16 de enero. 24 de junio. Si en la primera fecha el Bayern de Múnich hacía oficial la contratación de Pep Guardiola como entrenador de la temporada 2013/2014, poco más de cinco meses después el técnico catalán era presentado por el conjunto bávaro. Mientras el de Santpedor se iniciaba en la lengua alemana, Jupp Heynckes se despedía del Bayern de Múnich dejando el listón muy alto para su sustituto. ¿Qué podía hacer Guardiola para agrandar su leyenda y la de su nuevo equipo? El reto de repetir Sextete -algo ahora inalcanzable- era tentador. Más allá de títulos, la huella que quiere perpetuar Pep es un nuevo gen del Bayern de Múnich. El cómo por encima del qué. "Solo ganamos tres puntos, pero el cómo queda para siempre", declaró el por aquel entonces técnico azulgrana tras el 5-0 al Real Madrid.

Götze y Thiago, el nuevo centro del campo

El cambio de identidad empezó a fraguarse aún con Heynckes en el banquillo. A finales de abril, el Bayern de Múnich desembolsó la cláusula de rescisión de Mario Götze, que ascendía a los 37 millones de euros. La primera pieza del rompecabezas estaba conseguida. Una pieza que, hasta mediados del mes de julio, parecía que iba a ser la única. Fue ahí cuando media Europa suspiraba por Thiago, y Thiago suspiraba por media Europa. Guardiola fue directo a por él para completar la transición, al menos sobre el papel, del equipo del año anterior. El cambio de un Bayern de Múnich más físico, abanderado por Kroos y Müller, a un equipo más paciente y técnico, comandado por Thiago y Götze.

Experimento  fallido

La primera vez que pudo poner en práctica toda la teoría que tenía en mente fue la tercera jornada de la Bundesliga, contra el Núremberg. Thiago y Götze fueron de la partida, pero ninguno de los terminó el encuentro. Con 0-0 en el marcador, primero fue Thiago el que dejó su puesto a Müller mientras que seis minutos, después Kroos entró por Götze. Guardiola demostró que es un entrenador fiel a sus ideas hasta que su pragmatismo se lo permite. Sacrificó su nuevo Bayern de Múnich por el de la temporada anterior. Con el 11 que perpetuó Heynckes, el equipo jugó al estilo Heynckes. La creación adquirió tintes verticales y el equipo recuperó la chispa. Ribéry y Robben materializaron la mejora con los cambios. La idea de Guardiola tenía que esperar.

Las lesiones de Thiago, Götze y Schweinsteiger imposibilitan la transición.

Como si de un aparato electrónico se tratara, la transición Guardiola-Heynckes está en stand by debido a las lesiones. Thiago ultima su recuperación mientras que Götze y Schweinsteiger no están totalmente recuperados de las molestias que arrastran desde la Supercopa de Europa. Ante este periodo de espera, solo es posible imaginarse lo que quiere Guardiola de su equipo en función de la primera hora de partido contra el Núremberg. Fue en ese tramo de partido cuando se vio más claro el 3-1-3-3 que habita en la mente del entrenador catalán. Alaba, Dante y Boateng formaron la línea de defensiva, mientras que la posición de ancla entre ataque y defensa fue para Schweinsteiger. Thiago y Lahm actuaron de interiores y Götze tuvo libertad detrás de los tres atacantes: Ribéry, Robben y Mandzukic

Las lesiones de Thiago, Götze y Schweinsteiger imposibilitan la transición. Las urgencias obligan a Lahm, el hombre comodín, a jugar de mediocentro, con Kroos y Müller acompañándole en la creación y destrucción. Por el momento, ni las lesiones ni el juego ofrecido por la dupla Thiago-Götze en el poco tiempo que han jugado juntos han definido el estilo que quiere Guardiola. La paciencia que requiere todo cambio será importante para ver si el exentrenador del Barcelona sigue queriendo implantar su idea, o si por el contrario hace gala de su pragmatismo y encuentra el punto medio entre lo que había con Heynckes y lo que él pretende.