El 6 de julio de 1966, Argentina era elegida para organizar la Copa Mundial de la FIFA del año 1978. Doce años después, la situación había cambiado mucho en un país necesitado de alegrías futbolísticas para olvidar todo lo que allí estaba aconteciendo.

El Mundial llegaba a Argentina en un clima de tensión muy alto en el país. Dos años antes, en el 76, un golpe de Estado protagonizado por las Fuerzas Armadas y parapoliciales argentinas instauraba un régimen dictatorial. Este gobierno estaba formado por representantes de las tres fuerzas armadas (ejército, marina y aviación) y con el general Jorge Rafael Videla al mando. Desde ese momento, la Junta Militar gobernante se dedicó a perseguir toda acción de “terrorismo” o que fuera contraria al régimen instaurado: propaganda en contra, asociacionismo, manifestaciones, etc. Los métodos para combatir esos delitos contrarios al gobierno iban desde la reclusión hasta la pena de muerte, pasando por la desaparición, que se convirtió en una de las herramientas más controvertidas y polémicas del régimen de Videla.

En lo referente a la organización del Mundial, este empezó a llevarse a cabo a partir del año 74, con el gobierno peronista en el poder. La Comisión de Apoyo al Mundial, creada por el gobierno, y la AFA (Asociación del Fútbol Argentino), eran las encargadas de poner en marcha la maquinaria de gasto e infraestructuras para el evento. Este binomio se rompió en junio del 76 con el golpe militar a partir del cual se reemplazó la Comisión de Apoyo al Mundial por el Ente Autárquico Mundial 78, presidido por militares cercanos al Ejército de tierra.

Los gastos se dispararon con la entrada de la dictadura militarEl gasto que ocasionó el Mundial para Argentina aumentó considerablemente con la entrada de los militares al poder. Aunque no hay cifras oficiales, se estima que la organización supuso para el país un desembolso de unos 700 millones de dólares frente a los 100 que había presupuestados inicialmente. La remodelación de tres estadios (Monumental, Gigante del Arroyito y José Amalfitani), la construcción de tres más (Mar de Plata, Chateau Carreras y José de Mendoza), la mejora de aeropuertos, infraestructuras hoteleras y del canal estatal de televisión fueron los principales destinatarios del gasto. El despilfarro de millones dejó al país al borde de la quiebra pero, para el gobierno militar, todo valía para lavar la imagen del país.

En el 78, la campaña de boicot contra el Mundial y contra el gobierno golpista fue impulsada, principalmente, por exiliados argentinos en Europa que querían que el mundo supiera los crímenes que se estaban cometiendo en su país. El general Videla, por su parte, acusó a los boicoteadores de crear una campaña de desprestigio hacia Argentina. Durante la celebración del Mundial, la prensa estuvo muy controlada y censurada para asegurar que ninguna noticia contraproducente para el gobierno fuera investigada ni publicada. Se rumorea que algunos futbolistas como el holandés Johan Cruyff o el alemán Paul Breitner no acudieron a la cita mundialista en protesta por lo que estaba ocurriendo en el país aunque jamás se ha podido verificar esa información.

Participantes

16 fueron las selecciones nacionales que se clasificaron para participar en la Copa del Mundo Argentina 78. De los 16 participantes, nueve eran europeos (Alemania Federal, Países Bajos, Italia, Suecia, Escocia, España, Hungría, Polonia, Austria y Francia), tres sudamericanos (Argentina, Brasil y Perú), uno norteamericano (México), uno asiático (Irán) y uno africano (Túnez).

Argentina como anfitrión, Alemania Federal como anterior campeón, Países Bajos como vicecampeón y Brasil fueron cabezas de serie del sorteo e Irán y Túnez se estrenaban en una cita mundialista. El formato de competición comprendía una primera fase con cuatro grupos de cuatro equipos que se enfrentarían todos contra todos y donde la victoria valía dos puntos y el empate uno. Los dos primeros de cada grupo se clasificaban para otra segunda ronda de dos grupos formados por cuatro equipos cada uno. Los dos primeros de esos grupos disputarían la final mientras que los dos segundos lucharían por el tercer y cuarto puesto.

Sedes

El Monumental, sede de la apertura y la final (estadiosmundialistas.com)

Buenos Aires, Córdoba, Mar de Plata, Mendoza y Rosario fueron las ciudades que albergaron partidos del Mundial y seis los estadios que se utilizaron para sus disputas. El Estadio Antonio Vespucio Liberti, más conocido como “Monumental” fue el lugar donde se disputó la final del campeonato. Este estadio, con capacidad para 66.000 espectadores, era el de mayor aforo del torneo. Además del Monumental, Buenos Aires dispuso de otro estadio para el Mundial como fue el José Amalfitano, con aforo para 50.000 espectadores.

En el resto de sedes solo había un estadio. En Córdoba se construyó el Estadio Chateau Carreras (actual Estadio Mario Alberto Kempes) para 46.000 espectadores. Mar de Plata disponía del Estadio Mundialista (35.354 espectadores); en Mendoza se construyó el José de Mendoza (40.268 espectadores) y Rosario participó como sede con la disputa de encuentros en el Estadio Gigante de Arroyito, que tenía cabida para 41.654 espectadores.

El Tango, todo un legado

Gauchito fue la imagen escogida por Argentina para representar este Mundial. Este niño de pequeña estatura, vestido con sombrero, camiseta albiceleste y pantalones negros, pretendía ofrecer al mundo la imagen del estereotipo de niño gaucho. El sonido al evento se lo puso Ennio Morricone, reconocido compositor de Spaguetti Westerns, con el tema “El Mundial”.

Aunque sin lugar a dudas, el símbolo que perduró tras esta Copa del Mundo fue el Tango. No el tradicional baile de salón argentino, no, sino el balón diseñado por Adidas y utilizado para la disputa de este Mundial. Compuesto por veinte paneles, el esférico fue diseñado para resistir mejor las condiciones climatológicas adversas. El éxito que tuvo este diseño hizo que sirviera de inspiración para los balones que se crearon con motivo de los siguientes cinco mundiales.

Desarrollo de la competición

Grupo 1: Italia sorprende a la anfitriona

El primer grupo de los cuatro que componían esta Copa del Mundo se presentaba fuerte e igualado. La anfitriona, Argentina, era cabeza de grupo con un plantel encabezado por hombres como Passarella, Osvaldo Ardiles o Mario Alberto Kempes, “El Matador”. La albiceleste jugaba en casa y Cesar Luis Menotti, su seleccionador, había inculcado al equipo el espíritu de volver a hacer grande al país a través del fútbol, cosa que hacía mucho tiempo que la selección argentina no conseguía

Las principales amenazas de los anfitriones en este grupo eran Italia y Francia. La azzurri llegaba al Mundial con un plantel que mezclaba veteranía y juventud y con muchas críticas a las espaldas. Dino Zoff era la cabeza visible de un equipo que se aferraba a los goles de un joven Paolo Rossi.

Francia, por su parte, contaba con la brillantez de la promesa que emergía en el futbol galo, Michel Platini, como principal caballo de combate. La otra selección que componía el grupo, Hungría, estaba en el fin de sus grandes épocas y el declive era visible.

El Monumental de Buenos Aires acogió el debut de Argentina ante Hungría, en un partido en el que los locales tuvieron que remontar el sorpresivo gol inicial de Csapó para acabar venciendo 2-1. En esa primera jornada, Francia consiguió uno de los goles más rápidos de los mundiales con el que convirtió Lacombe a los 37 segundos de juego. Posteriormente, Rossi y Zaccarelli dieron la vuelta al marcador y el triunfo a Italia.

En la segunda jornada, Argentina volvió a vencer 2-1, esta vez a Francia, a la que dejaba apeada del Mundial. Italia hizo lo propio con Hungría, a la que ganó por 3-1. Así pues, argentinos e italianos se jugaron en un mano a mano el liderato del grupo en la última jornada y este fue a parar a manos europeas. Un solitario gol de Bettega dio el primer puesto a Italia y silenció el Monumental.

Grupo 2: Alemania, por los pelos

En el segundo grupo se encontraba la anterior campeona del mundo: Alemania Federal, que llegaba a Argentina con esperanzas de revalidar la corona conquistada cuatro años atrás en su país. A los mandos del timón, el veterano arquero Sepp Maier y la estrella que empezaba a deslumbrar al fútbol alemán, Karl-Heinz Rummenigge.

Como principal rival para los teutones se presentaba el eterno rival del este, Polonia. Además, el grupo lo completaba México, que había ganado todos los partidos disputados en la fase de clasificación y Túnez, que era el único representante africano en este Mundial y que se estrenaba en una Copa del Mundo.

El partido inaugural del torneo lo disputaron Alemania Federal y Polonia, el 1 de junio del 78, en el Monumental. El partido no cumplió las expectativas marcadas y acabó con un insulso empate a cero. En el otro encuentro de la primera jornada, Túnez dio la sorpresa y venció en su debut mundialista a México por 3-1. Kaabi fue el encargado de anotar el primer gol tunecino en la historia de los mundiales. Además, esta victoria supuso la primera de un conjunto africano en una fase final de una Copa del Mundo.

Alemania Federal se repuso del empate ante Polonia y vapuleó a México en la segunda jornada, endosándole un contundente 6-0, con doblete de Rummenigge y Flohe. Polonia, por su parte, consiguió derrotar por la mínima a Túnez (1-0) con gol de Lato y dejaba todo en el aire para la última jornada.

En esa última fecha, Polonia hizo los deberes venciendo 3-1 a México y clasificándose como primera de grupo. La segunda fue Alemania Federal, que consiguió aguantar el empate a cero ante los tunecinos.

Grupo 3: nuevo fracaso español

Brasil, España, Suecia y Austria conformaban el tercer grupo de la competición. A priori, brasileños y españoles eran los favoritos para pasar a la siguiente ronda aunque el resultado no fue tal.

Brasil acudía a la cita del país vecino con un equipo joven, capitaneado por la estrella del Vasco de Gama: Rivelino. La Canarinha, cuarta en el anterior mundial celebrado en Alemania, no llegaba a Argentina en su mejor momento.

España volvía a un Mundial después de ausentarse de las dos citas anteriores: México 70 y Alemania 74. Con Kubala en el banquillo y con hombres tan importantes como Santillana, Rubén Cano, Pirri o El Brujo Quini, los españoles soñaban con dejar atrás la estampa de fracasados mundialistas y hacer un gran papel.

La primera jornada del grupo deparó dos sorpresas. La primera, el discutido empate a cero entre Suecia y Brasil. Discutido porque Zico marcó para la canarinha en la última acción de juego al rematar un córner pero el colegiado galés John Thomas decretó el final del partido antes de que el balón rebasase la línea de gol. Los brasileños no daban crédito a lo acontecido.

La segunda sorpresa fue la derrota de España ante Austria en el Jose Amalfitani de Buenos Aires. Los austriacos se adelantaron muy pronto en el encuentro y Dani consiguió empatar para España mediada la primera parte. Finalmente, Hans Krankl, la estrella austríaca, consiguió el 2-1 que tumbaba a España y dejaba a Kubala muy cuestionado.

El error de Cardeñosa que hubiera dado el pase a España (colgadosporelfutbol.com)

Austria culminó la campanada en la segunda jornada del grupo al vencer a Suecia y conseguir la clasificación para la siguiente ronda. Así pues, Brasil y España se enfrentaban en un duelo a vida o muerte en Mar de Plata. El partido, muy igualado durante los 90 minutos, sería por siempre recordado debido al estrepitoso fallo de Cardeñosa que podría haberle dado la victoria a La Roja. El talentoso jugador del Betis, a siete metros de la meta y sin portero, estrelló el balón contra el único defensor brasileño que había bajo palos. Una acción que marcó el resto de su carrera y que condenó a España.

En la última jornada Brasil hizo los deberes ganando a Austria por 1-0 con gol de Roberto Dinamite y mandó para casa a España, que venció también 1-0 a Suecia pero que de nada le sirvió. El fiasco español volvía a repetirse en un Mundial.

Grupo 4: Holanda sufrió para clasificarse

El último grupo de esta primera fase estaba encabezado por la subcampeona del 74, Holanda. Los tulipanes llegaban al país albiceleste sin su gran estrella, Johan Cruyff, que meses atrás había sufrido un intento de secuestro en Barcelona y no se sentía capacitado para ayudar a su selección en el torneo aunque esto se supo muchos años después. Así pues, Johan Neeskens se presentaba como el gran estandarte de Holanda en la cita mundialista.

El grupo lo completaban una Escocia renovada a la que su seleccionador, Alistair Macleod, le había imprimido un aire ganador; Perú, que mezclaba veteranía y juventud y sorprendío e Irán, que participaba por primera vez en una fase final mundialista.

La favorita, Holanda, le endosó un contundente 3-0 a una combatiente Irán con el primer hat trick del torneo, obra de Rob Rensenbrick. En el otro encuentro de la primera jornada, Escocia se adelantó ante Perú pero acabó sucumbiendo por 3-1 gracias una magnífica actuación de Teófilo Cubillas, autor de dos de los tres tantos peruanos.

Teófilo Cubillas, goleador de la primera faseCon dos empates en la segunda jornada, todo estaba por decidir en la última. En esta, Perú culminó su brillante fase de grupos venciendo 4-1 a Irán y accediendo como primera a la siguiente fase. Cubillas se convirtió en el goleador de esta primera fase al convertir un triplete ante los asiáticos. Así pues, Escocia necesitaba vencer por tres goles de diferencia a Holanda para clasificarse. Los isleños fueron ganando 3-1, situándose a un gol del objetivo, hasta que Johnny Rep anotó para Holanda y fulminó las esperanzas escocesas. Destacar que en este encuentro se marcó el gol número 1.000 de la historia de la Copa del Mundo, obra del holandés Rob Rensenbrick.

Segunda fase

Ocho equipos serían los supervivientes que accederían a la segunda ronda del torneo: Argentina e Italia del grupo uno, Polonia y Alemania Federal del grupo dos, Austria y Brasil del grupo tres y Perú y Holanda del grupo cuatro. Para esta segunda fase, los ocho combinados se dividirían en dos grupos de cuatro equipos de los cuales los primeros jugarían la gran final y los dos segundos disputarían el tercer y cuarto puesto.

Grupo A: los tulipanes repiten final

Como si de una Eurocopa se tratase, el grupo A de esta segunda ronda estaba formada íntegramente por países del viejo continente: Alemania Federal, Italia, Holanda y Austria.

Sepp Maier, el cerrojo alemán (planetworldcup.com)

En la primera jornada del grupo, Alemania e Italia empataron a cero en un encuentro en el que los italianos dispusieron de innumerables ocasiones para batir al meta alemán Sepp Maier, que superó el record que poseía Gordon Banks de 438 minutos sin encajar un gol en un Mundial. Holanda hizo los deberes de manera notable, venciendo 5-1 a Austria y empezando a intimidar al resto de sus rivales.

Paolo Rossi salió al rescate de Italia en la segunda jornada, marcando el gol de la victoria ante Austria, a la que dejaba sin opciones de clasificar. La azzurri tenía en sus manos la posibilidad de disputar la final tras varios años de fracasos. Holanda y Alemania repetían la final del 74 con la necesidad germana de vencer para seguir vivos. En un partido alocado, Alemania se adelantó hasta en dos ocasiones pero los goles de Haan primero, y Van der Kerkhof después, dejaban el empate a dos en el marcador y a los alemanes con pie y medio fuera de la competición.

En la última jornada, a Holanda le valía el empate ante Italia para estar en la final. La cosa empezó mal para la Naranja Mecánica, que vio como Italia se adelantaba con autogol de Brandts que, para colmo de males, lesionaba al meta holandés. Los italianos dominaron la primera mitad pero no sentenciaron y eso dió paso a una nueva Holanda en la segunda mitad. Brandts rehizo su error consiguiendo el empate para los orange y, en el minuto 75, un misil de Haan desde la frontal culminaba la remontada y el pase de Holanda a la final por segunda vez consecutiva.

Grupo B: una vergüenza histórica

El segundo grupo de esta fase tenía un marcado acento sudamericano. Argentina, Brasil y Perú se jugarían el pase a la final con Polonia. Todo hacía indicar que argentinos y brasileños, las dos potencias del fútbol americano, eran los favoritos para ser primeros.

Argentina abrió fuego ante Polonia en Rosario. En un partido bronco, Kempes consiguió un doblete que, unido a la gran actuación del meta Fillol, atajando un penalti a Polonia, daban la victoria por 2-0 a la anfitriona. La hinchada argentina vio sobre el césped del Arroyito a una selección disciplinada y lanzada a por el título. Brasil, por su parte, no tuvo problemas para deshacerse de Perú, a la que venció por tres goles a cero.

Tras los resultados de la primera jornada, el choque entre Argentina y Brasil se presentaba como la gran final del grupo. La canarinha no contaba con Rivelino para la cita pero sí con la estadística, y es que Argentina llevaba ocho años sin vencerles. El poco fútbol que se vio sobre el césped de Rosario y el juego duro con el que se emplearon ambas selecciones hizo que el resultado final fuese de 0-0. Con la victoria de Polonia por un gol a cero ante Perú, todo quedaba por decidir en la última jornada.

Argentina necesitaba vencer de cuatro goles a Perú Brasil partía como primera a la última fecha debido a la mejor diferencia de goles respecto a Argentina. Los brasileños cumplieron venciendo 3-1 a Polonia con doblete de Roberto Dinamite. Este resultado dejaba a Argentina contra las cuerdas ya que tenía que vencer por una diferencia de cuatro goles o más a Perú, que ya no se jugaba nada. La organización local hizo que Brasil jugara antes para que Argentina supiera la cantidad exacta de goles que necesitaría para clasificarse. Un doblete del “Matador” Kempes, otro de Luque y los goles de Tarantini y Houseman le dieron a la anfitriona el 6-0 ante Perú y el pase a “su” gran final. Este encuentro estuvo siempre marcado por las acusaciones de sobornos que pesan sobre los jugadores peruanos y, recientemente, una investigación reveló que la cooperación entre los regímenes militares del momento, existentes en Argentina y Perú, fue pieza fundamental para la clasificación argentina. Este encuentro pasó a ser calificado como una de las mayores vergüenzas en la historia de la Copa del Mundo.

Un premio insuficiente

Rivelino, al rescate de Brasil (taringa.net)

Italia y Brasil se vieron las caras en el Monumental de Buenos Aires en la disputa del tercer y cuarto puesto. Italia comenzó adelantándose en el minuto 38 por obra de Franco Causio y pudo aumentar la distancia en el marcador antes del descanso, pero Leao, guardameta brasileño, y los postes lo evitaron.

A la vuelta de vestuarios Brasil cogió el dominio del juego y Nelinho empató el partido. Acto seguido, el seleccionador brasileño, Coutinho, dio entrada a Rivelino para culminar la remontada. La estrella brasileña sacó su repertorio de pases a relucir y en el minuto 72 le puso el balón en la frontal a Dirceu para que fusilara la meta italiana. Brasil conseguía de esta manera el tercer puesto que tampoco sirvió de consolación a los cariocas. La torcida brasileña no estaba contenta con su selección y Coutinho fue cesado del cargo de seleccionador. Italia se llevaría la sensación de haber hecho un buen papel y Antonio Cabrini, su lateral izquierdo, el premio a mejor jugador joven del torneo.

El sueño de todo un país

La gran final de la Copa del Mundo se disputó en Buenos Aires, en el mítico Monumental, el 25 de Junio. Todo el país estaba paralizado ante el que podía ser el primer campeonato mundial que alzara Argentina y, para más inri, en su propia casa. Los anfitriones empezaron a jugar sus bazas desde antes del pitido inicial. Los holandeses saltaron al campo y tuvieron que esperar cinco minutos a que Argentina hiciese acto de presencia en lo que fue una clara estrategia de presión. Menotti quería ganar la guerra desde lo psicológico.

Kempes, goleador y gran figura del Mundial (futbolred.com)

El partido estuvo igualado y con poco brillo hasta que Kempes se infiltró en la zaga holandesa y abrió el marcador en el minuto 38. De ahí al descanso, Argentina enturbió el juego a base de faltas, intentando sacar a Holanda del mismo. A la reanudación, los europeos salieron con otro aire. Ernst Happel, seleccionador holandés, ordenó a sus hombres practicar un juego más directo y este surtió efecto en el 82, cuando un centro desde la banda era rematado Dick Nanninga para hacer el empate. La cosa pudo ser para la anfitriona ya que, en el tiempo de descuento, Rob Resenbrinck mandó al poste el que podía haber sido el 1-2 para Holanda. De esta forma el partido se fue a la prórroga.

Y en esa prórroga volvió a aparecer “El Matador”, Mario Alberto Kempes. El ex valencianista conseguiría poner por delante a la albiceleste en el minuto 105 tras una jugada personal en la que dribló a dos defensas holandeses y al portero, Jan Jongbloed, antes de alojar el balón en la red. Este tanto convirtió a Kempes en el máximo goleador del torneo con seis tantos. Para rematar la fiesta argentina, Bertoni hizo el tercero en el 115, tras llevarse el balón con el brazo y batir por bajo al meta holandés.

Argentina lo consiguió: el sueño de todo un país hecho realidad. La albiceleste se había proclamado campeona del mundo, por primera vez, en su país. El fútbol ensombreció en aquel momento todo lo que estaba ocurriendo en ese país. Videla tenía lo que quería. Argentina era campeona.