El fútbol, al ritmo que dicta José Mourinho. Sin lujos y sin errores, seriedad y compromiso, sacrificio y entrega absoluta para llegar al objetivo, ganar sea cual sea el precio. Brendan Rodgers exigió lo mismo a sus jugadores, presión intensa, esfuerzo colectivo, sacrificio e intentar combinar sin errores para llegar a la portería rival. En el fútbol existen infinidad de planes, de variantes tácticas y de posibilidades, pero al final sólo una se impone sobre el resto, y hoy en Anfield, se impuso la de Mourinho.

El sueño de Anfield no podía tener un final más trágico. Un ídolo en apuros, el mejor ataque frenado por completo, y una sentencia dramática en el último suspiro. Todos los ingredientes se combinan para dejar lider al Liverpool, pero sin depender de ellos mismos para ganar, dejándolo todo en manos de Pellegrini y sus hombres.

"No tenemos oportunidades de ser campeones, pero podré presumir de haber ganado a los dos posibles campeones de la Premier". Palabras de un entrenador que, sin verse ganador del título liguero, puede permitirse el gusto de presumir.

Intensidad, dominio 'red' y peligro 'blue'

Sin arrollar. El Liverpool no salió como acostumbraba en Anfield los primeros minutos. Esta vez fue el Chelsea el que empezó reteniendo el balón buscando frenar las ganas de ganar que ponían los hombres de Rodgers. Con el transcurso de los minutos todo parecía volver al guión previsto. Balones largos a Demba Ba, tocando el Liverpool en el centro del campo sin poder combinar con sus delanteros y con un Sterling atrapado entre defensas, sin espacios para lanzar una carrera que pusiera en apuros al Chelsea.

Con un equipo plagado de suplentes, la actitud ofensiva recaía en manos de Schürrle, que luchó cada balón jugando de segundo lateral en banda cuando la pelota era del equipo local. Lo mismo sucedía en el otro costado con Salah, que se sacrificó en defensa evitando cualquier posible internada ayudando a Azpilicueta

El peligro de los visitantes sólo llegaba con Ba, que bajaba todos los balones que le enviaban desde la zaga defensiva, luchando contra Skrtel y Sakho. Su sacrificio defensivo además, pronto tendría su recompensa.

Steven Gerrard, el héroe convertido en villano

Si algo jamás existió en el fútbol, fue la justicia. El capitán red que siempre soñó con la Premier sería el desgraciado protagonista del primer gol del Chelsea. Sakho le entregó un balón que controló mal en el centro del campo. Fruto de su nerviosismo, se tropezó al intentar rescatar un balón que se llevaría Ba para definir sólo contra Mignolet, en la primera ocasión clara de gol del conjunto visitante.

Justo al borde del descanso, nadie daba crédito a ésto, y es que después de ser el estandarte local durante tantos partidos, Gerrard cometió un error que puede costarles una Premier League que se les vuelve a escapar, 24 años después.

La muralla defensiva, fórmula ganadora

45 minutos de resistencia. Si el Cholo Simeone observó el partido, pudo comprobar lo difícil que es llegar con peligro al área visitante si no es con disparos desde fuera del área, con los que rara vez se podrá lograr marcar. 45 minutos sin permitir una sola combinación red cerca del área, permitiendo que el Liverpool tuviese el balón en el centro del campo, pero sin llegar a más. Todos replegados atrás, incluso dando entrada al campo a otro central más, Cahill. 

Terminó cerrando con cinco el equipo del portugués, con seis si tenemos en cuenta que Obi Mikel tan siquiera quiso conocer el campo rival. El esfuerzo titánico de Demba Ba, y la entrega defensiva de sus otros 9 compañeros de campo hicieron el resto. El Liverpool se vió superado y sin opciones, dándolo todo, incluyendo a jugadores como Iago Aspas que nada pudieron hacer para marcar. Tan sólo Gerrard con algún tiro lejano, Joe Allen de la misma manera o Suárez con una ocasión aislada que falló en los últimos minutos generaron peligro en la portería rival.

Finalmente, en el último minuto, el Chelsea marcaría de la mano de William tras una contra donde él y Torres se enfrentaron a Mignolet. Torres encaró y entregó al brasileño para que éste marcase el definitivo 0-2. Mientras tanto, las gradas entonaban el famoso You'll Never Walk Alone.

Manchester City, el gran beneficiado

Ni siquiera el ganador de este partido, José Mourinho, parece ser el que levantará el título de la Premier. Su no buen amigo, Manuel Pellegrini, se coloca el primero en la carrera por el título, con Rodgers apretando los dientes, esperando que llegue un fallo que condene al Manchester City, complicada tarea. El Everton, equipo rival del Liverpool, ambos habitantes de la misma ciudad, será el gran rival del City en la lucha por el título. Roberto Martínez será uno de los jueces de una liga que promete emoción hasta el último pitido final.