Sudamérica es un crisol de culturas. Un continente en sí mismo que acoge sentimientos contrapuestos que conviven en el día a día. La gigantesca fauna urbanita frente al superviviente rural. La Copa América de los millones y astros con luz propia frente a la Copa Americana de los Pueblos Indígenas. Todos reclaman el derecho de vivir en paz, que con tanto acierto había entonado el cantautor chileno Víctor Jara.

Las selecciones de Colombia y Paraguay jugarán este sábado la primera final de la Copa Americana de Pueblos Indígenas, un torneo que se celebra en Chile y en el que han participado ocho selecciones: Argentina, Bolivia, Ecuador, México, Perú, la anfitriona y los citados finalistas. Los conjuntos se dividieron en dos grupos y disputaron sus partidos en el Estadio Canadela, sito en la comuna de Arica; y en el santiagués Municipal de Peñaloén, que acogerá la final.

En la primera semifinal, el equipo de Paraguay empató 1-1 con el combinado boliviano. La tanda fatídica definió el pase del equipo guaraní. Colombia derrotó a la selección chilena por un claro 3-1. Los perdedores de estos cruces se disputarán el tercer lugar antes de la disputa de la gran final.

"Somos mestizos, somos indígenas"

El torneo ha servido para la reivindicación de la diversidad latina. “Somos mestizos, somos indígenas, somos pueblos originarios”, declaró el ministro chileno Heraldo Muñoz en la presentación de una competición que ha puesto en valor la capacidad que tiene el deporte para generar cohesión entre los pueblos.

“Todas las cosmovisiones de los pueblos indígenas tienen el juego como un activo de su realidad, pero también el deporte es un derecho social que posibilita la inclusión, la diversidad y es un instrumento para la movilidad social. Por eso, esta Copa es realmente contribuyente cuando tenemos el desafío de pensar a Chile como un país con más inclusión, que sea capaz de recoger la diversidad de nuestros pueblos y de mejorar la convivencia democrática en nuestro país”, indicó el secretario de Estado Marcos Barraza en un claro alegato a la concordia.

La primera edición promete tener continuidad. Los sentimientos de unión han reinado en todos los combinados, destinados a competir pero siempre dentro del respeto entre hermanos.