Una vez finalizada la final entre Alemania y Argentina me puse con el análisis arbitral del encuentro. Me pareció un buen arbitraje si lo comparamos con las decisiones que se tomaron durante todo el Mundial: protestas de entrenadores y jugadores fuera de lugar, con gestos despreciando claramente las decisiones del colegiado, entradas violentas, juego brusco grave, etcétera, donde creo que no fueron sancionadas con el rigor que exige la FIFA sobre el papel.

Si queremos eliminar las actitudes violentas o groseras sobre el terreno de juego, no es suficiente con re-arbitrar el partido (el árbitro no hizo su trabajo y castigó el mordisco sobre el verde) para sancionar a Suárez por su inaceptable comportamiento. Hay que dar a los árbitros las instrucciones pertinentes y valorar a aquellos colegiados que las cumplen. Si queremos eliminar las entradas violentas, malos modos, y todas aquellas acciones y actitudes que dañan la imagen del fútbol o la integridad física de los jugadores y que se respete la autoridad del árbitro, empujando nuestro deporte con acciones de juego limpio, hay que tener sobre la cancha colegiados más valientes y mostrar más tarjetas rojas, que por lo visto en esta copa del mundo se olvidaron de repartir..

Me puse a hacer el análisis del arbitraje de Rizzoli, eso sí, sentado en el sofá de mi casa y dándole a la pausa en el momento justo de la acción, repitiéndolo una y otra vez, posibilidad que no tiene el árbitro para hacer su trabajo. Esta crítica es desde la didáctica y el respeto sin ánimos de molestar a nadie. El equipo arbitral de la gran final estaba formada por Nicola Rizzoli, Renato Faverani y Andrea Stefani, como cuarto árbitro Carlos Vera.

La primera jugada que tenía apuntada para ver repetida y estudiarla fue la dura entrada que hace el lateral izquierdo alemán Howedes sobe Zabaleta a la altura de la rodilla y con los tacos por delante, una acción de juego brusco que tenía que ser sancionada con mayor rigor, expulsando al jugador alemán.

El minuto 56, el portero alemán Neuer no mide la fuerza con que va a disputar el balón y choca fortuitamente con el jugador argentino Higuaín. El colegiado entendió la jugada como un choque fortuito, pero para mi entender el portero utiliza una fuerza desmedida e innecesaria en la disputa del balón. Penalti.

Muy bien en el minuto 64 al amonestar al Kun Agüero por derribar a Özil, pero no se entiende como no le mostró la segunda amarilla al jugador argentino en el minuto 108, por saltar con el brazo y golpear en la cara del jugador alemán Schweinsteiger que tuvo que abandonar el terreno de juego por una brecha en su pómulo. El jugador argentino tenía que haber sido expulsado.

Una de las cosas que más dañan la imagen del arbitraje son las injusticas, Alemania se quedó jugando con diez mientras Schwinsteiger estaba siendo atendido en la banda y, Argentina, el equipo que causa el daño, con once.