El Liverpool, con 18 en su vitrina, había ganado en 2010 más ligas inglesas que ningún otro equipo, dominando absolutamente sobre todo en las décadas de 1970 a 1990, pero desde entonces su primacía se ha visto reducida.

En 1992 la liga inglesa, antigua Football League First Division, comenzó a llamarse Premier League. Desde entonces el Liverpool, club inglés con más Champions League, no ha vuelto a conseguir el título, es decir, el Liverpool nunca ha ganado la nueva Premier League.

Desde 2010 el Manchester United es el club que más ligas inglesas tiene en sus vitrinas, fecha en la que superó a los reds. Quizá ya son demasiados años los que el club de Anfield lleva siendo un conjunto de segundo nivel en Premier.

Con intención de cambiar eso, el club apostó por Brendan Rodgers en verano de 2012 para comandar un nuevo proyecto, a largo plazo, que tiene como objetivo devolver al Liverpool a lo más alto desde una forma de juego diferente, la característica de este entrenador al que una lesión apartó de disfrutar de más años como futbolista profesional.

Este juego está abanderado por el toque, sin perder un orden antes orquestado por Gerrard, y ahora ya por Henderson, intentando rematar con la velocidad y calidad por las bandas, antes protagonizadas por Coutinho y Sterling y ahora por Ibe en detrimento de este último. 

En esta idea bonita, pero complicada y hasta el momento poco agradecida de fútbol, Rodgers también tiene o al menos hasta hace poco ha tenido serias dudas en varias facetas. La temporada pasada el técnico estuvo gran parte de la temporada jugando con falso 9, a lo que el equipo respondió mal, y, al atacar, dejando atrás únicamente tres defensas. Este año las reacciones han llegado y se ha reforzado el equipo con una gran cantidad de atacantes, varios de ellos delanteros puros como Benteke, Ings y Origi.

Además, el orden orquestado por Henderson se ha visto reforzado con la llegada de un jerárquico y rejuvenecido Milner, que tiene que ser impulsado por Ibe, el jugador al que le han dado la importancia que tenía Sterling el año pasado, una importancia determinante, sobre todo para un jugador tan joven. 

Toda esta estructura, ilusionante, aunque de difícil confianza tras tantos años en blanco, toda esta idea de juego se ve culminada e iluminada por la brillantez y calidad de Coutinho, quien demuestra estar a un nivel asombroso y que asume sin problema la jerarquía en la creación de ataque. Todo esto llega al momento culmen, en el que tiene que dar un beneficio, en el cuarto año de su existencia, en el cuarto año de banquillo de Rodgers. Así lo quiere Anfield, así lo quiere Rodgers y así lo queremos todos los aficionados al juego del Liverpool, más aun los defensores de una polémica y poco reconocida idea de juego, la de el entrenador, Brendan Rodgers.