Cuando Pinto da Costa le dio la alternativa como nuevo entrenador del equipo, pocos conocían al técnico guipuzcoano, y la sorpresa inicial dio paso a las dudas sobre la capacidad del técnico español para manejar la enorme presión y exigencia que conlleva dirigir a un equipo de las dimensiones del FC Oporto. En todos los países se mira con lupa a los técnicos que llegan a los equipos grandes, y en Portugal no iba a ser distinto.

Evidentemente, la gente se preguntaba por qué se le daba la oportunidad a un desconocido extranjero cuando técnicos portugueses deben demostrar muchas cosas de forma continuada para entrar en un listado de posibles entrenadores. Desde el club, porque a Lopetegui se le presenta como una apuesta personal del presidente, que son palabras mayores, se vendió la imagen del entrenador vasco como artífice del estilo que había llevado a las selecciones españolas inferiores al éxito. Doce meses después, os dragoes han mostrado cosas en sus mejores días, pero no han acabado de ser una máquina bien engrasada y han perdido la solidez de la que habían hecho gala en la última década sin que la contraprestación de buen fútbol haya sido suficiente.

Queda la duda sobre la idea que Lopetegui tenía sobre el fútbol portugués cuando aceptó el enorme reto que Pinto da Costa le ofreció, pero seguramente el vasco creía que todo sería mucho más fácil de lo que está resultando ser y confundía la imagen del Oporto en España con la idea de lo que representa el club en Portugal: un equipo grande, muy grande, con un rival formidable, como el Benfica, con permiso del Sporting, con una historia, mediatismo y significación en Portugal que todavía lo agrandan más.

Martins Indi y Quaresma.

Para valorar la temporada del FC Oporto habría que analizar distintos aspectos:

1. Resultados

Si un equipo grande no gana, fracasa. Esta máxima puede ser más o menos justa, pero es una cantinela que los aficionado repiten una y otra vez. No ganar la liga y que lo haga tu gran rival, agrava aún más la situación. Por supuesto que la exhibición ofrecida frente al Bayern en cuartos de final de Champions tiene un mérito increíble. Allí los dragões demostraron que están al nivel de cualquier club europeo.

Los portistas no han conseguido ningún titulo por segunda temporada consecutiva

Sin embargo, su pobre actuación en la vuelta y la sensación de temor con la que salieron al césped del Allianz Arena han hecho que muchos se olviden de su meritorio primer puesto en la fase de grupos y de su solvente eliminatoria frente a un rival peligroso, quizá poco valorado, pero complicado a dos partidos, como el Basilea. No es la Juventus ni el PSG ni el Chelsea, pero hay que ganarle, y lo hicieron con suficiencia.

En la Taça de Portugal fue eliminado por el Sporting, que estará el próximo 31 de mayo en Jamor como favorito, pero como fría estadística, está eliminado en tercera ronda, la primera que juegan los equipos de la Liga NOS. La Taça da Liga es la competición de menor valor de todas las que juega, pero no deja de ser un título cuya final tampoco van a jugar porque será el Marítimo el que se enfrente al Benfica que, dicho sea de paso, ha ganado casi todos los títulos de esta competición. En las orillas del Tajo sí valoran el torneo, y al final todo suma.

Cero de cuatro títulos posibles, dando como buena su temporada europea, pero un equipo que debe salir a ganar tres competiciones no puede irse de vacío sin ni siquiera jugar una final y, además, sin haberle ganado ninguno de su duelos ligueros a su eterno rival.

Jackson Martínez.

2. Planificación de la plantilla y fichajes

Llama la atención que uno de los equipos a los que se pone de ejemplo año tras año a la hora de planificar su plantilla no haya estado tan fino este año. A la hora de analizar las posibles causas, como siempre, habría que tener en cuenta varios puntos.

Los fichajes españoles han sido muy cuestionados por la grada portista

El primero parte de una premisa tan simple como que no siempre se puede acertar. Pero con varios matices, ya que nada tiene una explicación simple aquí. Presumir de vender jugadores por grandes cantidades puede gustarles a algunos, pero no sólo se debilita al equipo sino al proyecto en sí mismo, porque los jugadores no asumen la idea de club sino la de estar en un trampolín hacia otros destinos. Mangala y Fernando, incluso Otamendi, que había abandonado el club la temporada inmediatamente anterior, han dejado dinero en el equipo, pero también un vacío brutal en el equipo.

Tradicionalmente, el FC Oporto siempre ha sido un equipo vendedor, pero tradicionalmente la secretaría técnica del club adelantaba estas salidas incorporando jugadores que, poco a poco, iban ganando minutos y galones en la plantilla. Para no alejarse mucho en el tiempo, eso ocurrió con James, con Guarín o con los propios Fernando y Mangala que, en sus primeros momentos en el club tuvieron mucha menor participación hasta que se realizaron distintos traspasos que facilitaron su ascenso en la jerarquía del equipo (Hulk, Lucho González, Paulo Assunçao u Otamendi en los casos citados). En este caso no se ha producido este relevo porque los Diego Reyes, Héctor Herrera o Juan Quintero no han estado a la altura.

Tello y Brahimi.

Los fichajes de club, realizados por la secretaría técnica -antes de la llegada de Lopetegui-, no han dado el nivel esperado. Ninguno. Lo que, por una parte puede sorprender teniendo en cuenta la fama del equipo y, por la otra, tampoco mucho si se analizan los múltiples fichajes realizados por el club en los últimos años.

Tradicionalmente se ha elogiado a los dragões por su ojo clínico a la hora de fichar, pero cualquiera que siga el fútbol portugués sabe que los tres grandes son auténticas máquinas de fichar todo lo que se mueve a su alrededor; porque les parecen buenos jugadores, porque se los ofrecen a buen precio, porque tienen dinero o para que no los fichen los rivales. Puede argumentarse cualquiera de estas razones. De esos fichajes funciona una pequeña parte y el resto entra en la mítica rueda de cesiones después de una temporada casi en blanco. Solamente hay que hacer cuentas con los jugadores que el FC Oporto tiene repartidos por media Europa, desde España a Turquía, para comprobar que no es oro todo lo que reluce.

a) Nuevos fichajes

Este año han llegado Evandro desde el Estoril, Aboubakar desde Lorient y Martins Indi desde el Feyenoord. También se incorporaron Opare, que llegó lesionado y se fue con destino a Turquía a las primeras de cambio, Otávio, ahora cedido al Vitória Guimarães, Lichnovski, en el equipo 'B', Los tres primeros han participado en mayor o menor medida, pero su rendimiento no ha estado a la altura de lo esperado y, ni mucho menos, han asumido responsabilidades en el equipo por la razón que sea; el cambio de nivel, la adaptación al país o al estilo del nuevo técnico o el propio aprecio que el entrenador tenga por ellos.

Óliver Torres.

Por otro lado están los fichajes del equipo técnico. Y aquí hay otro problema que en Portugal ha suscitado y sigue haciéndolo: la ausencia de jugadores portugueses en las alineaciones es una pregunta recurrente en las ruedas de prensa. Es habitual que, en sus proyectos en el extranjero, los entrenadores lleven jugadores que conocen. Su presencia les facilita parte del trabajo, les ayudan a aclarar ideas y saber qué esperar en determinadas posiciones clave. El problema es abusar de un mercado y que esos jugadores no marquen las diferencias. En ese caso las críticas arrecian, sobre todo si te incorporas a un equipo con una tradición de buena cantera –el equipo juvenil ha ganado la liga este año sin ir más lejos- y que puede dominar el mercado lusobrasileiro con mucha solvencia.

Así, diez Jugadores españoles o que han jugado en la liga española se han incorporado al FC Oporto, pasando por caja en la mayoría de los casos, no olvidar ese detalle, que no es baladí a la hora de valorar su incidencia en el equipo: Andrés Fernández, Marcano, José Ángel, Casemiro, Campaña, Óliver Torres, Tello, Adrián y Brahimi. De ellos, ninguno era un outsider en la liga española y sólo Brahimi y Andrés Fernandez eran titulares indiscutibles, bien es cierto que Marcano lo había sido en Olympiakos, y Casemiro, Óliver y Tello habían contado con minutos en equipos grandes, lo que no es sencillo

Los tres que han estado a la altura, aunque se esperaba mucho más de ellos han sido:

- Brahimi: comenzó la temporada como un tiro, pero fue empezar a oír cantos de sirena del mercado y recuperar la versión del francomarroquí que bien conocen en Granada. Talento brutal en forma, pero un jugador más si no está concentrado al cien por cien.

- Tello: determinante, incisivo y vertical, pero muy intermitente. Ha jugado buenos partidos, lo cual es cierto, ha marcado goles, pero no ha sido un jugador que haya capitalizado el juego de su equipo, que es para lo que fue fichado. No hay que olvidar que por donde ahora está Tello antes pasaron Hulk, James o el mejor Quaresma, y ellos sí asumieron una jerarquía en el club.

- Casemiro ha sido el más consistente desde este perfil bajo que tiene como jugador: es joven, tiene poca experiencia en Europa, ha cumplido en muchos partidos y, sobre todo, ha ido creciendo, pero tampoco ha asumido galones. De hecho, en realidad no tiene por qué hacerlo porque ni siquiera es jugador del FC Oporto. Aunque algunos dicen que si ha sido convocado por Dunga para la Copa América, algún mérito habrá tenido el jugador.

Casemiro.

Además de estos tres, hay otros jugadores que no han destacado tanto pero que no pueden presumir de una buena temporada:

- Marcano: el central cántabro siempre ha sido un defensa correcto, aseado y efectivo, y aunque ha tenido una serie de lesiones que han dificultado bastante su temporada, ha cumplido. Pero ni ha sobresalido por nada, ni con 27 años es tampoco un central del corte tradicional del FC Oporto.

- Óliver Torres: es un proyecto de enorme jugador, pero esta temporada en el equipo oportista le ha dado la razón al Cholo Simeone cuando apenas le dio minutos y consintió su salida. Un jugador en su posición debe marcar las diferencias, y el extremeño dejaba detalles, alabados y jaleados, pero detalles al fin y al cabo. Un trequartista debe ser definitivo, y Óliver no lo ha sido. La cesión, sin duda alguna, será mucho más provechosa para él en el futuro que para el equipo portugués. Óliver ha cubrido el puesto de un colombiano cuyo rendimiento, una temporada más, ha sido decepcionante: Juan Quintero.

Por último, estos jugadores españoles han tenido un rendimiento malo o directamente no se puede valorar debido a la poca cantidad de minutos disputados:

- Andrés Fernández, que ni con la lesión de Heldon,ha sido capaz de ganarle la titularidad a Fabiano, quien tampoco es que haya tenido un año muy lucido. Ya en sus últimas temporadas en Osasuna, Andrés había bajado su rendimiento claramente, pero hay jugadores que logran generar a su alrededor una estela de elogios que difícilmente pierden aunque no estén al nivel.

-José Ángel: es un caso paradigmático al del portero. Surgió como un tiro en el Sporting, pero desde que abandonó el equipo gijonés ha sido un jugador más, vulgar en el sentido común. A años luz de su competidor por el puesto en el once.

- Adrián López: catorce millones y medio costó su fichaje. No ha estado a la altura de su precio y su rendimiento siempre ha sido muy irregular, capaz de enhebrar dos partidos descomunales entre dos docenas muy flojas. No ha sido capaz de asumir la presión que significa ser el fichaje más caro del equipo ni lo que supone jugar en Oporto.

Adrián López.

- José Campaña: el capitán de la selección sub19 campeona de Europa ha jugado dos partidos de liga, y ha estado habitualmente con el equipo B, así que poco positivo se puede decir de su temporada.

Un aficionado del FC Oporto ve a diez jugadores extranjeros que deberían marcar las diferencias y no lo han hecho. Algunos han cumplido, cierto, pero cuando un equipo incorpora jugadores de fuera, deberían aportar mucho más. El aficionado español sabe que ninguno de ellos es un jugador de primer nivel. Unos son jugadores correctos, otros promesas que no habían disputado veinte partidos seguidos hasta el momento.

Ahora, están en un grande en el que deben jugar mucho, todos los domingos y marcar diferencias (lo que en España se le exige a los jugadores extranjeros que llegan es lo mismo que allí se les exige a ellos). Además, hay que volver a repetirlo, están en un equipo grande, muy grande, algo que desde España nunca se tiene en cuenta a la hora de analizar a los dragões. El FC Oporto es el estilete del norte industrial frente a la centralimo de la capital portuguesa.

b) Jugadores que no han estado al nivel esperado

Ya han sido citados con anterioridad. Ni Diego Reyes, ni Juan Quintero ni Héctor Herrera han asumido galones. El central mexicano apenas ha aparecido, y la eliminatoria frente al Bayern le ha hecho muchísimo daño. Siempre quedará la duda de qué ocurriría si Reyes jugase treinta partidos una temporada, pero en estos años su rendimiento ha estado muy lejos de lo que se espera en la Invicta. Su futuro parece lejos del equipo, y el PSV parece haber salido al rescate de club y jugador ofreciendo una oportunidad al ex de América.

Juan Quintero llegó a cambio de diez millones de euros después de salirse en la Serie A. En un primer momento parecía que el Oporto y la liga portuguesa incluso podría quedársele pequeños, pero el que se ha empequeñecido ha sido él. Con la llegada de Lopetegui, el estilo del equipo parecía la situación ideal para que la simbiosis entre jugador y equipo, porque el jugador cafetero parecía la pieza distintiva en el esquema de su técnico. De vez en cuando ha dejado alguna muestra de la enorme clase que se le supone pero, desafortunadamente para él y, sobre todo, para su equipo, su rendimiento ha estado años luz de lo que todo el mundo suponía cuando se puso el dragón en el pecho.

Después de su buena actuación en el Mundial y con sus buenas actuaciones al comienzo de temporada, este sí que parecía que iba a ser el año de Héctor Herrera pero, una vez más, el jugador ha ido diluyéndose sin acabar de tener un rendimiento regular y constante. El rendimiento del 'zorrillo' dista mucho de lo que prometía cuando llegó a Portugal y de los ocho millones y medio que el FC Oporto invirtió en su fichaje.

Héctor Herrera.

3. Estilo y rendimiento

Jesualdo Ferreira modeló el FC Oporto como un equipo sólido, compacto, agresivo y letal en ataque con unas transiciones ofensivas muy rápidas que buscaban llegar a la portería contraria en pocos pases. Así expresado parece fácil, y el Oporto multicampeón creado por el técnico de Mirandela era un excelente ejemplo de pragmatismo futbolístico con muchos destellos de calidad ofensiva: fútbol contemporáneo, equilibrado, trabajado, intenso y con unos jugadores ofensivos que marcaban la diferencia (Lisandro, Hulk, Quaresma, Falcao, James, etc).

Paulo Fonseca fue el último entrenador que no triunfó en el Oporto

Vitór Pereira, con todo lo que se le atizó en Portugal, tuvo la habilidad de no tocar nada. Es cierto que no le dio personalidad alguna al equipo, pero sobre el papel su trabajo es impecable y difícilmente mejorable, y los aficionados oportistas se acordaron de él durante la fracasada etapa de Paulo Fonseca, que ni fue tan mala como algunos quisieron vender ni el técnico nacido en Mozambique era tan mal entrenador como parecía, pero desde el palco se consideró que un estilo había muerto y que el equipo necesitaba un cambio.

Y aquí aparece Lopetegui, pero algo hace sospechar que la llegada del técnico de Asteasu no venía marcada únicamente por sus logros con las selecciones inferiores de España, sino también por el juego dinámico de su gran rival a las órdenes de Jorge Jesus. Para ello hay que aclarar que antes de la llegada de Paulo Fonseca el nombre que se barajó para hacerse cargo del vestuario del dragao fue el de...¡Jorge Jesus!.

Julen Lopetegui.

Lopetegui pretende instaurar su estilo de juego en Oporto, y sus jugadores se proponen seguirlo. Proponer buen fútbol atrae a todo el mundo, pero llevarlo a cabo es otro cantar. Inicialmente el equipo presenta jugadores para adaptarse al nuevo estilo: un grupo de trequartistas con calidad para mover el balón como Óliver, Quintero o Herrera, jugadores que sin ser nada del otro mundo saben tocar el balón como Evandro o Casemiro, unas andas que mezclan fuerza y técnica: Tello, Brahimi o Quaresma, laterales muy largos y con buena técnica y Jackson, siempre Jackson, con sus más de 20 goles asegurados.

Pero las cosas no están saliendo como esperaban, porque Oporto no es una plaza en la que se acepte no ganar dos años seguidos. En los últimos años el Benfica de Jorge Jesus sí ha roto la hegemonía de los dragões, y sin ganarles ningún partido como sucede este año, y menos al Benfica menos potente de la era Jesus. A los dragões les ha faltado un puntito para cerrar partidos y otro para dominar los partidos con solvencia. Lopetegui intenta trasladar una concepción del fútbol sobre la que se ha debatido mucho en estos últimos años: si está en crisis, si depende de los grandes jugadores, si la posesión sin definición no sirve de nada, si es fútbol horizontal, si el tiki taka ha muerto y los resultados de las distintas selecciones españolas lo demuestran, etc.

El entrenador vasco nunca había entrenado a un club del nivel del Oporto

Portugal siempre ha recordado muchísimo a la España de hace años, a la España de la furia, con gladiadores muy aseados técnicamente y dos o tres jugadores de enorme clase a los que siempre les pasaba algo para conseguir títulos (malos cruces, penaltis, malos arbitrajes, una ocasión enorme desaprovechada o simple mala suerte en el mejor partido del campeonato).

Lo más difícil para un equipo es saber a qué juega. El FC Oporto lo ha hecho de forma más o menos igual en estas últimas dos décadas. No se trata de negar la idea de fútbol de Lopetegui, sino la de adaptarse a la idiosincrasia de un equipo que en Portugal ha funcionado como una máquina: presión, repliegue y verticalidad. Ese es el Oporto que ha conseguido los títulos europeos, el de Artur Jorge con Quim, André, Sousa y Magalhães en la medular, dejándoles la magia a Futre y Madjer; el Mourinho con Costinha, Maniche y Deco, y el Villas-Boas con Guarín, Fernando, Moutinho y arriba Falcao y Hulk. La actual plantilla de Lopetegui no tiene ni los mimbres futbolísticos para mantener la esencia de este estilo ni el entrenador guipozcoano ha sabido tampoco conseguir que los Herrera, Quintero u Óliver dominen los partidos con el juego que pretendía imponer en el equipo.

La solución, o para ser más exactos, las opciones que hay en el club son tres, aunque habría que advertir que en el barrio das Antas no es muy habitual que un entrenador sobreviva a una temporada en blanco.

4. Aclimatación al país, al fútbol… y a Portugal

Lopetegui llegó al FC Oporto con su propio equipo técnico, bendecido por el todopoderoso Pinto da Costa, para hacerse cargo de un equipo capaz de luchar de tú a tú con los grandes de Europa. Consigue incluso algo que a anteriores entrenadores no se le había concedido, como disponer de los fichajes que desea (bien es cierto que algunos no acabaron de concretarse por distintas razones, como el de Sergi Darder), optando por el mercado español, incluso con cesiones, como las de Casemiro y Óliver Torres, algo poco o nada habitual en el club.

Y eso, unido a su nulo bagaje como entrenador de clubes, genera ciertas suspicacias en todos los sectores del fútbol portugués (no es difícil ponerse en esa situación si la misma se produce en España con un técnico luso que incorpora a diez jugadores procedentes de la liga del país vecino a un equipo de las mismas dimensiones). Al final, la temporada se cierra sin títulos y con el técnico vasco cayendo en los mind games de Jorge Jesus, haciendo declaraciones contra unos y otros, desde los árbitros a la prensa, pasando por el famoso "manto protector" del Benfica…

Existe otro pequeño detalle, quizá menor, quizá accesorio, pero hasta cierto punto importante a la hora de valorar la integración de Lopetegui en el club y en Portugal, y es que más de un año después de su presentación, las ruedas de prensa del técnico oportista tienen lugar en castellano con algunas palabras en portugués, muy pocas.

Discusión entre Jorge Jesus y Lopetegui.

A veces los pequeños detalles ayudan mucho más de lo que parece y, probablemente, hablar un poquito de portugués facilitaría la labor del técnico vasco en el FC Oporto, aunque sea mera imagen superficial. Lo cierto es que esta etapa en Portugal no está siendo fácil para Lopetegui y su equipo técnico debe aprender y adaptarse a marchar forzadas a la terrible exigencia que supone entrenar al gigante portugués, con la dimensión que tiene al sur del río Miño, que es muy distinta a la consideración que se tiene del Oporto desde España.

La duda estriba ahora en saber si este proyecto tendrá continuidad y, si así ocurre, qué sucederá con los traspasos (Danilo, Jackson o Alex Sandro), con los descartes (Quintero o Reyes), con los jugadores españoles que no continuarán (Adrián, Andrés Fernández y alguno más) y qué puede incorporar el FC Oporto para reconstruir, un año más, su plantilla para enfrentarse a un Benfica reforzado con su bicampeonato y con un equipo con mucho recorrido por delante si el mercado lo permite, que es lo que hay que decir siempre que se habla del fútbol portugués.