Muchos quilates, nuevos diamantes por pulir y fútbol puro en las botas de los contendientes. Solamente tres de los titulares alemanes (Höwedes, Kroos, Müller) disfrutaron en primera plana del encuentro ante Argentina que los aupó a la cima del balón. Sin embargo, fue el cuarto en discordia, Götze, el que saliendo desde el banquillo aquel 13 de julio de 2014 reescribió un final alternativo para una final abocada a los penaltis. En España, cuatro eran los supervivientes testigos del minuto 117 más recordado en la historia del fútbol patrio: Casillas, Piqué, Ramos y Busquets.

Sentirse en casa

Ambos conjuntos, con el himno aún retumbando en sus oídos, quisieron monopolizar el balón. Lo consiguió España en los primeros compases, haciendo valer el factor campo. En cambio, fue Alemania quien puso un atisbo de oportunidad desde el pecho de Volland, cuyo control en el área trascendió manso a las manos de Casillas. Después del sobresalto, los locales volvieron al retiro espiritual de una posesión tranquila y pausada, hasta que Nolito, sintiéndose en su hogar, enroscó un disparo con su sello distintivo de calidad. Zieler despejó y atajó a continuación un remate de Raúl García, el cual se hizo hueco con un regate de espaldas. El sustituto de Neuer comprendió entonces que la lluvia no caía únicamente del cielo.

La cintura de Isco

Justo antes de retirarse con molestias, Müller asistió por encima de Piqué a Götze. El menudo mediapunta voleó con idea de hacer daño. Casillas le reprochó su intención con una mano protectora. Contra la maestría del delantero, maestría del guardameta. Salvo los tímidos acercamientos germanos, España dominaba el encuentro. Lo demostró Isco una y otra vez. Arrancadas, giros de patinaje artístico, regates de salón e incluso intentó emular el gol frente a Bielorrusia, aunque esta vez el balón fue dirigido a la otra escuadra y desviado. Por el contrario, sus compañeros de blanco Kroos y Khedira no comparecían por el momento. Aguardaban.

Poco tiempo tras su ingreso, Bellarabi desvirgó la banda de Azpilicueta con una carrera explosiva, pero su peligroso pase de la muerte fue indultado por el pie de Casillas. Esta jugada condujo a Alemania al razonamiento de que existían unas bandas en Balaídos inexploradas. Este descubrimiento igualó las fuerzas y los visitantes incomodaron el dominio español. El techo del mundo se terminó de romper y el agua vertida ensució lo que restaba de primera parte. El juego fue negado y anegado en un lapso yermo de tiempo.

Un diálogo mudo

Nada más comenzar la segunda parte, Isco siguió divirtiendo y divirtiéndose. Su inconfundible manera de correr no hacía sino precisamente confundir a los alemanes, hartos del vaivén de su cintura. Morata aprovechó al imparable malacitano y finalizó su conducción con un golpeo con rosca, fácil para Zieler. Más barro, más lodo. Eran continuos los errores de alemanes y españoles, condenando al partido a un diálogo mudo. Alemania, sin embargo, crecía en la sombra. Construía algo, una mole que iba tomando una forma difusa. Sus artífices eran Kroos y Khedira. El mediocampo del Real Madrid, hasta entonces en la sombra, iba saliendo a flote. El quitanieves de origen turco disfruta con el cansancio de los demás, ese es el indicador para encender sus motores.

Acostumbrados a un clima húmedo, los germanos tuvieron su ocasión favorita, revueltos piernas, botas y cuerpos en el área rival, uno de sus tanques se arremangó para disparar. Era Rüdiger y su remate iba dentro, cuando se cruzó una pierna ibérica en su camino. España, memoria al viento, recordó el verano. Su frustración, la pesadumbre, la tristeza escenificada en una maleta facturada antes de tiempo. Después, la fiabilidad alemana, la alegría cuando el balón descendió del pecho de Götze. Reaccionó en venganza, aumentó sus líneas de presión y Nolito recuperó su disparo favorito. Fuera a tiempo real o a balón parado, siempre estaba allí Zieler para negarle el gol.

¿Quién encontraría la rama de olivo?

España hizo dos cambios significativos, tanto en la portería con el debut de Casilla, como en la zona ofensiva con el incisivo Pedro. El portero del Espanyol se enfrentó en frío a un bote traicionero y lo despejó como pudo. El canario, con su misión, reactivó el ataque local, dotándole de mordiente para la recta final. Sin embargo, el desenlace no tendría acento español, sino unas oclusivas muy cerradas. Toni Kroos controló el cuero cerca de la frontal. Cargó su pierna derecha y, justo antes de disparar, desveló lo que el equipo alemán había ido construyendo en la segunda mitad: un enorme arca con el que esquivar el eterno diluvio vigués. Esta vez Casilla se persignó ante el bote pronto y cayó fulminado. Kroos volaba hacia sus compañeros con las alas extendidas, semejante a una paloma. En su pico, una rama de olivo.

Puntuaciones VAVEL

España Alemania
Casillas 6 Zieler 8
Piqué 6 Mustafi 6
S. Ramos 6 Höwedes 6
Bernat 6 Rüdiger 7
Azpilicueta 5 Khedira 6
Busquets 5 Kroos 7
Bruno 5 Durm 5
Isco 8 Rudy 5
Raúl García 5 Götze 6
Nolito 6 Volland 5
Morata 7 Müller 5
Suplentes
Casilla 4 Bellarabi 6
Bartra 7 Kruse S. C.
Albiol 6 Bender S. C.
Camacho 5 - -
Callejón 5 - -
Pedro 5 - -