Roberto Martínez es un entrenador precavido y muy cauteloso, así lo ha demostrado durante toda su carrera y ha quedado patente en cada decisión que ha tomado desde su llegada al Everton en el verano de 2013. Amigo de lo conocido y enemigo de lo arriesgado sería una buena frase para definir la gestión del técnico catalán. Cada uno de los periodos de fichajes gestionados por Martínez en el Everton se ha caracterizado por una actividad relativamente baja, un balance entradas/salidas muy controlado y decisiones muy poco arriesgadas.

Su llegada en 2013 estuvo acompañada de hasta cuatro jugadores de su confianza procedentes del Wigan. Arouna Koné, Joel Robles, James McCarthy y Antolín Alcaraz llegaron al Everton de la mano del técnico, y salvo la clara excepción de McCarthy, que rápidamente se consolidó como pieza clave del equipo, el balance deportivo de las llegadas resulta desolador. La segunda estrategia repetida por Roberto Martínez es la de contratar jugadores en calidad de cedidos. Operaciones sin riesgo alguno y que en la temporada 2013/14 tuvieron un resultado sobresaliente con las llegadas de Gareth Barry, Gerard Deulofeu y Romelu Lukaku, artífices destacados del quinto puesto del Everton.

La estrategia del técnico catalán se completa una vez que los jugadores pasan el periodo de prueba, de adaptación al equipo, al club y a la afición que supone la temporada como cedidos y el club opta por la contratación en propiedad. De esta manera, en el verano de 2014, Barry firmó en propiedad con el Everton como agente libre y Lukaku se convirtió en jugador toffee como el traspaso récord del club.

El verano de 2015 suponía un auténtico reto para Roberto Martínez. Tras una temporada decepcionante se presentaba la necesidad de dar un golpe de efecto desde el mercado de fichajes. Sin embargo, el técnico catalán en ningún momento cayó presa de la precipitación y de la ansiedad y, fiel a sus principios, comenzó paulatinamente a construir un nuevo y válido equipo para competir.

El primer refuerzo de cara a la temporada 2015/16 llegó con el sello de identidad de Roberto Martínez impreso. Tom Cleverley, que coincidió con el entrenador catalán durante la temporada 2010/11, hizo las maletas con destino Goodison Park tras quedar libre del Manchester United. El centrocampista inglés congenió a la perfección con Martínez en Wigan, donde disputó una de las mejores temporadas de su carrera. Sus caminos se reencuentran en Everton en un movimiento inteligente para ambas partes, tanto para el relanzamiento de la carrera del inglés como para el refuerzo del trascendental doble pivote del 4-2-3-1 de Martínez.

El segundo movimiento era un secreto a voces. Como hiciera un año atrás con Barry y Lukaku, Martínez volvía a apostar por un jugador con pasado como cedido en el Everton, en esta ocasión el elegido fue Gerard Deulofeu. Pese a una temporada prácticamente inédita en el Sevilla, el recuerdo de aquel año idílico, de aquel desequilibrante jugador de banda y de aquel gol en el Emirates desequilibró la balanza para que el extremo catalán regresara, aclamado por los fans, a Goodison Park.

El círculo de llegadas lo cierra David Henen. El joven delantero belga se convirtió en nuevo jugador del Everton tras una temporada como cedido desde Olympiakos. El delantero por el que el conjunto de Liverpool estuvo pugnando todo el verano pasado acabó firmando por el club griego y recalando posteriormente como cedido en el equipo toffee sub-21. Un año después, y sin haber llegado a debutar con Olympiakos, Henen llega en propiedad al Everton, que se asegura a una de las perlas más destacadas de la cantera belga.

La teoría del movimiento circular

La estrategia de cautela y seguridad seguida por el club desde la llegada de Roberto Martínez ocasiona un hecho contraproducente. La plantilla se mueve en círculos, en una especie de proceso de estancamiento que hace que dos temporadas después, el grueso de la plantilla del Everton sea prácticamente el mismo que inició la temporada 2013/14 y que la alineación titular sea un calco de aquella que consiguió la meritoria quinta posición en la Premier League.

Sobre el papel puede parecer una teoría brillante, caminar sobre seguro, pero los años pasan y pesan, la competitividad crece y el equipo que hace dos temporadas estaba perfectamente cualificado para quedar entre los cinco mejores es más que posible que no sea capaz de igualar dicha gesta. La temporada 2014/15 supuso un golpe de realidad para una plantilla incapaz de competir al máximo nivel en todas las competiciones e incapaz de sobrellevar el enorme peso físico y técnico que supuso el reto de la Europa League.

El aspecto más positivo de la gestión de Roberto Martínez es que el Everton ha abandonado el estigma de ser un club vendedor. Si bien el movimiento circular puede no suponer una estrategia ambiciosa a corto/medio plazo, esto no podría ser posible si el club vendiera año tras año a sus jugadores más importantes. Desde su llegada, Martínez ha manejado con maestría el aspecto de las salidas, logrando retener y renovar a sus valores más importantes. La venta más destacada se produjo en el verano de 2013, cuando Marouane Fellaini, una pieza que no encajaba en el esquema del técnico catalán, marchó rumbo al Manchester United con la finalidad de financiar la llegada de James McCarthy.

En el presente mercado de fichajes se han producido las salidas de jugadores veteranos con un ciclo cumplido en el club, como es el caso de Antolín Alcaraz rumbo a la UD Las Palmas y de Sylvain Distin rumbo al recién ascendido Bournemouth, y de jóvenes procedentes de la Academia sin expectativas de una oportunidad con el primer equipo, como son George Green hacia el Oldham Athletic o Chris Long hacia el Bolton Wanderers.

Garbutt, una de las grandes esperanzas toffees. Foto: Everton

El cuidado de los jóvenes es parte esencial en los planes de Roberto Martínez. El técnico ha aprovechado cualquier oportunidad para dar la alternativa a jóvenes con el primer equipo, de manera que John Stones o Ross Barkley han llegado rápidamente a convertirse en indiscutibles. Mientras que Brendan Galloway y Tyias Browning tienen previsiones de permanecer en la entidad para solventar las evidentes deficiencias en el centro de la defensa, una de las promesas toffees más destacadas, Luke Garbutt, sale cedido al Fulham, después de renovar hasta 2020, en busca de busca de minutos y continuidad para crecer desde la Championship.

La Premier League da el pistoletazo de salida pero el mercado de fichajes está lejos de quedar clausurado y las agendas de los clubes tienen más actividad que nunca en busca de solventar las deficiencias y los problemas de última hora. El caso del Everton es una obviedad y, pese a las insistencias Roberto Martínez en demostrar confianza plena en sus hombres, la realidad es que las llegadas de Cleverley y Deulofeu no son suficientes para afrontar una larga temporada. El técnico catalán ha logrado focalizar en tres posiciones los grandes problemas y necesidades de refuerzo de su equipo: centro de la defensa, media punta y delantera. Las oficinas de Goodison Park no cesarán en su empeño de satisfacer las demandas del entrenador y dar un gran paso hacia devolver al Everton a su verdadero nivel.