Japón ha sido conocido desde siempre como un país muy diferente a los europeos y americanos ya que la concepción de todo lo que les rodea es diferente para los nipones, la timidez es su, quizá, rasgo más característico. Al japonés no le gusta ser el centro de atención, estar en el foco, que todas las miradas estén puestas en él a pesar de que haya realizado un gran trabajo digno de todo elogio. Su vergüenza a exponer muchos de sus pensamientos nos muestran una sociedad que se basa en el esfuerzo, la obediencia y el respeto. Así pues en Japón las huelgas se hacen trabajando más, una ciudad con tantos millones de habitantes vive el día a día sin mayor problema gracias al orden de sus ciudadanos. Y el fútbol también se ve influido por todo ello, claro.

Para los que siguen la competición japonesa o al menos la selección nacional, se habrá dado cuenta de la poca contundencia que tiene su defensa y la gran cantidad de ocasiones que pueden lograr hacia la puerta rival sin marcar un gol, esto es producto de esa timidez mencionada anteriormente. En ocasiones el defensa japonés tiene miedo (o vergüenza) a meter la pierna fuerte, incluso a hacer daño al jugador rival. El atacante nipón suele ser muy técnico (en esta liga hay más técnica que físico), habilidoso y es capaz de encontrar facilidad para buscar el disparo a puerta, pero vuelve a aparecer la timidez, ese miedo a que todos te miren. Y falla.

Keisuke Honda y Shinji Kagawa son de esos jugadores denominados como 'rebeldes' en el fútbol japonés.

En la JLeague hay un sinfín de talento quizá mayor todavía que algunas buenas ligas europeas pero solo destacan los nombrados rebeldes, es decir, los Kagawa, los Honda, ese tipo de jugadores que están dispuesto a experimentar más allá de lo que su entrenador le pide, no tan ordenado y respetuoso como el prototipo general de jugador japonés. Jugadores como los nombrados se salen del guión la cual cosa les permite destacar por encima del resto, entonces llega un club europeo y se lo lleva porque ese chico es el mejor de su equipo. Sí, tal vez esos rebeldes sean los mejores de sus respectivos equipos pero es gracias a que su timidez no alcanza a la del resto, porque hay muchos más con talento pero sin esa capacidad para ir más allá de lo que su técnico le pide.

A pesar de este efecto que la cultura da sobre el fútbol japonés cada vez son más estos jugadores que les gusta experimentar y mostrarse, sin ir más lejos el propio Kakitani, jugador de Cerezo que en esta temporada se ha salido gracias a eso precisamente, el perder el miedo a ser el centro de los focos. Ésta competición está sufriendo un crecimiento rapidísimo y de seguro va a dar mucho que hablar en los siguientes años y por supuesto que también lo harán sus jugadores.