La temporada 2013/14 se presumía para el Everton como una temporada de transición tras la marcha de David Moyes al Manchester United después de once temporadas dirigiendo a los toffees y la llegada de Roberto Martínez al banquillo Goodison Park. El entrenador catalán en sus primeras palabras como técnico del Everton demostró que sus expectativas eran altas y su actitud ambiciosa y ganadora, cuando afirmó que su objetivo era llevar al Everton a la Champions League.

Comienzo dubitativo

Con el comienzo de la temporada el equipo se mostró un tanto dubitativo. Desde el principio se evidenció el cambio radical en el sistema de juego que pretendía implantar Roberto Martínez. Del juego directo puramente british que desplegaba el equipo con David Moyes se estaba pasando a un juego basado en el control del balón. En el mes de agosto la idea estaba muy verde en una plantilla nada acostumbrada a dicho sistema y eso se materializó en los tres empates con los que el equipo inició la Premier League, ante Norwich, West Bromwich Albion y Cardiff City. Sin ningún centrocampista puro en el equipo, Marouane Fellaini fue el que retrasó su posición para ser el encargado de la creación, pero se demostró que no se encontraba cómodo en esa demarcación, además el equipo tenía una gran carencia como era la de un definidor claro, ya que Nikica Jelavic era el único delantero a disposición del técnico.

Un ‘Deadline Day’ brillante hace despegar al equipo

Lejos de cambiar de idea ante unos primeros resultados poco esperanzadores, Roberto Martínez ejecutó su primera gran jugada maestra como técnico del Everton en un ‘Deadline Day’ que será difícil de olvidar. El Everton aprovechó la necesidad de fichar del Manchester United para vender a Fellaini a cambio de 27m. Una pérdida que temporadas atrás podría ser trascendental, pero en elesquema el belga había perdido protagonismo y Martínez utilizó el dinero de su venta para completar una plantilla a su medida. Grandes incorporaciones como la de James McCarthy, al que Martínez conocía del Wigan, y Gareth Barry completaron la pareja ideal que Roberto ansiaba para su equipo, sumado a la obtención de la cesión de Romelu Lukaku como el delantero centro perfecto para culminar las jugadas.

La primera victoria de la temporada llegó en la cuarta jornada, nada menos que ante el Chelsea. Toda una declaración de intenciones de un Everton, dispuesto de una vez a competir cara a cara con los equipos de arriba. El gol de la victoria lo anotó Steven Naismith, en su primera gran actuación de una temporada en la que realizaría un papel mucho mayor de lo esperado en un principio. El equipo cogió aire tras esa victoria y encadenó dos nuevos triunfos frente West Ham y Newcastle. En la jornada siete, cuando era el único equipo de la competición que se mantenía invicto, llegó la primera derrota de la campaña (sin contar la eliminación - Fulham en Capital One Cup) en casa del Manchester City, que en el primer tramo de temporada era totalmente intratable en su feudo.

Primera vuelta: de igual a igual con los ‘grandes’

Esta derrota no frenó la progresión ascendente del equipo, ni mucho menos. El Everton entró en una dinámica positiva, de buen juego, competitividad y grandes resultados. Se solventaron con relativa comodidad los partidos contra los rivales de la parte baja de la clasificación, como las victorias ante Hull City y Aston Villa, a la espera de los enfrentamientos contra los rivales directos contra los que el conjunto de Goodison estaba dispuesto a pelear las plazas de acceso a competición europea. No se logró únicamente no perder contra ninguno de estos rivales en la primera vuelta, sino que la imagen ofrecida fue muy positiva, la sensación de que el Everton estaba a su misma altura. Tras un empate a cero muy disputado contra el Tottenham se llegó a uno de los partidos más especiales de cada año en Inglaterra, el derbi de Merseyside, cuyo primer asalto tuvo lugar el 23 de noviembre en Goodison Park. Un partido que superó todas las expectativas y que, sin necesidad de ver el resto de los partidos, se convirtió en uno de los más increíbles de toda la temporada. Un intercambio de golpes trepidante entre dos equipos que se trataron de igual a igual, en el que ambos equipos se pusieron por delante en el marcador y pudieron ganar el partido. Cuando parecía que finalmente la balanza se decantaría a favor de los locales con el gol de Lukaku en el minuto 82, Sturridgde emergió para aguar la fiesta toffee con el gol que ponía el 3-3 en el marcador cuando el partido ya agonizaba.

Sin apenas descanso (un brillante triunfo por 4-0 frente al Stoke City) el Everton volvía a las grandes citas. La primera de ellas fue la visita a Old Trafford, con el aliciente del primer enfrentamiento de David Moyes con su ex equipo. El partido se saldó con una victoria para los visitantes con un gol en los últimos minutos de Bryan Oviedo, que entró magníficamente en la dinámica del grupo tras la lesión de Leighton Baines en el Merseyside derbi. Sin más dilación, llegaba una nueva visita complicada, esta vez al Emirates Stadium y el equipo volvió a solventar el compromiso con brillantez. El gol inicial de Mesut Özil fue neutralizado por una genial acción individual de Gerard Deulofeu (en la que a la larga sería su mejor actuación).

En los últimos partidos de la primera vuelta el Everton consiguió tres nuevas victorias frente a Swansea, Fulham y Southampton y sufrió su segunda derrota de la campaña en un infausto ‘Boxing Day’ en el que recibieron al Sunderland en Goodison Park. Uno de los encuentros más negros de toda la temporada. En los primeros minutos de juego Tim Howard cometió un penalti y fue expulsado. El Sunderland no perdonó y el Everton no fue capaz de reaccionar.

Un borrón que no fue suficiente para cuestionar el notable trabajo realizado por el equipo en el primer tramo de temporada. La primera vuelta de Roberto Martínez en el banquillo del club concluyó con en una inmejorable 4ª plaza, por encima del Liverpool. Los objetivos se estaban cumpliendo con creces por el momento y las sensaciones que ofrecía el equipo eran las de un conjunto nuevo, con un mentalidad ganadora y una ambición renovada que le permitieron competir e incluso superar a los equipos más potentes de la Premier League, en la que fue una de las grandes cuentas pendientes de David Moyes en su etapa como técnico toffee.

Segunda vuelta: bajón físico, duras derrotas, descolgados

Con el comienzo de la segunda vuelta, el equipo comenzó a notar el peso de los partidos en sus piernas y los resultados comenzaros a no ser tan positivos. Las lesiones pronto se convirtieron en un lastre para una plantilla relativamente corta en la que los recambios no siempre mantenían el alto nivel de los titulares. Prácticamente todo el equipo pasó por enfermería, pero en el primer mes de 2014 destacaron las lesiones de Leighton Baines, Gerard Deulofeu o Romelu Lukaku. Llegó así, a finales de enero, el posiblemente partido más duro de la temporada. El segundo asalto del derbi de Merseyside tenía lugar en Anfield y un Liverpool en plena ebullición arrolló sin piedad al Everton. Un serio correctivo que no sería el único que recibiría el equipo en las siguientes jornadas y, es que las visitas a White Hart Lane y Stamford Bridge llegaban en el peor momento de la temporada. Ambos encuentros se saldaron con dos duras derrotas por 1-0, partidos en los que el Everton demostró no ser inferior a sus rivales, pero mostró sendos momentos de desconcentración, de errores individuales que le lastraron en su visita a ambos campos.

Reacción brillante, la Champions al alcance

Los puestos europeos, que parecían al alcance tras la gran primera vuelta, ahora se veían peligrar seriamente tras las derrotas contra los rivales directos. En el momento más complicado de la temporada, Roberto Martínez volvió a tomar el timón de la nave y en apenas una semana, las cosas volvieron a su cauce natural. El discurso ganador del técnico catalán, y sobre todo sus acciones estratégicas para estaban consiguiendo que el equipo superara los escollos que antaño parecían insuperables. El mes de marzo comenzó con el encuentro ante el West Ham, se iniciaba el tramo definitivo de la temporada y el equipo debía reaccionar para reengancharse definitivamente a la pelea. Todas las dudas parecieron esfumarse con el regreso de Lukaku tras su lesión, que supuso el gol de la victoria en el enfrentamiento contra los hammers. Esta victoria fue el comienzo de un mes y medio de ensueño en el que el equipo encadenó siete victorias consecutivas, cifra que no se alcanzaba desde el año 1987.

El buen momento del Everton vino acompañado de rachas negativas por parte de Arsenal y Tottenham por lo que no solo parecía accesible alcanzar puestos de Europa League, sino que el sueño de la Champions estaba en la mano de los jugadores toffees. El partido clave para dilucidar en gran parte las posiciones finales de cada equipo parecía ser el enfrentamiento entre Everton y Arsenal. Goodison Park se engalanó para el partido más importante de la temporada y el equipo respondió con su posiblemente mejor encuentro del año. Los gunners vieron como pasaba por encima de ellos una apisonadora azul que se saldó con un 3-0 el cual dejaba la lucha por la plaza de Champions más abierta que nunca.

Pérdida de opciones de Champions, Europa League asegurada

Luego haber conseguido lo más difícil, como fue reengancharse a la pelea con siete victorias consecutivas y vencer al rival directo, el Everton no consiguió estar a la altura de las exigencias y vio como estaba dejando escapar una oportunidad única de alcanzar la máxima competición continental por primera vez desde la temporada 2005/06. El sueño se escapó de la manera más dura. Primero debido a una sorprendente derrota en casa a manos de un Crystal Palace prácticamente salvado y finalmente el equipo pareció bajar los brazos cuando en la visita al campo del Southampton se auto infringió una derrota merced a dos goles en propia portería.

La temporada llegaba a su fin sin olvidar dos últimas grandes citas comofueron las visitas de los dos Manchester a Goodison Park. El partido que más morbo y expectativas generaba era sin duda el regreso de David Moyes a la que fue su casa durante once temporadas. El recibimiento de la grada toffee no fue ni mucho menos cálido y es que gestos fichar a Fellaini y la intención de hacerlo con otros como Leighton Baines no sentaron nada bien en la grada soberana de Goodison. El resultado del encuentro hizo justicia a la temporada realizada por ambos clubes, con un 2-0 final y una sensación de superioridad abrumadora. La visita del City al feudo del Everton tuvo el principal aliciente de que los citizens necesitaban ganar para asegurarse el triunfo mientras que los locales apenas conservaban opciones de alcanzar Champions. Fue un partido muy intenso y disputado en el que nadie dio su brazo a torcer y en el que Ross Barkley nos ofreció uno de los goles del año. Finalmente se impuso el City por 2-3.

El Everton cerró la temporada con una visita al KC Stadium en el que se impuso al Hull City en un partido sin exigencias para ninguno de los dos. Así, el conjunto de Roberto Martínez cerró la temporada con 72 puntos, acabando en una meritoria 5ª posición. De esta manera el club de Goodison Park vuelve a disputar competiciones europeas, después de su última participación, que se remota a la temporada 2008/09.

Como comenzamos diciendo en este artículo, la temporada 2013/14 era una temporada de transición con un nuevo técnico, nuevos jugadores, pero sobre todo un nuevo estilo de juego. Roberto Martínez ha traído a Goodison Park una nueva forma de entender el fútbol, ha convertido al Everton en un equipo ganador y que lo logra siendo protagonista de los partidos. El equipo ha dominado gran parte de los encuentros, tanto los que ha ganado como los que no y los jugadores se han adaptado a la perfección al nuevo estilo de tal manera que en repetidas ocasiones como en partidos contra el Arsenal, Manchester United o Newcastle los hemos visto jugar como una máquina perfectamente coordinada y engrasada.

Juventud más experiencia, claves para Martínez

En el planteamiento de Roberto Martínez cada futbolista conoce a la perfección cual es su función y sabe de la necesidad del correcto funcionamiento de cada una de las piezas den engranaje. Es complicado destacar a un jugador por encima del resto en la temporada, pues el Everton por encima de todo ha sido un equipo. Es imposible no destacar la aparición y consolidación en el fútbol de primer nivel de jugadores como John Stones, Seamus Coleman, James McCarthy, Ross Barkley o Romelu Lukaku. La base de jugadores jóvenes ha aportado un plus de frescura, desparpajo, explosividad y mucha calidad a la plantilla, que sumado a los jugadores experimentados como Tim Howard, Phil Jagielka, Leighton Baines, Gareth Barry o Leon Osman han creado una comunión casi perfecta. Mención aparte merece la participación de un jugador como Steven Naismith. Un jugador destinado a contar con pocos minutos, a ser un recambio habitual, pero que a base de trabajo, esfuerzo y goles ha aprovechado cada una de las oportunidades que le ha ofrecido Roberto Martínez para acabar ganándose un puesto en el once titular.

Notable alto, el sobresaliente quedó cerca

En líneas generales se puede calificar la temporada del Everton con un notable alto. No se puede considerar que los objetivos no se han cumplido, porque a pesar de que Roberto Martínez se propusiera alcanzar la Champions League, no se podía exigir realmente al equipo la necesidad de alcanzar esa meta en esa primera temporada. Queda, de todas formas la sensación de que a pesar se que no era una exigencia, las posibilidades de alcanzar la Champions han sido reales. El Everton consiguió vencer o al menos competir con todos los rivales de arriba y tras derrotar al Asenal en el tramo final, el asalto a la cuarta plaza era algo totalmente accesible que se acabó escapando por deméritos propios. De esta manera, se concluye la temporada con una sensación un tanto agridulce, con la sensación de que el notable alto pudo convertirse en sobresaliente e incluso matrícula de honor.