Como cantaba el genial Don Pancho, que de Céspedes sabe un rato, a cada uno de nosotros nos toca una vida que a veces nos lleva hasta la locura y a algunos les salva el balón y el milagro, aunque algún pedazo les quede en la duda… Y junto a aquella duda y aquel milagro, entronca la curiosa historia esférica de uno de los personajes más fascinantes de la historia de la humanidad: Mohandas Karamchand Mahatma Gandhi

Una historia que comenzó en Inglaterra, lugar en el que mientras cursaba sus estudios y desarrollaba su filosofía a través del aprendizaje, se aficionó al fútbol, encontrando cierta fascinación en la nobleza de un deporte en el que por aquella época, prevalecía el juego de equipo por encima de la individualidad, por tanto la solidaridad y la empatía con el compañero. También observó su capacidad para atraer las masas, pero sobre todo encontró en el fútbol una pasión personal.

Una pasión que demostró especialmente en el inicio de su travesía de la no violencia en Sudáfrica, en Durban, donde aún se sigue jugando al fútbol en el campo que se levantó en su honor. Lugar en el que encontró una de las muchas pacíficas sendas y caminos que tuvo que emprender para lograr su objetivo. Luchar contra la injusta segregación racial que se vivía en Durban, donde por entonces ejercía como abogado antes de regresar a la India. Y cuenta la historia que en aquel nirvana de la no violencia comenzó a gestar su filosofía de la resistencia pacífica a través de aquel deporte predilecto entre las clases menos pudientes. Justo aquel arco de la sociedad hacia el que Gandhi necesitaba transmitir su mensaje. Aquel que bebió de las musas de Henry David Thoreau y Leon Tolstoi, y sirvió para evangelizar pacíficamente su mundo, dando a su vez una lección al nuestro a través de su famoso satyagraha (“la fuerza de la verdad”, en sánscrito), el movimiento filosófico que preconizaba la resistencia contra la opresión a través de un comportamiento pacífico.

Y Gandhi que aparte de sentirse atraído por el fútbol, poseía una cabeza prodigiosa, comprendió muy pronto que aquel deporte reunía los requisitos idóneos para canalizar su gran pasión. Una pasión utilizada como instrumento para concienciar a las clases sociales desfavorecidas, de la necesidad de combatir de forma pacífica por la igualdad de derechos y su integración en una sociedad, que los consideraba injustamente ciudadanos de segunda categoría.

Passive Resisters Soccer Club

Por la citada razón Gandhi, conocedor de la potencialidad del fútbol, fundó a principios del siglo pasado tres clubes, uno en Durban, otro en Pretoria y otro en Johannesburgo, todos con idéntico nombre: Passive Resisters Soccer Club. El archivo gráfico así lo certifica, pues existen fotos en el Old Court House Museum de Durban, en las que se puede observar a Gandhi junto a los futbolistas, acudiendo por tanto a los partidos y según cuentan, dando discursos y charlas en los entretiempos.

Los partidos amistosos disputados en la comuna de Phoenix, ejercieron como testigo de la historia, una historia y legado de la no violencia preservado hasta hoy, pues como se citó anteriormente, aún puede jugarse en el terreno de juego instalado por Gandhi, también en la granja Tolstoi en Johannesburgo, bautizada en honor del gran escritor ruso y mentor de Gandhi.

Al parecer su iniciativa esférica sirvió para garantizar la supervivencia de las familias de los “resistentes” que se encontraban en prisión por su lucha pacífica contra las leyes racistas locales. Haciendo especial mención a un choque disputado en 1910 en Johannesburgo entre los Passive Resisters locales y los de Pretoria, en el que se reivindicó la excarcelación de un centenar de “camaradas” que se opusieron a las leyes segregacionistas.

A su figura se le debe por tanto el comienzo de una organización futbolística en Sudáfrica, especialmente a través de la fundación en 1903 de la Asociación Sudafricana de Fútbol Hindú, que tuvo todo el apoyo de Mahatma. Y de aquellas iniciativas solidarias, de aquella comunidad futbolística surgieron dos de los equipos de fútbol sudafricanos más destacados de su historia, los ya desaparecidos Moonlighters FC de Johannesburgo y el Manning Rangers de Durban.

Invictus

Por tanto si algún día regresáis a Sudáfrica con la intención de soñar en el país que nos acogió en la leyenda, mirad directamente a las estrellas, que como sabéis son los ojos de ayer, en su luz del pasado podréis regocijaros con aquel cielo en el que Casillas elevó al infinito nuestra Copa del Mundo. Aquella luminaria os hará recordar la inmensa figura de Nelson Mandela, no olvidéis a Madiba, que no pudo olvidar pero sí quiso perdonar, tanto como para cambiar radicalmente el método de la lucha. En aquel viaje sin retorno que experimentó en la celda 46664, recordó la enseñanza de un sabio un siglo atrás. Un profeta y mesías de la no violencia, que inteligentemente utilizó el fútbol para enviar su mensaje de paz e igualdad. Madiba cambió la esfera por el óvalo, pero en esencia trazó el camino que solo los valientes se atreven a atravesar. El camino de un hombre que pesaba menos que el viento, pero cuyas palabras lograron calar profundamente en el peso de toda la humanidad.

Su nombre Mahatma Gandhi y su equipo el Passive Resisters