Si algo ha enseñado Amelie (Jeane-Pierre Jaunet, 2001), es la importancia de las pequeñas cosas, de los detalles que cambian el rumbo de una vida destinada a la monotonía. Inspirarse con las cosas que nadie más ve, salvo tú. “Hundir la mano en un saco de legumbres, partir el caramelo quemado de la crema catalana con la cucharilla o hacer rebotar las piedras en el canal San Martín…”. El día a día está lleno de pequeños detalles que, inconscientemente, hacen que las cosas salgan bien o, al menos, lo parezca. Pero el mundo de hoy en día se esfuerza en obviarlos. La sociedad está manchada por las prisas, por el placer fácil y evidente. Pocos buscan disfrutar del camino en un viaje largo, sino que pase lo más rápido posible. La actividad de un niño agobia y cansa, pero ya no contagia.

La historia de Greifswald ha sido testigo del nacimiento de dos artistas, cada uno en su rama y época. En 1774 lo hacía Caspar David Friedrich, pintor paisajista del romanticismo alemán y conocido por su gran obra El caminante sobre el mar de nubes, entre muchas otras. Con sus virtudes y defectos (no era especialmente bueno pintando figuras humanas), ha llegado a ser uno de los artistas más importantes a nivel mundial, aunque esto se haya reconocido muchos años después de su muerte, sobre 1970. Ley de vida eso de que "no apreciamos lo que tenemos, hasta que lo perdemos". 

Se puede definir brevemente al arte como "un producto realizado por el ser humano con una finalidad estética o comunicativa", y es innegable que el fútbol cumple la mayoría de los requisitos para serlo. Quizás no tanto en lo que se ha convertido, pero sí en esencia. Un deporte basado en el sentimiento y gran componente de la cultura de muchos países. Atemporal y, a veces, preciosista, por la gran cantidad de detalles que ofrece. Muchos de los estadios son museos llenos de recuerdos para quien los ha vivido. Pero sobre todo, el arte es algo con lo que se nace. 

Justo un par de meses después de la caída del Muro de Berlín, el 4 de enero de 1990, nacía el otro genio de Greifswald. Críado en una familia de deportistas, bajo el aprendizaje de su padre Roland (por entonces, entrenador de las categorías inferiores F.C. Hansa Rostock, hoy en día en 3.Bundesliga), de su madre Birgit (ex campeona de bádminton en la Alemania del Este) y de su hermano Felix (actual jugador del Werder Bremen), Toni nació con una ventaja sobre muchos otros: nació sabiendo cómo terminaría. Su gran don y su pasión resultaron ser la misma. Desde pequeño ya lo demostró. Muchas veces ni siquiera aparecía por clase por darle patadas a un balón, como bien explicaban sus profesores. 

Incluso en el colegio, todo el mundo sabía de sus cualidades. Sieglinde Heimann, profesora del chico en sus últimos años como estudiante, tuvo que perdonarle más de una vez la ausencia a clase por el tema del fútbol. Incluso su profesor de Educación Física, dijo: "Cuando jugábamos a fútbol, le hacía jugar descalzo para que los demás tuviesen alguna oportunidad", pero seguramente daba igual. Quién se iba a imaginar, por aquellos tiempos, que el joven Toni lideraría a la Mannschaft hasta la final del Mundial de Brasil en 2014, siendo el Man of the Match de un histórico 1-7 ante la anfitriona en semifinales. 

¿Qué es Toni Kroos?

A sus 16 años ya formaba parte del equipo sub-19 del Bayern de Múnich y en la 08-09 saldría cedido al Bayer Leverkusen, ya que no contaba con el apoyo de Jürgen Klinsmann. El joven Toni pronto se convertiría en Kroos, uno de los mejores creadores de juego del mundo, poseedor de la mejor diestra de Alemania y líder de un centro del campo a la sombra de los Schweinsteiger, Özil, Reus y Müller. Un jugador de pequeños detalles y de pocos errores. Un jugador de equipo. 

Se le considera mediapunta, aunque puede jugar perfectamente como mediocentro o interior, ya que tiene mucha habilidad para distribuir el juego o para llegar hasta el borde del área y decidir con inteligencia: es capaz de asistir fácilmente con una precisión milimétrica o de disparar desde fuera del área (una de sus mayores virtudes). Además, el balón parado es otra de sus especialidades. 

Kroos es uno de esos jugadores detallistas en peligro de extinción. No destaca por sus individualidades, no sería capaz de marcharse de tres jugadores para decidir un partido por sí mismo, pero en lo suyo no suele fallar. Fiabilidad, criterio e inteligencia. Cada balón que toca tiene un sentido, como si fuese el último. Ya sea para darle continuidad a las jugadas, para no perderla o para asistir a un compañero desde cualquier distancia. 

Con sus grandes virtudes y limitaciones, ha llegado a ser de los mejores en lo suyo, como lo fuera Caspar David Friedrich. Infravalorado en el Bayern de Múnich y en la selección de Alemania, pero cada vez más fundamental. Un futbolista contemporáneo, especialista en aplicar lo que se pide en el fútbol de hoy en día. El faro de Greifswald, capaz de cambiar el ritmo de los partidos a su antojo. Un futbolista sin las prisas del siglo XXI, y por tanto, capaz de ver lo que muchos no. Un metrónomo de 24 años llamado a hacer grandes cosas allá donde lo quieran. El verdadero caminante sobre el mar de nubes de su propio cielo. Los límites los pones tú, Toni.