Existe un pequeño lugar en el mundo que mira de tú a tú al desierto de Atacama. Cada uno de estos lugares tiene su particular sequía. En Chile, registran algo menos de 1 mm de agua al año. En Turín, celebran un gol cada 135 minutos. En Chile, los lugareños han aprendido a convivir con el clima. En Turín, no están nada acostumbrados a la sequía.

Un pensamiento ronda la cabeza de Ventura. Algo que le quita el sueño. Algo que mantiene cabizbajo al hombre tranquilo de la zona granata de Turín. Desde que uno de sus niños abandonara el nido en dirección a Alemania, a Giampiero comenzó a temblarle el pulso. Cuando su otro niño, el favorito de todos, compró un billete de solo ida para Madrid, ese pensamiento, esa idea, tomó peso en su mente. ¿Quién sería el encargado de hacer vibrar a la Maratona?, ¿Quién anotaría todos los goles huérfanos tras la marcha de sus padres adoptivos?, ¿Qué guerrero portará el estandarte granata hacia la victoria?

Los nuevos guerreros de Ventura

Cuatro son los valerosos guerreros a los que Ventura ha dejado al mando de la vanguardia granata en las seis batalas disputadas. Ninguno ha dejado muestras de ser un líder nato. Un conquistador del campamento rival como sí era Ciro. !Cuánto debe acordarse Giampiero de su más bravo guerrero! Aquellos que han llegado para suplir su baja no han dado la talla hasta el momento. Seis jornadas han transcurrido ya y tan solo cuatro han sido los tantos anotados por el equipo de Turín. Quagliarella ha sido el afortunado de perforar la meta rival en tres ocasiones. Se perfila como el hombre-gol del Torino. Pero aún quedan muchas batallas por librar.

La batalla de Milán

En la batalla ante el escuadrón neroazzurro, el pelotón granata, comandado por Larrondo y Quagliarella, llegó a realizar once disparos ante la portería defendida por Handanovic. El esloveno fue el mejor del encuentro, a pesar de que no tuvo mucho trabajo. Lo más destacado, el penalti detenido a Larrondo a los veinte minutos de juego. Poca actividad tuvieron los puntas granatas ante la fuerte defensa rival.

No llegaron buenos balones al área. Los puntas debían empezar su labor muy atrás, demasiado lejos del área. Los nuevos guerreros de Ventura tuvieron pocas oportunidades para lucirse. Las ocasiones más claras llegaban siempre por banda. Siempre precedidas por centros desde la izquierda. El esquema de juego de Ventura, en el que da prioridad a las internadas de los carrileros, propicia que hombres como Darmian o Molinaro encuentren huecos y puedan servir buenos balones.

La batalla de Génova

En un día horrible para el escuadrón granata, el conjunto sampdoriano les pasó por encima. Ocho disparos llegó a realizar el conjunto de Ventura. Ninguno iba dirigido entre los tres palos. Un dato demoledor. La sequía goleadora del equipo comenzaba a hacerse palpable. Larrondo y Quagliarella se movieron por zonas demasiado alejadas del área rival. Tuvieron más incidencia en el juego en el centro del campo que en la zona de ataque, lo que dicta mucho de sus compañeros.

Una jornada más, el equipo volvió a centrar su juego en las bandas con las internadas de los carrileros. En esta ocasión, la defensa local supo leer el ritmo del ataque granata y en ningún momento permitió buenos centros. La falta de balones, sumada a la pesíma ejecución de los remates provocaron que el Torino saliera de Génova sin haber creado verdadera sensación de peligro.

La batalla de Verona

Tercera batalla en la que los soldados del Comandante Ventura se quedaban sin perforar las líneas enemigas. O lo que es lo mismo, se marcharían del estadio sin un solo gol anotado. Y no sería por intentos. Hasta veintidós disparos realizaron los jugadores granatas sobre la portería de Rafael. Tan solo cuatro disparos iban dirigidos hacia el arco contrario. La sequía apremiaba en Turín. Cada vez más evidente, cada vez más cruel, cada vez más insoportable.

A la tercera fue la vencida, y Ventura decidió cambiar la dupla de ataque. En esta ocasión no sería Larrondo quien acompañaría a Quagliarella, si no Amauri. El veterano delantero italiano debuta como titular en la Serie A con su nuevo equipo, pero no tuvo su mejor día. Tan solo cinco de los veintidós disparos fueron realizados por la dupla de delanteros titular. Buena cuenta de ello la jugada del penalti. Ninguno de los dos delanteros está, ni tan siquiera, cerca de la jugada. El Kaddouri sirve a Peres, que es derribado por Márquez. El marroquí fue el encargado de lanzar la pena máxima, que al igual que ocurriera frente al Inter, no fue materializada.

La batalla de Cagliari

Y después de la tempestad, llega la calma. O lo que es lo mismo, después de la sequía llegan las lluvias. 300 minutos tuvo que alargarse la competición para que la afición granata celebrase un tanto. Y no, no lo anotó el delantero del equipo. Tuvo que ser Kamil Glik, 'Il capitano', quien abriera la lata de los goles del equipo en el minuto 21 del cuarto encuentro disputado. Ver para creer.

Pero si 300 fueron los minutos que tardó en anotar el Torino, 308 fueron los que tardó el delantero del equipo en estrenarse. A los 29 minutos de juego, Quagliarella anotaba su primer gol con el Toro en la Serie A. Ventura cargó sobre sus hombros todo el peso del ataque granata, al salir al verde con un 1-3-5-1-1. Fabio se mostró muy activo por varias zonas del campo, pero no recibía buenos balones en el área. Su gol llegó de una magnífica jugada ensayada en un falta en la frontal. Con el balón muerto, no dudó en fusilar a Cragno y estrenar su cuenta goleadora. La sequía había terminado. Ahora quedaba lo más difícil: que no volviera.

La batalla de Florencia

Segunda batalla consecutiva en la que Quagliarella llevaría el peso ofensivo del equipo. Hasta quince disparos llegó a realizar el equipo, de los cuales cinco fueron de Fabio. Se mostró muy activo por la parte izquierda del campo. El desempeño de Sánchez Miño en el centro del campo comienza a dar sus frutos, lo que provoca que los puntas puedan despreocuparse de la salida de balón y comiencen a tener más incidencia en el área rival.

En esta ocasión, el gol del Torino llegó tras una perfecta combinación entre Sánchez Miño, Bruno Peres y Fabio Quagliarella. Miño mandó un balón en profundidad para Peres, que llegó hasta línea de fondo y sirvió atrás para que Fabio fusilara. La mecánica de siempre. Las internadas por banda seguían siendo pieza clave de los ataques del conjunto de Ventura. La única pega de este sistema es que hacen falta demasiados centros para que los delanteros puedan llegar a transformar uno. Cinco disparos necesitó el italiano para perforar la portería de Neto. La eficacia de cara a puerta sigue siendo muy baja.

La batalla de Nápoles

Volvía Ventura a confiar en la pareja formada por Larrondo y Quagliarella. Y defraudaron. El dato es demoledor. Tres tiros a puerta de Fabio (golazo incluído), por ninguno de su compañero en ataque. Ocho disparos llegó a realizar el conjunto de Turín en Nápoles, de los cuales solo dos fueron con dirección a portería. La sequía volvía a aparecer. Solo el extraordinario oásis que generó Fabio de la nada en el minuto 13 parecía tapar defectos, pero se mostró como una máscara débil.

Tras el gol, el equipo de Turín no llegó a enseñar de nuevo los dientes en todo el encuentro. Y eso que el gol no fue más que una maravilla solitaria de Quagliarella. Fabio cazaba un balón entre líneas casi en la esquina del área y se sacó un disparo de la nada. Un simple espejismo. Un oásis en el desierto en el que se ha convertido Turín.

Hasta 76 disparos ha realizado el equipo de Turín en seis jornadas de Serie A. Tan solo 15 fueron entre los tres palos. Y de esos 15, tan solo 4 se materializaron en gol. Unos registros abrumadores. Nada llama a la esperanza en casa del Toro si algo no cambia. En Turín, como en Atacama, llueve una vez cada mucho tiempo.