Luiz Felipe Scolari situaba su equipo estándar sobre el césped del Estadio Nacional de Brasilia, con el 4-2-3-1 tipo destacando el retorno de Hulk tras su ausencia en el partido ante México. En esta ocasión Neymar partía desde banda izquierda, quedando Oscar más centrado. Enfrente varios cambios en la previamente eliminada selección africana. Tampoco iba a estar Samuel Eto’o, repitiendo los 3 elementos ofensivos que ya iniciaron choque ante Croacia, probando en mediocampo a combinar al inédito N’Guemo con M’Bia junto con la constante Enoh.

Luces y sombras

El arranque de los brasileños fue dominante, tal y como cabía esperar. Un dominio estéril, como siempre que Neymar permanece escondido sin asomarse para desequilibrar. Precisamente cuando Camerún empezaba a salir de la cueva y a animarse, Brasil aprovechó una de esas acciones que tanto le gustan.

Robo de balón del omnipresente Luiz Gustavo y definición cómoda de Neymar con el equipo rival en disposición de atacar y no de defender. El equilibrista volvía a desequilibrar. El libreto de Scolari no posee secretos pero pocas son las selecciones capaces de mantener la concentración necesaria para que la Canarinha no termine castigando alguna negligencia de este tipo. Curiosamente el empate llegaba enseguida, en esta ocasión por una de las vías de agua más francas que se pueden detectar en el once de Felipão: su lateral derecho. Dani Alves chirría notablemente en una selección que comete tan pocos errores defensivos, por el momento los dos tantos encajados hasta la fecha han venido por ahí. Los leones indomables parecían entonarse, aproximándose al área de Julio Cesar a través de conducciones de Moukandjo y jugadas a balón parado cuando Neymar volvió a aparecer. Visión privilegiada e inteligencia para ocupar a la velocidad del rayo un enorme agujero entre Nyom y N’Koulou, recepción en carrera y magnífica definición. Parece fácil pero no lo es. El crack está fino y con chispa, sin sus irrupciones esta Canarinha se transforma en un equipo ramplón durante largas fases del juego. Aunque seguramente preocupe más el escaso control de partido durante los primeros 45 minutos, la baja forma de Paulinho puede tener mucho que ver. Camerún no generó grandes ocasiones pero sí se acercó demasiado a las inmediaciones del área.

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Peligroso cuando se habla de que el rival era una de las selecciones más desorganizadas del campeonato.

Una oportunidad esperada

A Brasil le bastó con apretar al inicio de la segunda parte para terminar de decantar el partido pero quedaba por observar si la entrada de Fernandinho por Paulinho podía ofrecer el plus que los defensores del primero tanto pregonaban. Sus 45 minutos ante Camerún mantuvieron la línea del equipo, sin demasiada continuidad. Pero sí demostró que su posicionamiento, sumado a las salidas combinativas en velocidad deberían ofrecer un rendimiento superior al que acredita hasta la fecha el jugador de los Spurs. A Paulinho no parece haberle sentado bien su paso por la Premier y no sería extraño verle abandonar la titularidad, aunque conociendo a Felipão muy mal tendría que hacerlo. Ver dudar al técnico de uno de los integrantes de su guardia pretoriana supondría una enorme sorpresa.

Duelo a muerte

Mientras, en Recife Miguel Herrera lo tenía claro. Once de gala al canto, sin corregir ni una sola coma con respecto al equipo que tanta guerra dio a Brasil. De nuevo Layún y Aguilar en los laterales junto con la mezcla de trabajo, compromiso y calidad que aportan en mediocampo Vázquez, Herrera y Guardado. Por su parte Niko Kovac sí modificaba su esquema. 4-3-3 inédito, con Pranjic y Modric situándose por delante de Ivan Rakitic buscando una innovación que de alguna forma activase a sus dos futbolistas estrella, muy desaparecidos en los anteriores encuentros.

Croacia salía espoleada por la necesidad de marcar, asumiendo la iniciativa en los primeros minutos ante una selección mexicana carente de la ambición de partidos anteriores. Recuperaciones rápidas de balón por pura actitud significaba ganar las bandas y que, por lo tanto, Layún y Aguilar no consiguiesen superar la línea divisoria. Fueron los mejores minutos de los de Kovac, con el balón rondando los dominios de Ochoa pero que no se vieron reflejados en el marcador.

La constancia se impone

Y México, a la primera que escapó de la trampa croata, estrelló un balón en el larguero. Héctor Herrera y Gallito Vázquez, jugadores en crecimiento permanente, recordaron a los suyos que sin apretar los dientes no sería posible llegar a los octavos. El del Porto, además de hacer temblar la madera, también fabricó un pase que situó a Oribe Peralta ante Pletikosa. Pero fue su temporización la que acabó por minar las posibilidades balcánicas. Su porcentaje de aciertos a la hora de tomar decisiones rozó el 100%. Futbolistas como Herrera permiten el crecimiento colectivo, generando inercias positivas a partir de pequeñas y aparentemente irrelevantes victorias, como puede ser un pase bien ejecutado o eludir una presión de 3 rivales con un sencillo toque.

En cuanto a Vázquez, cuesta recordar un solo balón que haya perdido. Impresionante su sencillez y su trabajo.

El transcurrir de los minutos colocaba el partido más en donde querían los del Piojo, con Modric desaparecido y Rakitic demasiado lejos del área mexicana. El nuevo jugador del Barça asumía la función de salir jugando desde atrás, en ocasiones metido entre centrales, lo que le limitaba a la hora de asociarse con los hombres de arriba. Arriba la lucha de Ivica Olic generaba algún que otro desajuste del que solo parecía poder sacar tajada Ivan Perisic, el mejor de los croatas en esta Copa del Mundo. Absolutamente anulado Mario Mandzukic, circunstancia que se debe anotar en el haber del trío de centrales del Tri, comandados una vez más por un imperial Rafa Márquez.

Carácter contra impotencia

El arranque de la segunda parte enseñó a un Luka Modric más participativo, creando peligro en el área mexicana. La clave para Croacia estaba clara, que sus mejores futbolistas apareciesen. Pura gaseosa. Tras el amago croata fue México quien se hizo definitivamente con las riendas. Sus tres centrocampistas comenzaron a imponerse una y otra vez al mediocampo balcánico, pese a que Giovani dos Santos no cuajó una buena actuación y apenas pudo conectar con ellos. De hecho el partido se decidió tras la entrada de Chicharito en su lugar, mientras que el ingreso de Mateo Kovacic para desplazar a Pranjic al lateral izquierdo no funcionó en absoluto.

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En ningún momento ha sabido Niko Kovac activar a sus mejores hombres. Los últimos 20 minutos se convirtieron en un calvario para Croacia, que con cada gol que recibía se hundía un poco más. Únicamente las llegadas por banda izquierda de Ante Rebic ponían en peligro a Ochoa. Futbolista de calidad el atacante croata, quizás merecería haber disputado más minutos en lugar de un muy desgastado Ivica Olic. Y mientras México volvía a mostrar ese carácter ambicioso que le invita a mirar de manera permanente hacia la portería contraria independientemente del resultado. Durante unos instantes incluso saborearon la primera plaza del grupo, algo que hubiese puesto patas arriba el mundial. Pero no pudo ser, un postrero gol de Perisic junto con el que anotaba Fernandinho para Brasil le colocaban definitivamente como segundo de grupo.

Con los octavos en mente

Un grupo A que ha ofrecido mucho y muy buen fútbol. Brasil continúa perfilando detalles en busca de su sexta estrella. Los problemas de sus laterales – especialmente Alves– junto con la dependencia de Neymar en ataque deberán ser trabajados por Scolari si quiere llegar a lo más alto. En México, mientras, su once ya está definido. Increíble como un equipo con una zaga veterana y sin estrellas de primerísimo nivel en sus filas puede haberse conjuntado en tan poco tiempo. Contra Holanda no serán favoritos pero a buen seguro disfrutarán de buenas opciones.

Y en cuanto a Croacia y Camerún, a volverlo a intentar dentro de 4 años. Mal Niko Kovac en su diseño del equipo, alejando en exceso a Rakitic y Modric de los delanteros. Con respecto a los leones indomables se han confirmado las previsiones acerca de su anarquía y su mal funcionamiento colectivo. Equipo desequilibrado y que se vuelve a casa con cero puntos de manera justa. En esta ocasión los dos mejores equipos siguen adelante, dejando en el camino a notables individualidades.

A partir de ahora turno para los de Felipão y los de Herrera. Por delante unos octavos de final complicados pero en el horizonte una única meta: volverse a ver las caras el 13 de julio en Maracaná con la Copa del Mundo en juego.