Se puede hablar de muchos duelos y muchos enfrentamientos individualizados cubiertos de morbo y polvo del pasado. Pero lo que sí es cierto, es que el duelo entre el Bayern de Münich y Chelsea era una batalla de estilos totalmente contrapuestos. De todas formas, ¿quién no ha seguido la trayectoria de cada uno? El estilo de Pep es la posesión, el abuso del toque, la defensa adelantada y el intento constante de jugar por dentro y entre líneas. Mourinho es el entrenador pragmático por excelencia; podrá tener a los mejores jugadores del mundo que siempre hará lo mismo: defensa atrasada, bloque sólido y salidas de balón rápida, al contraataque. Y todo esto se daba cita la noche del 30 de agosto en el Eden Arena de Praga; el campeón de la Champions y actual mejor equipo del mundo contra el resultadismo puro y duro hecho campeón de la Europa League. Ya había ganas de un duelo así.

Ribéry y Hazard, faros en mares distintos

La primera parte no dió lugar a la sorpresa. El Bayern promedió un 72% de posesión pero no generó ocasiones de gol en exceso, mientras que los londinenses se quedaron atrás, esperando, robando y saliendo. El bloque sólido que se les presupone, no decepcionó. Entre Ivanovic, Cahill y David Luiz sacaron del partido a Mandzukic, quien no apareció en toda la primera mitad. Además, la defensa extremadamente adelantada (línea de medio campo) del Bayern, propició el juego de los blues, que generaron mucho más peligro real que los alemanes. Y por si no fuera suficiente, Guardiola alineó a Kroos como único pivote, dejando a Müller y Lahm de interiores. El centro del campo de Münich era una autovía en medio de un mar de camisetas rojas.

Y entre tanto, un pequeño belga se aprovechó de tal situación. Partiendo desde la banda izquierda, y aunque no tocó demasiados balones, Hazard fue el faro de un Chelsea con las ideas claras. Cuando la pelota llegaba por aquel costado, el estadio tenía la sensación de que algo podía pasar. Pero, contra todo pronóstico, Eden no mostró su versión eléctrica, individualista e irregular. Sin ser decisivo, todas sus acciones fueron perfectas. Recibía, levantaba la cabeza y arrancaba hasta encontrar a un compañero. Así llegó el gol de Torres: diagonal del susodicho y pase al espacio para Schürrle, desborda el alemán a Alaba y el pase atrás acaba con un golazo del niño de las finales.

El Bayern fue a lo suyo. Y entre tanta posesión y búsqueda de sí mismos, Ribéry se echaba el equipo a la espalda (como durante todo agosto). Él fue el faro de Pep en el campo. Siempre combinativo, con chispa y por dentro, como le gusta al catalán. Es la alternativa a tanto jugón. Él es el diferente del Bayern de Münich y lo ha demostrado durante un año entero, llevando a su equipo a ser el mejor. Pero el bueno de Franck no puede hacerlo todo siempre, y en la primera parte no estuvo acertado en sus últimas decisiones.

Y así llegó el pitido del descanso. 0-1 y el pragmatismo ganando al preciosismo.

Un muro llamado Neuer

Pep se dió cuenta de su error y metió a Javi Martínez (por Rafinha) al poco de comenzar la segunda mitad. Lahm volvió al lateral y el Bayern volvío a generar peligro. Y a veces no es necesario nada más que lo que hizo el francés del gigante de Baviera. Como dijo Jim Carrey en Como Dios: "a falta de pan, buenas son galletas", y Ribéry se aplicó el cuento. Llegó el minudo 47, se quitó fácil de encima a un Ramires cada vez más superado y se sacó un latigazo desde fuera del área que se coló por el palo corto de Cech. Fácil.

1-1 y todo siguió igual por Praga. Unos dominaban y otros sorprendían de vez en cuando. Y entre tanta ocasión desperdiciada, un hombre destacó por encima de los demás, y no fue otro que Manuel Neuer. Hasta tres paradas de mérito más que notable para salvar a su equipo, destacando un mano a mano a Oscar en el que aguantó perfectamente el espigado guardameta alemán.

El partido se convirtió en un ida y vuelta, ahí donde el equipo del coqueto barrio de Londres es superior. La solidez del equipo de Mourinho era clave en esas circunstancias y la tuvo. La sensación de peligro fue mayor que la de un Bayern que cada vez arriesgaba más. Ivanovic se encontró el larguero en el 77' y estuvo a punto de sentenciar el partido de cabeza. La emoción era máxima, el partido estaba bonito, intenso y empatado. Y para acentuarlo, Ramires se expulsó antes del minuto 90 tras una brutal entrada sobre Götze, que bien pudo lesionar al ex del Dortmund.

1-1 y el público aun disfrutaría de una prórroga épica...

ODA AL ARTE EN FORMA DE FÚTBOL

La prórroga que se vivió en Praga la noche del 30 de agosto fue un espectáculo sin igual. El partido dejó de tener dueño y ambos equipos lo apostaron todo. Y el primero en golpear fue el Chelsea. Hazard, al que se le debe recordar por el partido que hizo en la Supercopa de Europa de 2013, dribló a Lahm y a Boateng -que sólo pudieron mirar y aplaudir- y disparó al palo corto, sorprendiendo a Neuer y dando ventaja a los blues. A partir de ahí, se acabaron las tácticas y empezó a reinar en instinto de supervivencia. El Bayern se fue arriba con todo y dejó de especular.

El equipo alemán le echó un all in al Chelsea y Petr Cech lo vió. Vaya que si lo vió... El portero se hizo enorme bajo palos y fue sacando balones como quien se espanta las moscas en verano. La prórroga del checo fue brutal. Fue el salvador de un Chelsea encerrado y con uno menos. Pero el fútbol no entiende de justicias, y quizás ahí radique su belleza... Cuando parecía que la Supercopa se teñía de azul, apareció otro español: Javi Martínez, que, en el minuto 121, definía como si fuese el mejor delantero de su equipo y hacía silenciar al oeste de Londres.

Tras tanto fútbol en estado puro, Javi Martínez obsequiaba al espectador neutral con unos penaltis que siempre apetecen. Y como una imagen (en este caso un vídeo) vale más que mil palabras, aquí os dejamos la bonita tanda de penaltis que vivieron ambos equipos:


Por parte del Bayern, Alaba, Kroos, Lahm, Ribéry y Shaqiri transformaban los cinco penaltis para el alivio de Pep. Mientras que en el equipo azul, David Luiz, Oscar, Lampard y Ashley Cole marcaban golazos desde los 11 metros. Muchos fueron los "villanos" que fallaron penaltis en finales y esta vez, le tocó a Lukaku. Flojito, ligaramente hacia la derecha y Neuer lo ve.

Título para la Bundesliga, título para un Bayern aun en construcción y uno más para Guardiola, que le arrebata otro trofeo al portugués.

Enhorabuena al Bayern de Münich, supercampeón de Europa.