien la Lega Calcio (organizadora de la Coppa desde hace algunas temporadas) o bien la propia Roma quien debería iniciar los trámites. Dado el precedente de la estrella dorada y la afición italiana por ostentar, no parece que hubiera muchas dificultades.